Gracias, muchas gracias, muy buenas tardes a todos y a todas; señor secretario general de la Unión de Empleados Judiciales de la Nación; señor secretario general de la CGT; señor ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Doctor Raúl Zaffaroni; señores y señoras magistrados presentes; funcionarios y funcionarias judiciales; trabajadores; aquí veo pañuelos blancos también: creo que los dos temas que han abordado hoy, en dos paneles diferentes: derechos humanos en la República Argentina y por otra parte independencia del Poder Judicial frente al poder político y los poderes económicos también creo que son los dos grandes temas que han teñido - por así decirlo - la segunda centuria que estamos terminando, porque en realidad estamos festejando los 200 años y el próximo va a ser el primer año de nuestra tercera centuria. Y creo sinceramente que a la luz de lo que hemos construido en estos últimos tiempos, como presidenta de la Nación, puedo venir a este encuentro entre funcionarios judiciales, trabajadores, también el hecho de que un Magistrado, un ministro de la Corte esté sentado aquí, en un encuentro de los trabajadores, también revela que hay un nuevo tiempo y una nueva etapa, en la República Argentina. (APLAUSOS). Yo le agradezco la presencia al Doctor Raúl Zaffaroni.
Derechos humanos que durante algún tiempo creímos que iba a ser imposible llegar a juzgar los delitos de lesa humanidad, que habían teñido el país, fundamentalmente a partir del 24 de marzo de 1976. Sin embargo, la obstinada terquedad - aunque parezca una redundancia - de las organizaciones de derechos humanos y también la decisión política de los tres poderes del Estado de dar vuelta esa página y a partir de la anulación en la sede legislativa de las Leyes de Obediencia Debida y Punto Final y también de lo resuelto por la Suprema Corte de Justicia de la Nación en el sentido de decretar la inconstitucionalidad de la impunidad, como no podía ser de otra manera, porque en realidad ambas leyes, junto a los indultos, pero fundamentalmente las leyes y por qué hago hincapié sobre las leyes, nos había remitido - a lo que yo denomino - una sociedad predemocrática.
Porque es cierto que cualquier persona que haya cometido un delito por más grave y terrible que este haya sido puede - no solamente en la Argentina sino en distintas partes del mundo- quedar impune porque pudo escapar o porque no lo descubrieron, pero que alguien quede impune de atroces delitos por decisión de los cuerpos que representan la voluntad popular, en definitiva la República, uno de los tres poderes del Estado, nos remitía a una sociedad predemocrática.
Por eso siempre sostuve que esta cuestión no era propiedad de ninguna ideología, no era una cuestión de derechas o de izquierdas, era simplemente si los argentinos queríamos o no vivir en una sociedad democrática, donde los delitos de lesa humanidad son imprescriptibles y por lo tanto deben ser juzgados por los jueces de la Constitución y con todas las garantías que esa Constitución otorga a todos sus ciudadanos, cualquiera hayan sido los hechos que éstos hayan cometido.
Por eso tengo la tranquilidad - como ciudadana argentina y como presidenta de la República- que el camino de la democracia es este, que no es el de la venganza y que es la actitud ejemplarizadora de las organizaciones de derechos humanos. Cuando me tocó abordar este tema como legisladora, sentada en mi banca de senadora, sostuve que yo no sé cuál hubiera sido mi reacción si me hubieran desaparecido a mis dos hijos y si ni siquiera supiera dónde están porque en definitiva ni siquiera desde el interior de la persona humana se puede realizar el duelo de llevar una flor o llorar, si no querés llevar una flor frente al recuerdo de los que ya no están. Yo no sé si hubiera tenido tanta paciencia, yo no sé si hubiera reclamado únicamente justicia. Por eso yo creo que la actitud valiente, serena, firme y democrática de Madres, de Abuelas y del resto de las organizaciones de los derechos humanos es un ejemplo en el mundo. (APLAUSOS).
