La primera cuestión que podemos decir, tenemos que acostumbrarnos que nada es para siempre y que todo exige construcción política y trabajo permanente porque siempre hubo una convicción o una certidumbre, tanto en el campo del neoliberalismo como también el campo de lo que nosotros definimos como nacional y popular de que las cosas eran para siempre y que una vez obtenidas persistían per se durante el transcurso del tiempo. Esta crisis del neoliberalismo que puede explicarse dialécticamente a partir de la caída del Muro de Berlín, pero al poco tiempo también con la caída de Wall Street, y hablo de poco tiempo porque - a ver- en términos históricos 20 años no es nada, en serio y ya no es un chiste, lo cual nos obliga a nosotros a repensar también como método de construcción la apertura permanente de nuestras cabezas a los cambios que va experimentando el mundo y la sociedad, que no significa que adaptarnos y aceptar lo que se nos quiere imponer, pero si saber que tenemos que tener la suficiente flexibilidad y ductilidad para entender las transformaciones de la sociedad, percibirlos, interpretarlos y dirigirlos y orientarlos hacia lo que son nuestros objetivos que como siempre es una mejor calidad de vida de nuestra gente, de nuestro pueblo, una mejor distribución del ingreso.
¿Por qué digo esto? Porque esto es lo que hace a los dirigentes; normalmente se cree que alguien es dirigente porque consigue o una banca de legislador o un lugar institucional, que puede ser también en un movimiento social. Y yo siempre he dicho que dirigente es eso que dice la palabra: dirigir y orientar. Se dirige o se orienta porque los compañeros, los cuadros tienen una percepción y una decodificación de lo que está pasando y de lo que puede venir y cómo podemos interferir con el presente o el futuro, que lo convierte precisamente en un cuadro de dirección con capacidad para poder orientar los procesos en determinado sentido.
¿Qué significa esto? La primera regla no dar por sentado nada. Cuando nosotros, en el año 2003, llegamos al Gobierno el tema de derechos humanos en la Argentina parecía un capítulo cerrado, no figuraba en ninguna encuesta. Por lo tanto para ningún dirigente entre comillas era importante rescatar esto porque no aparecía en las encuestas como una demanda de la sociedad. Y esto - ojo - que no solamente pasa en el campo del neoliberalismo, manejarse por encuestas o manejarse por esta suerte de predictores que nos dicen qué es lo que quiere hoy la sociedad, como si esto fuera una cosa permanente en el tiempo y no solamente una fotografía, que nosotros si no estamos de acuerdo tenemos la obligación de aún en soledad manifestar algo diferente.
Bueno el tema de derechos humanos no estaba visto como una demanda de la sociedad y sin embargo subyacía como demanda de la sociedad y nosotros lo interpretamos y lo sentimos así y somos creo en el mundo hoy un ejemplo en materia de valor, de respeto a los derechos humanos, en su más amplio y digno sentido, sobre todo en países como los nuestros - y me refiero a los países de la América latina - que aún hoy y que creíamos desterrado, por eso la postura tan fuerte y decidida, en caso de Honduras, de los golpes de Estado.
Y entonces esto también nos hace ver otra cosa, muchas veces nosotros hemos repetido: "bueno se acabaron la etapa de las dictaduras en América latina", que fueron las que durante el mundo bipolar y bajo la Doctrina de la Seguridad Nacional se dieron en casi todos nuestros países en el cono sur. Pero hay otro tipo de controles sociales, porque en definitiva esas dictaduras eran controles de la sociedad finalmente que se hacían a través de la fuerza, o de la Doctrina de la Seguridad Nacional. Y hoy también se intentan otros tipos de controles, de instalación de temas y de desterrar u ocultarlos a través de otro tipo, digamos, de instrumentos o de medios. Yo decía el otro día, en un Congreso de la Justicia, que durante el siglo XX, fueron los fierros, propiamente dichos, los que sojuzgaron a los pueblos; hoy podemos decir - acompañando a Ignacio Ramonet - que hay fierros mediáticos que también orientan y deciden qué es lo que tiene que pensar, decidir y querer la sociedad.
