Palabras del Jefe de Gabinete en el aniversario del fallecimiento del Libertador general José de San Martín

PALABRAS DEL JEFE DE GABINETE, ANIBAL FERNÁNDEZ EN EL ACTO CONMEMORATIVO POR EL 160 ANIVERSARIO DEL FALLECIMIENTO DEL LIBERTADOR JOSÉ DE SAN MARTÍN, EN YAPEYÚ, PROVINCIA DE CORRIENTES.

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Señor Gobernador de la provincia de Corrientes, querido amigo Ricardo Colombi; señora ministra de Defensa Nilda Garré; señor ministro de Educación Alberto Sileoni; señor Secretario de Cultura Jorge Coscia; señores y señoras miembros del Poder Ejecutivo provincial; fuerzas armadas, colegios, público presente: en el marco del Bicentenario de la Patria es un honor personal poder representar en este acto a la señora Presidenta de la Nación Argentina, en ocasión de rendir homenaje al General Don José de San Martín en el 160 aniversario de su tránsito a la inmortalidad.

 

Para todos los argentinos, menos para el que silba, y para quienes abrevamos en el movimiento nacional ha sido una constante la necesidad de expresar vivamente nuestro homenaje, reconocimiento y devoción de argentinos. Veíamos que en el 160 aniversario era imperioso comprender el mensaje que traía esta fecha y este homenaje que estamos tratando de rendirle todos los argentinos, a los que nos importa lo que realmente ha sucedido. Y me remonté a 1950, el primer centenario, un icono como lo es el 160 aniversario, el centésimo sexagésimo aniversario. Por entonces se dictó una ley, la 13.661, del 24 de octubre de 1949, declarando el Año del Libertador del General San Martín, a 1950. Se disponían una serie de actos en su honor particularmente, y en su inciso F de todas las órdenes que se llevaron a la práctica para cumplir con el justo homenaje a nuestro Libertador daba la instrucción de la reconstrucción de la casa donde había nacido aquí, en Yapeyú, el Libertador.

 

Ese 17 de agosto, el presidente de la Nación Juan Perón para nada improvisado admirador del Libertador, montado en el pinto, que todos han conocido por la foto, encabezó el desfile, todo un símbolo. Y decía: "como no concibo a un hombre sin alma, nunca he concebido un conductor sin causa, la grandeza de este hombre de Yapeyú, de este correntino de ley, fue precisamente haber sido hombre de la causa: la independencia de la Patria. Él sólo fue el hombre de una causa, la causa de la Patria".

 

En sus afanes por la independencia, el Libertador San Martín afirmaba que "lo único importante era existir como Nación y luego ver cómo existir. Porque empezar a existir ya era el camino de una conducta, era un camino de la existencia y eso era lo imperioso conseguir en aquel momento, existir como Nación y marcar ese camino para después definir cómo existir". En tal sentido, adoptó una manera de empezar a existir, la manera de vivir su propia vida y nos infundió con ello para todo la historia una manera de ser.

 

Decía: "pueblo soberano en el concierto de la humanidad, la manera de la dignidad, de la justicia, del desinterés, de la generosidad, de la soberanía sin egoísmos, la manera argentina de ser lo que debe ser o no será nada". En lo más intrínseco de la causa sanmartiniana, en su dimensión histórico política deben remarcarse varios aspectos fundamentales del concepto de independencia: la situación histórica de América del Sur, de principios del siglo XIX, se cruzaban proyectos independentistas de distinta naturaleza. San Martín y Bolívar sostenían la independencia de España y de toda otra dominación, por parte de cualquier metrópoli sustitutiva; el proyecto libertador era de magnitud continental, como fueron ratificados después del triunfo de Maipú, en 1818. Él mismo dirá al General O'Higgins: "no me pertenezco a mí mismo, sino a la causa del continente americano". ¿Cuánta grandeza la de ese correntino, de ese correntino de Yapeyú, del Libertador General San Martín?

 

Lo hemos visto -como dijo el Intendente y el ministro de Educación - como maestro, como jefe, como artesano, como político, como gobernante, como estadista y como guerrero. Los hombres superiores sirven para dirigir todo eso; después de ellos venimos los hombres comunes que - bien dirigidos - servimos para todo o para nada.