Y hoy, luego de varios años de dificultades, que también no podemos negarlo porque sería querer ocultar las cosas debajo de la alfombra y si algo no debemos hacer es ocultar nada debajo de la alfombra. Lo cierto es que por, muchas veces, decisiones de magistrados se demoraron y se retardaron muchos de esos juicios, inclusive en algunas jurisdicciones - recién ahora- van a comenzar algunos de ellos. Pero lo cierto es que los argentinos, en siete años, hemos revertido la impunidad y hoy juicios que parecían que jamás iban a empezar, juicios realmente emblemáticos en distintas regiones del país, uno puede también todavía estremecerse ante la crudeza y la brutalidad de muchísimos testimonios de los testigos que acuden citados por los señores jueces, nos remiten que estábamos en el camino acertado, hacerlo con madurez, seriedad, sin estridencias y con la Constitución en la mano, algo que nunca debemos dejar nunca más de lado.
Esto también nos remite a otra cuestión - y yo lo he dicho cuando organizábamos los festejos del Bicentenario - ustedes recordarán aquel trayecto, aquella representación simbólica de lo que habían sido los golpes de Estado, en la República Argentina. En el guión original estaba esa Constitución que se encendía, había un sillón presidencial, que luego tornamos en urna porque un sillón presidencial remitía únicamente al Poder Ejecutivo, en cambio las urnas remiten a todos aquellos organismos de la Constitución (Poder Legislativo y Poder Ejecutivo), que son elegidos merced al voto popular, que también se incendiaba. También estaba la balanza de la Justicia, que también estaba en el guión original que se prendía fuego, junto a los otros dos poderes.
Y yo les dije que lo corrigieran que no era así, que no era la verdad histórica. Porque uno de los problemas más graves que hemos tenido en el siglo XX es que, a partir del fallo de la Corte Suprema, de 1930, contra el golpe de Estado, que sufre Don Hipólito Irigoyen se sanciona la denominada doctrina de los gobiernos de facto, y precisamente esto lo hace una Corte Suprema y esto no podíamos esconderlo debajo de la alfombra o mirar hacia otro lado; lo que no quita igualar a todos, lo que no quita también reconocer la existencia de Magistrados que jugaron papeles importantes en salvar vidas, pero también - y tal vez en algunas de las causas que hoy están en curso se descubre que en una sociedad como la argentina con el grado de desarrollo institucional, que tenía y tiene la Argentina, con el grado de calidad y capacitación de los recursos humanos del conjunto de su sociedad hubiera sido imposible hacer las cosas que se hicieron, si no hubiera habido cierto grado de complicidad de sectores de la sociedad y también de sectores de la Justicia.
Y esto es lo que tenemos que analizar y abordar, sin estridencias, sin dedos acusadores, pero con la firme convicción de que en esta centuria, en esta tercera centuria que estamos a punto de iniciar, hechos como esto nunca más van a volver a suceder. Pero esto no es solamente la decisión política de un partido, o de quien preside los destinos de la República, debe ser la decisión unánime de una sociedad en su conjunto en todos sus estamentos. (APLAUSOS). Porque es cierto que fueron militares los que dieron el golpe de Estado y también los que estaban cometiendo estos delitos de lesa humanidad, pero también es cierto que se hizo en nombre de un proyecto político y económico.
Y fíjense que todavía aún así hay diferencias porque quienes están condenados o siendo juzgados, si son militares, están en penales como el de Marcos Paz. Yo siempre digo Etchecolatz está en el penal de Marcos Paz, pero Martínez de Hoz está en el Edificio Kavanagh. Y entonces todavía hay diferencias, según quién sea, en los juzgados. Esto también debe servirles a quienes fueron instrumento y que no los exime de responsabilidades de advertir que no podemos más desde los distintos sectores de la sociedad, fundamentalmente desde los sectores medios, tal vez los más volubles, tal vez los más influenciables a la hora de adoptar posiciones frente a determinadas cuestiones, de servir a proyectos que en definitiva terminan beneficiando apenas a un puñado de poderosos y concentrados intereses económicos y terminan sepultando a la mayoría de la sociedad argentina. (APLAUSOS).
