Muy buenas noches a todos y a todas: realmente estamos hoy en este nuevo encuentro, en esta nueva Cena de Camaradería de las Fuerzas Armadas en un momento irrepetible, estamos haciendo esta Cena de Camaradería en los 200 años, en el Bicentenario de la Patria, en los 200 años de una de sus armas, el Ejército, con lo cual estamos asistiendo al un evento ya no asistiremos la próxima vez que ocurra, salvo que algún evento científico tecnológico, que nos depare el siglo que venga nos permita estar a algunos o a todos juntos. Esto viene porque creo que tenemos una responsabilidad como actores de este Bicentenario y de este encuentro, al que yo denomino la Generación del Bicentenario, todos aquellos que tenemos responsabilidades institucionales, sociales, económicas, en fin todo lo que hace al espectro de la vida de un país, de retrospectiva pero también de prospectiva fundamentalmente, un ejercicio que comenzamos este 25 de mayo en forma inédita festejando y conmemorando, que luego también lo hice cuando en el Colegio Militar de la Nación recordé las cosas que habían sido gloriosas y las que no lo habían sido tanto nuestra historia.
Y precisamente creo que en esta nueva etapa que se inicia, que ya se ha iniciado, el año pasado en este mismo lugar definí como uno de los objetivos que tenían que tener nuestras Fuerzas Armadas era precisamente la protección de nuestros recursos naturales, que iban a ser una de las grandes batallas del siglo que venía. Y cuando uno ve algunas cosas que han sucedido y que están sucediendo en nuestro archipiélago austral advertimos que esta noción de cuidado de los recursos naturales no era solamente un ejercicio teórico, sino una dura realidad. Pero creo que el gran desafío que tenemos es volver a lograr lo que yo definí, el día 29 de mayo, como los momentos de gloria. ¿Cuáles fueron esos momentos de gloria? En los que hubo una muy fuerte interacción, casi una unidad de acción y unidad de concepción, también por así decirlo, entre nuestras Fuerzas Armadas y la sociedad, porque en definitiva ambas cosas se interrelacionan; cada uno de ustedes pertenece a la sociedad y pertenece al pueblo.
Cuando veíamos ese 25 de mayo representar esos momentos que fueron escogidos especialmente, el Cruce de los Andes; la Batalla de Obligado; el Éxodo jujeño, que podríamos haber tomado también porque cuando desfiló, por ejemplo, la industria nacional allí también - aunque no lo representamos en ese momento - hubo una muy fuerte interacción, una unidad de acción y de concepción entre nuestros hombres de armas y el pueblo, en definitiva quiénes eran en eso momento, gobiernos electos por voluntad popular. ¿Cuál es la clave entonces? Yo hoy he querido que en la mesa principal estuvieran sentados el ministro de Ciencia y Tecnología, el ministro de Salud y el ministro de Planificación Federal, obviamente, junto a la ministro de Defensa, a los titulares de cada arma y al titular del Comando General. Pero ¿cuál es la simbología de todo esto? Porque creo precisamente que es en la interacción que tenemos que realizar entre el ministerio de Defensa, como vértice de acuerdo a una nueva Ley de Defensa de las Fuerzas Armadas; el ministerio de Ciencia Tecnología; el ministerio de Salud y el ministerio de Planificación Federal los ejes concretos en acciones concretas, que tendremos que planificar y ejecutar con metas y objetivos.
Nuestras Fuerzas Armadas, en materia de salud, en materia de emergencias sanitarias han dado muestras de un profesionalismo, la verdad, admirable. Los he visto en Haití, pero también los he visto en Chile, en la emergencia inmediata y realmente - déjenme decirles - que me he sentido muy orgullosa del desempeño, de la eficiencia y del resultado que han alcanzado en misiones de carácter humanitario, vinculados a la sanidad, por ejemplo.
Creo que debemos darnos, junto con el misterio de Salud, una política dentro de nuestro país que también con Planificación podamos nuevamente interactuar entre la sociedad y nuestras Fuerzas Armadas, no solamente en cuestiones que tengan que ver con emergencias, sino también como una parte de la planificación sanitaria que pueda alcanzar a todo los rincones del país y poder ayudar a los sectores más vulnerables de nuestra sociedad. Ello sin perjuicio de lo que estuve charlando ayer con el ministro de Salud, la ministra de Defensa y el ministro de Ciencia y Tecnología; en los próximos planes que Ciencia y Tecnología debe desarrollar en materia de elaboración de medicamentos y también en la necesidad de ocupar nuestras Fuerzas Armadas, espacios físicos concretos en todo lo que desarrolle Ciencia y Tecnología como un brazo muy importante de este sector, que se vincula también, obviamente, a cuestiones de defensa, como las que ya se está llevando adelante en el sector de Planificación Federal, en el INVAP, en CONAE, en fin.
¿Mi idea cuál es? Creo que deberíamos conformar una Unidad de Planeamiento en estas cuatro áreas, que operativicen estas políticas que permitan volver a tener una interacción muy dinámica, muy profunda entre nuestras Fuerzas Armadas y todos los planos institucionales. Uno tiene - o por lo menos es lo que yo percibí desde que me tocó ejercer la primera magistratura - que producto de las cosas que han pasado en esta historia y que no voy a repetir, ya lo dije el primer día que estuve aquí, en la primera Cena de Camaradería, que Defensa era algo separado dentro de la propia organización estatal. Y yo creo que el gran desafío que tenemos en este Bicentenario es que Defensa, es decir nuestras Fuerzas Armadas - el verdadero concepto de defensa - vuelva a estar presente en todas aquellas áreas que están vinculadas a cuestiones estratégicas de nuestra sociedad y de nosotros mismos como Estado, en materia de planificación que nuestras Fuerzas Armadas no solamente estén en la tecnología de punta, como estamos haciendo y cómo nos tocó visitar en el INVAP, radares de uso civil o radares de uso militar, sino también viendo cómo podemos llegar a aquellos sectores, a aquellas regiones que todavía conservan fuertes asimetrías y poder ocupar toda la logística, todo el conocimiento y toda la fuerza que pueden y tienen los sectores específicos dentro de nuestras Fuerzas Armadas, para poder también abordar tareas específicas en materia de ingeniería, de comunicaciones y demás.