Ese es un desafío que nos tenemos que dar también de esta cuestión que ha significado la caída estrepitosa del neoliberalismo; todos los gobiernos surgidos en la América del Sur han sido más que mérito propio consecuencia del fracaso estrepitoso de ese neoliberalismo.
Yo siempre digo que Kirchner, en el 2003, presidente hubiera sido impensable sin un año 2001, y así podríamos hablar de Lula, en Brasil; de Evo, en Bolivia; de Hugo Chávez, en Venezuela, de Rafael Correa, en Ecuador, de Fernando Lugo, en Paraguay; de Tabaré primero en Uruguay y luego con más fuerza y más densidad todavía el compañero Mujica. Entonces creo que lo importante es mantener esa cabeza abierta y saber que además la historia no es una línea recta, como digo yo, que se escribe prolijamente con tinta china, muchas veces va con letra torcida y dando vueltas pero lo importante es siempre tener en cuenta los objetivos.
Estamos viviendo en la región una situación que yo defino como única, inédita, hemos podido encuadrar conflictos que hubieran en otro momento merecido intervenciones hasta militares porque hemos creado organismos que nos son propios de la región y que han podido dar respuesta a crisis graves que tuvo la región. Y además porque es bueno recordarlo, hemos sostenido un crecimiento económico por primera vez con distribución del ingreso en toda la región, que falta es así, seguimos siendo el continente más inequitativo todavía, no hemos llegado a los objetivos y a las metas, pero lo cierto es que ha habido una gran pelea y sigue habiendo una gran pelea - puedo dar fe de ello - acerca de lo que significa mejorar la calidad de vida de nuestro pueblo, de la distribución del ingreso y de disputar con los intereses concentrados del poder económicos lo que yo creo que no es solamente una batalla económica, o política, o social, yo creo que es algo más profundo, es una batalla cultural en el verdadero sentido de la palabra de lo que significa imponer, de lo que significa solidificar proyectos de Nación, que no son iguales, porque son diferentes las experiencias históricas de cada país, son diferentes las experiencias históricas de cada gobierno; intentar hacer lo que hizo el neoliberalismo de instalar como pensamiento único, modelo único una sola forma sería conducir al fracaso. Sería impensable un Estado plurinacional indigenista, como el que sostiene al compañero Evo Morales con la realidad de Bolivia en la Argentina, por ejemplo, o viceversa. Y así podríamos dar ejemplos. Doy los ejemplos tal vez más antagónicos desde la mirada, pero que en definitiva lo que si tienen de común es representar a las sociedades, en las cuales están insertos, y representar los intereses de las grandes mayorías de esas sociedades. Ese es el hilo conductor de todos los gobiernos, luego están las diferencias, los estilos, las experiencias históricas, pero el hilo conductor que hoy une a la mayoría de los gobiernos de la América del Sur es eso: somos gobiernos que representamos los intereses de las grandes mayorías nacionales y populares y también inclusive, la de algunos sectores que están en contra de nuestros modelos, pero que se benefician por lo que significa el crecimiento de nuestras economías, el achicamiento de nuestras dependencias del sector externo, a través de fuertes procesos de desendeudamiento.
Hace 20 años hablábamos en la Argentina y todo se remitía a la deuda externa y al Fondo Monetario Internacional como una de las más severas restricciones que podía tener nuestra economía y nuestra sociedad. Estábamos acostumbrados a ver bajar como Virreyes a los delegados del Fondo Monetario Internacional a quienes nuestros ministros de Economía, presidentes y legisladores- a mí me ha tocado estar invitada como legisladora a estar con delegados, ni siquiera con el director general, sino simplemente con un delegado de misión del Fondo Monetario que venía a auditar cuentas y pensamientos. Y eso ha terminado y ha terminado por decisión de los gobiernos y no ha terminado, tal vez, como podía haber sido en la década de los años 70 negando las cosas, diciendo. "no, no pagamos, nos revelamos", sino al contrario con los propios instrumentos y con la apertura e inteligencia de fracasos de procesos anteriores pudimos avanzar con este aprendizaje y tener autonomía razonable. Es imposible creer en un mundo como el de hoy, en una independencia absoluta, pero yo hablo de razonable autonomía en el sistema de decisiones de un país a partir de creatividad, a partir de acumular crecimiento económico y que de ese crecimiento económico también participe el pueblo.