Y vamos a hacerlo sin estridencias, y vincularlo con la segunda parte, porque - como yo digo - todo tiene que ver con todo; no hay casualidades, hay causalidades. Y el segundo tema tiene que ver con la independencia del Poder Judicial del poder político y de los poderes económicos, reza así por lo menos lo que fue el segundo tema. Y esto es una cosa muy interesante porque también esta presidenta puede decir que nunca hubo en la República Argentina un ejemplo en lo que a Constitución de Corte Suprema e independencia de la Corte Suprema de Justicia hubo como cuando se designó y se utilizó un procedimiento del Decreto 222 para designar a los nuevos miembros de la Corte.
Nunca un presidente, por supuesto no de la dictadura, tampoco los de la democracia, pusieron gente capacitada, pero que los conocían o eran muy amigos. Nunca un presidente designó Magistrados o Ministros o Ministras a los que realmente no conocía y que además fueron sometidos a un proceso de consideración renunciando a la facultad que le es propia, a quien es titular del Poder Ejecutivo; esto no es ningún abuso del poder, es una facultad que la Constitución otorga a quien preside los destinos de la República de proponer ante el Senado de la Nación y obtener los dos tercios de los votos, para designar a miembros de la Corte. El gobierno anterior, encabezado por el ex presidente Néstor Kirchner, del cual realmente como tampoco nunca se renunció a la posibilidad de seguir nombrando miembros y este si es un proyecto de esta presidenta, cuando era senadora, de remitir a los cincos miembros originales de modo tal que, cuando por renuncia o por otras cuestiones, quedarán vacantes en la Corte, se volviera al número original de cinco. Los demás gobiernos democráticos - todos - aumentaron el número de miembros de la Corte: el de 1983 y también el de 1989. Fue nuestro gobierno - cuando hablo de nuestro gobierno hablo del gobierno de los que compartimos - como dice Julio Piumato, este proyecto que me enorgullezco de adjetivarlo como nacional y popular. (APLAUSOS)
Quiero decir entonces que la independencia del Poder Judicial en su máxima expresión - que es uno de los tres poderes del Estado, el tercer poder, el que dirime si hay ejercicios abusivos o contradictorios entre los otros dos poderes - se designó de manera única como nunca se había registrado en toda la historia argentina. Pero es bueno también definir qué es independencia. Porque en definitiva estamos hablando del Poder Judicial que es uno de los tres poderes del Estado, un poder que debe ser independiente del Gobierno, pero nunca de los intereses del Estado, porque el Estado somos absolutamente todos los que vivimos en la República Argentina. El Gobierno es el que tiene la responsabilidad de administrar y gestionar, en el marco de las facultades que le asigna la Constitución. Pero el Poder Judicial es una de las patas del Estado y por lo tanto sus decisiones, su política judicial tiene que ser siempre apuntando a la preservación del Estado y a la estabilidad y sustentabilidad institucional de ese Estado. Por eso digo que cuando hablamos de independencia del poder político debe ser de todos los políticos, no solamente del oficialismo, sino también de la oposición. No puede haber una Justicia oficialista, pero tampoco debe haber una Justicia opositora, debe haber Justicia, sin aditamentos. (APLAUSOS).
Episodios como los que vivimos en el verano, en el verano de las reservas - podríamos decirlo - yo creo que quedará así en la historia: el verano de las reservas del Central. ¿Qué veranito? Bueno todos sabemos lo qué pasó, todos sabemos los intereses que se jugaron cuando se comenzaron a descubrir quiénes actuaban. No quiero decir nombres, todos los conocemos; todos sabemos también los intereses que se movilizaron, los antagonismos o los intereses - y cuando hablo de intereses aquí sí ya hablo de intereses en el estricto término que me establece el Código de Procedimiento cuando establece que un Magistrado, cuando tiene intereses contradictorios, debe apartarse de la causa. La verdad que cuando pasó esto nosotros no sabíamos de algunas circunstancias que luego aparecieron. Pero no importa, sirva de ejemplo para entender de lo que estamos hablando.
Y la verdad que hubiera sido muy perjudicial, no para el Gobierno, sino para el Estado que esa situación se hubiera congelado y hubiéramos tenido, por ejemplo, que recurrir a financiamientos externo o a planes de ajuste interno para poder llevar adelante lo que tenemos que hacer como Estado Nacional: pagar las deudas que se defaultearon en el año 2001. Doy esto como ejemplo, para pasar al segundo exactamente nivel de independencia y que es el de los poderes económicos. Y aquí me permito una digresión porque yo quiero hacer también una diferencia entre política y poder económico.