¿Cuál es entonces esta idea para este Bicentenario que creo que debemos implementar? Volver a ser la misma cosa, porque yo creo, como lo dije ese 29 de mayo en el Colegio Militar de la Nación, que precisamente cuando fuimos una misma y única cosa tanto nuestras Fuerzas Armadas como nuestro país alcanzaron sus mayores momentos de esplendor.
Y quiero volver a reconstruir eso que alguna vez fuimos. Cuando alguien decía el otro día que fuimos uno de los primeros cinco países en el mundo en construir un avión a reacción y luego hoy tenemos que comprar aviones afuera y por allí a países que ni siquiera tenían este tipo de emprendimientos cuando nosotros estábamos haciendo esta cosas en la República Argentina, me lleva a pensar, pero fundamentalmente más que a pensar a decidir, que tenemos que encarar precisamente en este Bicentenario una nueva planificación, un nuevo desarrollo estratégico conjunto en el cual nuestras Fuerzas Armadas estén, reitero, incorporadas en estas áreas estratégicas.
Creo que este modelo económico, político y social que comenzó en el año 2003 ha dado muestras además de su eficacia y resultado frente a crisis globales. Creo que la gran prueba del ácido, como normalmente se puede decir, ha sido precisamente el último cuatrimestre del año 2008 y todo el año 2009 en donde los modelos que nos vendieron y que muchos compraron, algunos de mala fe porque les convenía y otros de buena fe, porque siempre hubo una marcada tendencia a pensar que lo que venía de afuera o lo que se pensaba afuera era mejor de lo que éramos capaces nosotros mismos de crear, imaginar o planificar. Esto ha demostrado que no estábamos equivocados, que podíamos los argentinos tener un modelo de desarrollo económico que no negara nuestra vinculación con el mundo, sería absurdo plantear hoy una independencia total y absoluta, pero sí lo que siempre planteamos como una razonable y virtuosa autonomía en el sistema de decisiones de un país soberano, como tienen la mayoría de los países desarrollados.
Si hemos podido comprobar, si hemos podido verificar que no estábamos equivocados, que lo que estábamos planteando, la necesidad de desarrollo de un fuerte mercado interno, de una economía que diera mucha importancia a lo interno para que pudiera adquirir también importancia y sustentabilidad social, institucional y política el marcado sesgo exportador que también le queremos dar; que además queremos un sesgo exportador que no sea únicamente de productos primarios sino con gran valor agregado y que estamos revirtiendo el proceso de desindustrialización que vivió nuestro país, proceso del que también obviamente ustedes han sido tributarios, como el resto de los argentinos; si hemos podido verificar todas estas cosas creo que estamos en condiciones maduramente, seriamente, de poder abordar un nuevo modelo de desarrollo e interacción institucional en acciones prácticas, concretas y objetivas que vuelvan a armonizar a todo el arco institucional argentino, desde industria y comercio hasta planificación, hasta energía, fuerzas armadas, salud y educación. Volver a ser un Estado, que de esto se trata esencialmente lo que tenemos que plantearnos en este Bicentenario.
Nos estuvieron convenciendo durante los últimos 50 años del pasado siglo que el Estado no servía para nada y que en realidad molestaba a la economía, es curioso que hasta muchísimos hombres de armas, como muchísimos argentinos que visten de civil, pensaron que esto era cierto; pero es todavía más paradojal que se hayan podido dar en el seno de nuestras propias Fuerzas Armadas estas doctrinas de neoliberalismo, precisamente cuando el origen, la fuerza, el peso específico de estas Fuerzas Armadas siempre tuvo un rol preponderante en todas aquellas etapas donde hubo Estados fuertes, con crecimiento, con inserción en el sistema de decisión de la economía.
Pero bueno, son las cosas que tiene el mundo de la cultura y el mundo de las ideas, que muchas veces imponen subordinación cultural, que es la peor de todas. Yo siempre digo que no hay peor cosa que negarse a pensar desde adentro del país y para el propio país, y esto le ha pasado en mayor o menor medida a gran parte de la sociedad. Querer centrar en un solo sector la causa de todos los males suele ser un simplismo y reduccionismo inadecuados o una trampa tal vez para ocultar que hubo muchos más que también pensaron lo mismo y formaron parte del ejército de los "animémonos y vayan". Algunos fueron adelante y creo que el aprendizaje y el resultado ha sido para todos.
Por eso quería hablar de estas cosas en esta Cena de Camaradería de los 200 años, consciente de la necesidad de volver a infundir en todos nuestros hombres y mujeres, vistan uniforme o vistan de civil, la necesidad de pensar un país, de pensar una patria además, esa palabra que durante mucho tiempo fue dejada de lado; pensar en el pueblo también que es lo mismo, no hay patria sin pueblo ni pueblo sin patria. Creo que muchas veces cuando hablamos de la sociedad o hablamos del país en estos términos es casi una cosa muy aséptica, yo quiero volver a hablar de patria y de pueblo, como fue en los momentos en que pudimos conquistar nuestras más grandes y mejores victorias.
Por eso los invito a brindar en los 200 años del nacimiento de la patria en esta Cena de Camaradería de las Fuerzas Armadas, por la construcción de un país mejor para todos los argentinos, y cuando digo todos somos todos. Salud, muchas gracias.