Celebración del Bicentenario de la ciudad de Victoria

PALABRAS DE LA PRESIDENTA DE LA NACIÓN, CRISTINA FERNÁNDEZ, EN EL ACTO DEL BICENTENARIO DE LA CIUDAD DE VICTORIA, PROVINCIA DE ENTRE RIOS

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Muchas gracias; muy buenos días a todos y a todas en un día tan especial.

Señor Intendente; señor Gobernador; señoras y señores; abanderados de los colegios de Victoria: la verdad que cuando recién veía como se emocionaba el Intendente, me imagino que algo parecido me va a pasar a mí este 25 de Mayo, porque no sé si usted Intendente se da cuenta, pero la verdad que usted y yo somos dos privilegiados. Usted porque preside los 200 años de su ciudad, y yo porque me va a tocar presidir los 200 años de los argentinos, y la verdad que cuando uno ve estas cosas es tan grande la emoción, dar cuenta de 200 años no es fácil (Aplausos)

200 años en los cuales nos pasaron toda clase de cosas, buenas y malas, como pasan siempre en la vida, pero que en esta etapa que estamos atravesando, en un mundo muy difícil, la verdad que me permito sentirme muy orgullosa como argentina de lo que estamos construyendo entre todos: un modelo de país que nos es propio, que lo estamos haciendo sobre la base de cosas que nos salieron muy mal durante décadas, de errores, y queremos tener unos 100 años diferentes. Los próximos 100 años tienen que ser diferentes, tienen que ser de hombres y mujeres que más allá de sus ubicaciones políticas, partidarias, históricas, nos demos cuenta que es necesario tener objetivos comunes y tirar todos para el mismo lado, y después cada cuatro años la gente decide.

Pero como decía recién el Gobernador, un modelo de producción, un modelo de acumulación, un modelo de protección social, de seguridad social. Estas computadoras, que entregamos simbólicamente una pero que son para 175 chicos de la Escuela Técnica, los mismos chicos que me hicieron esa hermosa lámpara con las máquinas que seguramente pudieron comprar a partir de los fondos que desde el Ministerio de Educación de la Nación hemos girado a todas las escuelas técnicas, porque hemos puesto de nuevo en marcha en la República Argentina, a partir del año 2003, las escuelas técnicas, parece mentira. (Aplausos) Parece mentira, una cosa que está enraizada.

Yo lo escuchaba hablar de los inmigrantes, yo también soy nieta de inmigrantes y los inmigrantes que vinieron con los oficios de la vieja Europa, desde panaderos a constructores, albañiles, torneros, matriceros, en esa Argentina que en el primer siglo fue pastoril y solamente agro exportadora, fueron creando la conciencia industrial, la conciencia de incorporar valor agregado, porque el campo alcanzaba cuando éramos 4 ó 5 millones nada más, pero para 40 millones necesitamos generar muchos puestos de trabajo que solamente lo puede hacer la industria, la ciencia, la tecnología, el valor agregado. (Aplausos)

Entonces digo que estos 200 años tienen que ser la suma de esos dos siglos, la suma de la Argentina que tiene recursos naturales y dones que nos dio Dios, la tierra, el clima, la posibilidad de producir con una competitividad que no tienen otros países. Y los otros 100 que vinieron después, que fueron los de la industria, los del valor agregado, los de la universidad pública y gratuita para todos, como toda nuestra educación también que nos permite tener los recursos humanos tal vez más capacitados de toda la región, que lo decimos con mucho orgullo y que nos convierten en algo distintivo, porque me parece que estos 200 años tienen que ser de sumar, no de restar ni dividir, sino de sumar y multiplicar. (Aplausos) Y creo que sumar y multiplicar significa tener también una actitud diferente, una actitud de no boicotearnos nosotros mismos los argentinos y criticarnos siempre; no ser autocomplacientes, pero tener una mirada más indulgente con nosotros mismos, porque hemos hecho muchas cosas bien.

Y miren que en los últimos años nos decían algunos desde adentro y desde casi todos los países desarrollados del mundo que estábamos construyendo un modelo inviable, que en realidad el modelo era otro, que teníamos que mirar al Norte, a Europa o a Estados Unidos, y digo menos mal que no les hicimos caso, menos mal que apostamos a la Argentina, menos mal que apostamos a nosotros mismos, a nuestros trabajadores, a nuestras pequeñas y medianas empresas, a nuestros comerciantes, a nuestros productores, menos mal.

Menos mal que apostamos al trabajo y a la producción y no a la especulación; menos mal que apostamos a la educación y por eso logramos el presupuesto educativo más importante del que se tenga memoria en las últimas décadas. Menos mal que apostamos a nuestros jubilados y pensionados, a que nuestros viejos tengan un piso de protección social, inclusive aquellos que por distintas razones no habían podido acceder a su beneficio jubilatorio; menos mal que apostamos al trabajo y generamos 4 millones y medio de puestos de trabajo, convenios colectivos y un mercado interno fuerte que fue el que nos permitió capear el temporal mundial del año pasado, y que nos está permitiendo ahora, frente a otros países que desafortunadamente tienen varios y serios problemas, estar enfrentando un presente absolutamente diferente donde volvemos a recuperar la actividad económica.