La política cuando se somete al voto de las urnas tiene una legitimidad de las que carecen los poderes concentrados de la economía que normalmente se heredan o se transfieren a través de acciones nominativas o no, en la República Argentina. Nadie vota a los dueños del poder económico, pero ellos sí toman decisiones todos los días sobre nuestras vidas concretas, sobre las cuestiones cotidianas de la gente. Por eso digo que el Poder Judicial debe tener frente al poder económico una independencia, aún más transparente si se quiere que frente al poder político. (APLAUSOS). Porque, en definitiva, y lo podemos ver, por ejemplo, aquí hay muchos magistrados y saben y entienden de lo que yo estoy hablando, lo que pasa con la política judicial, por ejemplo, en un lugar como Estados Unidos que es, precisamente, el modelo desde nosotros venimos constitucionalmente, una Constitución casi copiada de la estadounidense, y donde en realidad, el Poder Judicial tiene una política judicial que no quiere decir alineamiento con el gobierno, sino fundamentalmente, con el sistema institucional norteamericano, de modo tal de dar sustentabilidad y viabilidad a toda la sociedad.
Por eso digo que no es para horrorizarse la consulta entre los poderes del Estado, entre los jueces, entre los legisladores -estoy hablando de la cúpula de los poderes-, para solucionar no cuestiones particulares, no cuestiones que tienen que ver con el interés de fulanito o menganito, sino con las cuestiones que tienen que ver con los intereses de todos los argentinos, la cuestiones que nosotros denominamos de gravedad institucional. Y que no es gravedad institucional porque se viene el mundo abajo, sino de gravedad institucional por el impacto que en el corto, mediano o largo plazo pueden tener determinadas decisiones en la economía y en la sociedad.
Tenemos que madurar los argentinos; saber que, en definitiva, lo que tenemos que preservar es una sociedad democrática donde la política, que se expresa además a través de los dos poderes, el Ejecutivo y el Legislativo, que son en definitiva también los que acuerdan quiénes son los jueces y luego estos tienen la garantía de su inamovilidad para que nadie pueda ser presionado, poder administrar y gestionar correctamente el Estado. Este debe ser el objetivo macro de los poderes.
Luego está lo cotidiano, lo que está como impactar en la vida de todos los argentinos en lo cotidiano en materia de seguridad, que no significa por allí reclamar leyes más duras. Yo estoy convencida de que si se cumplieran las que están vigentes en el Código Penal y en los códigos de Procedimiento, bastaría para tener una sociedad también más segura. (APLAUSOS)
Me tocó pasar la experiencia como legisladora de todas las etapas, desde 1995, que fui legisladora nacional por primera vez, y realmente las leyes, por lo menos las que han marcado etapas institucionales y que van a quedar en la memoria de mucha gente, siempre respondieron a realidad de la sociedad, inclusive aquellas que no me gustaron.
Porque cuando muchas veces charlamos con los compañeros de la Confederación General del Trabajo acerca de lo que fue el Consenso de Washington, el rol privatizador que se dio sobre todo el Estado y que fue convalidado también a favor de los intereses concentrados de la economía. No nos engañemos, había también un consenso de la sociedad o de una parte importante de la sociedad que votó esas políticas porque la habían convencido de que el Estado era algo malo, tanto como aquella propaganda de las sillas -no las voy a olvidar nunca- de la dictadura donde había varias sillas y una se sentaba en la que decía: "Argentina" y se caía y luego se sentaba en la que decía un país extranjero del cual venía esa silla y estaba fantástico.
Por eso creo que la Justicia, que los demás poderes del Estado no son distintos a la sociedad que representan. Tienen las mejores cosas y las peores cosas de esa sociedad. Creer que desde un sector únicamente se es responsable de todo lo que ha pasado o que pasa en la República Argentina, es ignorar realmente la necesidad que tenemos como sociedad de seguir creciendo para que nuestras propias instituciones crezcan. Vamos a tener mejores instituciones en la medida que seamos también una mejor sociedad. (APLAUSOS)
Esto es clave que lo entendamos, porque hay una característica muchas veces en todos nosotros de demandar a los demás lo que nosotros muchas veces no somos capaces de hacer o no tenemos ganas de hacer.