Creo que esto es lo más distintivo que podemos ver en estos 20 años o, si se quiere, en estos últimos 10 años y, fundamentalmente, a partir del tercer o cuatro trimestre del 2008 cuando se derrumbó el modelo que se nos planteaba permanentemente como el único modelo posible.
Creo que el mundo ya no va a volver a ser el mismo nunca más. Tampoco puedo, sería demasiada soberbia intelectual, decirles cómo va a ser el mundo de esta tercera centuria. Lo hablo así porque nosotros hemos cumplido los 200 años y yo digo que el año que viene es el primer año de nuestro tercer centenario.
Pero me atrevo a decir que vamos a vivir un mundo con una vertiginosidad en los cambios como nunca lo habíamos vivido antes. Todos ustedes y yo también formamos parte del mundo moderno, del mundo del siglo XX, del mundo donde los enfrentamientos se daban en espacios ideológicos. Hoy tenemos un mundo absolutamente multipolar, multicultural, multireligioso donde los escenarios de discusión o de confrontación son sustancialmente diferentes a los de la racionalidad que teníamos nosotros. Y cuando hablo de racionalidad, hablo en el término estricto filosófico de racionalismo, de que la discusión era esa.
Hoy la discusión se da en otros términos, con nuevos actores a nivel internacional, con modelos de organización multilateral en lo económico y en lo político, agotados en su forma. Yo lo vengo sosteniendo en todos los foros, la necesidad de reformular organismos multilaterales diferentes. Hoy, Naciones Unidas o el Consejo de Seguridad responden a un mundo que ya no existe más en el cual se conformó ese Consejo de Seguridad con posterioridad a la Segunda Guerra Mundial mediante el peligro de un holocausto nuclear para todos aquellos que podían apretar el botón y voláramos por los aires, no pudieron hacerlo porque se contenían en ese Consejo de Seguridad.
Resulta que los que han hecho volar cosas por los aires hoy no está ninguno de ellos sentado en el Consejo de Seguridad y las cosas siguen volando y esto no lo digo peyorativamente ni lo digo con risas, lo digo con la preocupación que significa el desafío de un mundo muy diferente, pero muy diferente en serio, que nosotros vivimos. Por un lado, con un gran avance tecnológico, casi sin fronteras en materia de tecnología, en materia de ciencia y, por el otro lado, con un notable, a mi criterio, atraso o, digamos, como esa metáfora que empleó Humberto Eco del cangrejo, como una suerte de que en algunas cosas muy para adelante y en otras cosas muy para atrás.
Estamos en esa ambivalencia y cuando uno recorre el mundo y ve los dilemas que a nosotros nos movilizaron durante todo el siglo XX y durante estos primeros 10 años y ve otras situaciones en el mundo en donde hay millones de personas involucradas en conflictos que no tienen esta, digamos, dialéctica que nosotros hemos manejado siempre en la América del Sur, uno advierte la complejidad de un mundo. Lo cual no nos exime de la responsabilidad de que la dialéctica que corresponde a este continente, a esta América del Sur, la sigamos llevando adelante como hemos hecho hasta ahora y creo que exitosamente.
Así que, simplemente compartir esto que son reflexiones, ni siquiera son afirmaciones. No estoy tan segura de que las cosas sean así, pueden ser exactamente contrarias a lo que estoy diciendo. Dijera Groucho Marx, "estos son mis principios, pero si no le gusta no hay otros". O puedo decirles sin decir esto que esto es lo que yo imagino que puede pasar y que está pasando y, a lo mejor, es otra cosa.