 

Cerca de la muerte, en 1848, desde su destierro, en carta al Mariscal peruano Ramón Castilla y al referirse a sus campañas militares, él sostiene: "en diez años de mi carrera política, en diferentes mandos y Estados, la política que seguí fue invariable: mirar a dos Estados americanos en que las fuerzas a mi mando penetraron como Estados hermanos"; una Patria Grande, una Patria que se definió hace 50 años como Latinoamérica ahora o nunca; una Patria que hoy se puede concebir como el UNASUR donde todos en ese UNASUR estamos comprendidos intentando definir y esclarecer que esta América morena nos comprende a todos. Esa participación específica de político, de estadista, le hizo ver cosas que otros no veían; hombres como Rivadavia que en ese concepto tan amañado del liberalismo dejó de lado las cosas importantes que hacían la cuestión de Patria.

 

Por primera vez llegan los enviados del Vaticano, en 1824, Monseñor Mussi, que de ninguna manera es reconocido por Rivadavia y si es reconocido por el General San Martín. Con Monseñor Mussi representante del Vaticano venía un joven, estamos hablando de 1824, que casi 20 años después, será Pio Nono, será un Papa que cada vez iba un argentino le hablaba de lo que había sucedido en aquel momento y de la importancia que él le asignaba a la Virgen de Luján, conceptos que hablan de un hombre que es capaz de trascender a lo propio, que es capaz de ratificar y sostener que lo más importante es lo que nos importa a todos, desprendiéndose hasta de lo más importante que pueda tener. Y lo ha demostrado en Cuyo, lo ha demostrado en Chile y lo ha demostrado en Perú, lo ha demostrado en Guayaquil desprendiéndose y lo ha demostrado cuando intentando llegar a Buenos Aires es advertido - por la propia gente de su pueblo y por el Gobernador Estanislao López, de Santa Fe, de que pesaba sobre él un plan maquiavélico, un plan perjudicial, un plan destinado a no permitirle que avanzara un pensamiento de esta característica para la Argentina que intentaba otra cosa, y seguramente se iba a llevar su vida. Entonces recogió a su gente, recogió a su hija y se retiró, no sin antes haber trabajado para cada uno de los puntos que habíamos marcado.

 

Fundador de escuelas y redactor de programas de enseñanza, se destaca por su casi obsesiva preocupación por la fundación de bibliotecas; formó un ejército de la nada con el concepto de Nación en armas, reconocido por los principales estrategas recién un siglo después. Como Napoleón, en Europa, ha sido un revolucionario en los métodos de guerra en esta parte del mundo; el profundo concepto de independencia de la América morena y la oposición a cualquier  otra dominación de cualquier metrópoli sustitutiva lo lleva a negar el sable, que hoy vemos su réplica, a Don Juan Manuel de Rosas por la firmeza que ha sostenido el honor de la República contra las injustas pretensiones de los extranjeros que han tratado de humillarla.

 

Volverá de Guayaquil con la intención de afincarse en Buenos Aires, pero sus planes le dan como gráfica que se tiene que ir, injusto que el que nosotros hoy llamamos Padre de la Patria y los estrategas lo reconocen cien años después, que no reconoce mácula, que no ha dejado nada por dar en beneficio de la Patria se haya tenido que ir. Rivadavia se lo impide y es el Gobernador Estanislao López quien lo pone en claro de la situación que pesa sobre él; pasa a buscar a su hija y se va a Europa; vive de prestado en Granbourg y con poca fortuna termina en una casa de Boulogne-Sur-Mer, camino a Gran Bretaña donde seguramente pasó los últimos momentos de su vida.

 

Venimos nosotros responsablemente, como argentinos, a reconocer a quien nos ha dado todo y no ha pedido nada, al que ha sido el que sobresalió entre nosotros, al que ha quedado en el reconocimiento de todos, absolutamente de todos, como el más grande, venimos a reconocerle a este correntino de ley, a este hombre de Yapeyú, a este argentino que nos representa en lo más alto que un pueblo entero lo reconoce, un pueblo entero lo admira y un pueblo entero lo homenajea cada vez que tiene oportunidad en cada una de las escuelas de nuestro propio país. No sólo sucede eso aquí, sino también en Chile y en Perú; ha trascendido porque lo ha hecho con todas sus fuerzas y el tiempo no borra ese concepto. Y nosotros orgullosos de él venimos a reconocerlo y a hacerle el homenaje en su tierra. Y como Corrientes tiene vida habrá de llegarle a su corazón el mensaje de un pueblo agradecido en su historia, en sus principios y en su futuro, que no ha dejado de pensar nunca que no va a dejar de hacerlo porque como ejemplo basta su propia historia.

 

¡Que Dios los bendiga! (APLAUSOS).