Yo siempre tengo una frase, me encantó la frase última tuya, esa reformulación que hiciste sobre los magistrados, pero yo siempre digo: son todos socialistas con la plata del Estado, es una cosa muy típica en la Argentina. (APLAUSOS) Viste que no encontrás a nadie de derecha, si le decís a alguien que es de derecha o conservador y se enoja, entonces alguien que es de derecha se enoja. Vos, en cambio, vas a Estados Unidos...
A mí me visitó una vez una delegación de legisladores norteamericanos, entre los que había republicanos y demócratas y yo me acuerdo que hice un comentario a una legisladora republicana, bueno, que son un poco más conservadores, no quise ser tan brutal como el señor Secretario General, no es muy conciliador el señor Secretario General de Judiciales, y quise, bueno, decir "bueno, es un poco más conservador". "No, no, no -me dice- yo no soy un poco más conservadora -una mujer era-, yo soy muy conservadora" me dijo. No me lo voy a olvidar nunca y lo dijo con orgullo. ¿Y saben qué? Me encantó, me encanta la gente que se hace cargo de lo que piensa y no se disfraza de una cosa que no es, me encanta. (APLAUSOS) Es muchos más fácil hablar, resolver, decidir, acordar.
Pero en la Argentina pasa algo muy curioso. En todos los demás países vos encontrás partidos que se definen como de derecha o conservadores, en la Argentina no, son todos del centro para la izquierda, del centro para allá no hay nadie. ¿Raro no?
Bueno, esto parte de estas cosas que yo vengo contando y casi sociológicamente mirarnos un poco y aprovechar este Bicentenaria para hacer un ejercicio que va más allá de la Justicia, sino que nos involucra a todos. Obviamente, la Justicia tiene el gran rol de equilibrar y reparar, pero fundamentalmente, equilibrar en la sociedad el inmenso poder de las concentraciones y corporaciones económicas frente al resto de la sociedad.
Por eso, cuando en otro debate que también tiñó a buena parte de la sociedad y que participaron fundamentalmente los sectores medios como fue la Ley de Medios Audiovisuales, que también era una cosa que nadie podía explicar cómo se podía impedir la aplicación de una ley a través de una medida cautelar.
A mí me enseñaron en la facultad que sancionada una ley, la única manera de que no se puede aplicar es que alguien -un juez de la Nación, por supuesto- la declare inconstitucional.
Ahora, plantear medidas cautelares como las que se plantearon por parte de quienes habían perdido la votación para impedir el ejercicio de una ley sancionada por amplia mayoría y que, además, apunta y tiene una clara utilidad social como es evitar la concentración económica, lo mismo que se da en todos los tipos de regulación de los servicios públicos, que se da en materia de teléfonos, que se da en materia de tantísimas otras cosas en las cuales hay leyes muy claras y que pasa en todo el mundo. Todos pudimos ver como Bill Gates, nada más ni nada menos, tuvo que desinvertir por imperio de la ley americana a la cual nadie podrá acusar de socializante por cierto.
Entonces, el gran rol equiparador y equilibrador está precisamente en la Justicia y en la aplicación del Derecho. Si hay alguna ley, que la puede haber, si hay alguna decisión del Poder Ejecutivo, que la puede haber, que vulnere derechos y garantías establecidos por nuestra Constitución Nacional, la función de los jueces de la Nación es declarar su inconstitucionalidad. Pero de ninguna manera restringir el ejercicio que la Constitución le da a un Poder Legislativo o a un Poder Ejecutivo para ejercer los derechos del conjunto de la sociedad y no solamente de un grupo minúsculo. (APLAUSOS)
Por eso creo que este primer semestre de lo que yo denomino el Derecho cautelar, una creación argentina; hemos inventado la Birome, que sé yo, cosas fantásticas y otras no tantas. Si uno explica esto en cualquier...Es más, medidas cautelares que se plantearon en la Justicia antes de que se sancionara una ley por si se sancionaba una ley. Pasa, tienen nombre y apellido y causa y número y jueces que tramitan y hacen lugar o no hacen lugar, fiscales que hacen lugar o que no hacen lugar, como todo.