Hemos también bajado unos decibeles de aquella cosa de los años 70 en la cual explicábamos al mundo y no admitíamos explicación en contrario y todo aquel que quisiera explicarnos en contrario, era considerado casi un hereje, un enemigo y que debería no figurar más.
Creo que con todo esto que estamos logrando, es mejor, con sus fracasos, con los que no están, con los que dejaron muchas cosas en el camino. Pero creo que, en definitiva, hemos avanzado más de esta manera que de aquella otra, porque, en definitiva, la política tiene resultados, más que sacarse el gusto de decir lo que uno quiere hacer o lo que uno quiere decir.
He aprendido que muchas veces sacarte el gusto puede ser una gran satisfacción a nivel personal pero, en términos de proyecto colectivo, significar un retraso. Y muchas veces por ahí, aceptar aguantar, te permite dar un paso atrás pero por ahí luego dar unos cuantos más adelante y eso es mucho más viejo.
Agradecerles la presencia de todos ustedes, "Mel" y Xiomara, el apoyo de siempre, el apoyo inquebrantable de nuestro país, no a Mel, a Xiomara, sino a la democracia como un valor irrenunciable. (APLAUSOS)
Otro aprendizaje que también hicimos, por lo menos nuestra generación, a valorar la democracia como el único ámbito posible en el cual podemos mejorar las cosas, con todas las contradicciones, con todas las limitaciones. Pero el único ámbito y que muchas veces, aquello que alguna vez algunos creyeron en tanto peor, tanto mejor, no es así. Tanto peor es mucho peor.
Por eso hemos comprendido que la valorización del ámbito democrático es muy importantes y miren qué importante será que estamos viendo lo que está pasando en Honduras y, por eso, nuestra decisión inquebrantable del no reconocimiento a un gobierno que no lo es y que no fue votado y que no fue producto de elecciones libres porque sería convalidar algo con lo cual nunca estuvimos de acuerdo y lo vamos a seguir sosteniendo.
Agradecerles a todos y a todas la presencia aquí en Buenos Aires, sé que mañana se van a encontrar con otra persona -personaje iba a decir, sí es medio personaje también-, con el Secretario General de la UNASUR y estamos muy contentos con el encuentro de Santa Marta. Ahí el compañero Chávez nos mandó la campera de Santa Marta de regalo.
Esto es una anécdota, una conversación que tuve con Hugo el otro día por teléfono. Se ve que en Santa Marta, Kirchner me contó, cuando bajó "acá hay 450 grados de calor". Se imaginan un pingüino en Santa Marta, era feroz. Cuando yo veía a todo el mundo bien caribeño, todos en camisita blanca y pantaloncito blanco y lo veo bajar a Hugo con esa campera que debía tener un calor que se moría y al otro con un traje y corbata, digo yo "pero son dos locos".
La verdad que fue una experiencia muy importante y fue además muy aleccionadora porque pudimos arribar a un acuerdo entre dos países hermanos con todo lo que sabemos que ha pasado y que pasa, pero que es imprescindible que la región, la América del Sur, sea territorio de paz, porque sabemos que cualquier otro escenario, es absolutamente contrario a los intereses de todos y cada uno de los gobiernos que integran este espacio que es la América del Sur y en el cual hemos logrado muchas cosas.
Por eso -bueno, él se los va a contar mañana, yo soy la Presidenta de la República Argentina y él es el Secretario General de la UNASUR-, estamos muy contentos con todo lo que hemos todos aportado para que esto pudiera tener -no voy a decir "happy end" porque va a quedar feo- un final feliz, nunca hubiera sido un "happy end", si un final feliz.
Así que, agradecerles la presencia y desearles muy buena estadía en la República Argentina.
Gracias. (APLAUSOS)