Pero si uno cuenta esto en cualquier sociedad medianamente organizada en términos institucionales y democráticos, no se lo pueden creer.
Por eso digo que yo estoy muy esperanzada que este comienzo de la tercera centuria le de una vuelta definitiva a esa página de la historia que vivimos, a esos 200 años complicados, con grandes glorias y también grandes tragedias y enfrentamientos.
Y tampoco crean. Hay una teoría que circula por ahí que dice que todo pasó a partir del peronismo en la República Argentina, todo lo malo y horrible. Los que leemos historia y somos apasionados de la historia, sabemos que esto no es así.
El otro día fui a La Rioja a conmemorar los derechos humanos recordando el asesinato de monseñor Angelelli y en la vez anterior que estuve en La Rioja, el Gobernador me había regalado un libro maravilloso del doctor Ricardo Mercado Luna, insospechado de ser peronista, de origen radical, un dirigente del radicalismo riojano -excelente libro, se los recomiendo-, "Los coroneles de Mitre", donde cuenta lo que sucedió en La Rioja entre el '62 y el '67, cómo fueron asesinados, degollados, torturados. Inclusive, me enteré de algo que no sabía -siempre uno sigue aprendiendo, aún las cosas horribles-, que se había inventado un tipo de tortura que se llamaba "cepo colombiano" porque lo había inventado un militar que había venido de Colombia y que constituía en dos rifles, uno que atravesaba por atrás a los detenidos y otro por abajo y luego, finalmente, con tientos que se iban humedeciendo y encogiendo y les quebraba la columna en dos o tres partes. Lo cuenta Mercado Luna.
Uno, leyendo las cosas que pasaron luego, las que sufrió Angelelli y tantísimos otros argentinos, advierte que hay un hilo conductor y que cuando hablamos de proyecto nacional y popular, por una cuestión dialéctica, hay otro proyecto que no es ni nacional ni popular y que se impuso a sangre y fuego, como pasó en La Rioja en el siglo XIX y en otras provincias argentinas y en el XX también contra gobiernos populares, desde el doctor Yrigoyen al gobierno del general Perón y luego también, al gobierno que estaba en el '75, del cual, por supuesto, no era simpatizante, pero era un gobierno elegido democráticamente. (APLAUSOS)
Digo entonces, que las cosas que pasaron, reitero, no fueron casualidad sino causalidades. Y están los otros.
Ya creo, luego de las cosas que hemos vivido, nadie piensa en golpes o asonadas militares; hoy, los modos de horadar, de perforar, de destruir, de desprestigiar las instituciones, no los partidos o el gobierno, las instituciones de la democracia, ya no son a través de fierros, tanques o fusiles. Hay instrumentos más sofisticados, lo que yo denomino el "arsenal mediático", que se da no solamente en la República Argentina, es un fenómeno mundial, tampoco nos creamos tan originales, es un fenómeno que cientistas importantes como Sartori y tantísimos otros, Ramonet, en fin, que dan clases científicamente, explican esto, pero tan letales como aquellos. Porque, en definitiva, cuando provocan derrumbes económicos, desastres económicos, es posible que nadie muera en prisión o en la cárcel, pero sí es posible que esa gente pierda el trabajo; o tal vez que sí, que el grado de miseria, finalmente, termine envolviendo a toda la sociedad como nos pasó en una gran tragedia como la que vivimos los argentinos.
Por eso, yo confío que todos los poderes del Estado, la sociedad, podamos construir una tercera centuria mucho mejor de los 200 años que nos precedieron.
No quiere decir que todo haya estado mal, en absoluto; pero creo que mirar y corregir en aquello que nos equivocamos y, fundamentalmente, no volver a repetir los errores, es la clave de vivir con una mejor Justicia, en una mejor sociedad y, por supuesto, en una mejor Argentina para todos.
Muchas gracias y muy buenas tardes. (APLAUSOS)