Y este sumar y multiplicar nos obliga a todos a dar reconocimientos. Yo recién le decía el Intendente que quiero recordar a una persona aquí en esta ciudad, y que no se enojen los de mi partido, yo quiero recordar a Chacho Jaroslavsky (Aplausos) Y quiero recordar a ese hombre que no es de mi partido pero que era un hombre con mucha madurez y que siempre tendía a articular, a lograr acuerdos mínimos que beneficiaran a los argentinos.

Yo creo que este es el gran desafío que tenemos en el Bicentenario, reconocer las cosas que se han hecho bien. Seguramente habrá cosas para criticar, yo siempre digo que los únicos que no tienen cosas para criticar son los que nunca hicieron nada, los que toda la vida hemos trabajado y nos hemos comprometido siempre cometemos errores, cometemos por allí actitudes o gestos que no gustan, pero les pedimos a aquellos que han cometido gestos y actitudes que también han herido que todos nos replanteemos que tenemos que ser diferentes en este tiempo que viene de esta nueva Argentina, porque tenemos una oportunidad histórica. Esos dones que Dios nos ha dado, toda la inversión, la ciencia y la tecnología que nos han permitido darle a nuestra producción una competitividad sin par; todos nuestros recursos humanos altamente calificados; hace poco inauguraba un centro de exportaciones de software de una las firmas mundiales más reconocidas en materia de informática porque dicen que tenemos aquí un recurso humano inigualable.

Entonces de aquel Centenario en que exportábamos materias primas sin valor agregado a este Bicentenario en el que estamos exportando informática, software, que es el más alto valor agregado porque es todo conocimiento humano, es toda inteligencia humana, hemos dado un salto cualitativo importante. Aprovechemos estas cosas que hemos construido para seguir construyendo más y mejores cosas para nosotros, para nuestros hijos y también para la historia, porque en definitiva para los que hemos abrazado la carrera política, esa vocación que es la política tan denostada, pero que sigue siendo sin lugar a dudas el gran instrumento transformador de las sociedades, exige por parte de nosotros un gran compromiso. Y yo les puedo asegurar que tengo ese gran compromiso no solamente por lo que he pensado y militado desde muy joven, no solamente porque siempre me he sentido con gran responsabilidad hacia aquellos sectores más vulnerables, menos favorecidos, tal vez porque la vida a mí me dio cosas que ellos todavía no han podido obtener, y esto me hace ser agradecida. Mi abuela, que era inmigrante, siempre decía que es de bien nacido ser agradecido; yo soy muy agradecida por todo lo que he recibido de la Argentina (Aplausos). Educación gratuita y pública, que tal vez si hubiera vivido en otro país siendo hija de trabajadores no hubiera tenido; también la posibilidad de presidir los destinos de la patria, tal vez la más alta responsabilidad que puede tener un ciudadano.

Y créanme que voy a seguir haciendo honor a esa responsabilidad con mis convicciones, con mis ideas, que estoy segura absolutamente sirven para construir un país y un modelo de inclusión social, económica y cultural como no hemos tenido en muchas décadas. (Aplausos) Yo siempre digo: miren si será inclusivo este modelo que hasta contempla los intereses de los que no están de acuerdo con él, lo critican todos los días y sin embargo ha logrado beneficios económicos como nunca habían logrado en las últimas décadas. (Aplausos)

A veces me pregunto en qué hemos fallado tal vez y no hablo de nosotros, hablo de todas las generaciones que han tenido responsabilidades en la dirección de la patria, y yo no creo en la maldad por la maldad misma, no creo en esa división de buenos y malos, sí creo en aquellos que han sido subordinados cultural y mentalmente a otros modelos. Creo que tal vez esto haya influido tan negativamente en nuestros primeros 200 años, habernos hecho creer que los argentinos no valemos, que no podemos, que es mejor todo lo que viene de afuera que lo de adentro, y yo quiero terminar con esa maldición de creer que lo que viene de afuera es mejor que lo que nosotros somos capaces de construir, de crear, de imaginar, de soñar.

Por eso quiero que los próximos 100 años, que por supuesto obviamente no voy a ver la mayor parte de ellos, sean diferentes, y quiero contribuir haciendo ver, haciendo entender, porque muchas veces me ha tocado, como testigo de la Argentina, ver cómo muchos sectores sociales actuaban, aunque ustedes no lo puedan creer, en contra de sus propios intereses económicos, apoyando situaciones políticas o institucionales que finalmente terminaron derrumbando a la inmensa mayoría de los argentinos, por una sencilla razón, porque aquellos proyectos que le sirven solamente a un puñadito terminan destruyendo al conjunto de la sociedad. Este es el gran aprendizaje que tenemos que hacer de estos 200 años de historia.

Quiero decirles, pueblo de Victoria, de esta hermosa ciudad de Victoria, que estoy muy feliz de estar hoy aquí, Intendente, no me tuvo que traer el Gobernador, yo vine sola porque a mí no me lleva ni me trae de nadie (Aplausos) Vengo y voy sola, por ahí medio machucada, medio a los tumbos, pero siempre me he valido sola. Y no soy autosuficiente, no, sé que sola una no puede hacer nada, pero me refiero al hecho esencial de tener la fortaleza que hay que tener para ejercer la inmensa responsabilidad que uno tiene, porque se puede estar rodeada de millones pero la que tiene que tomar la decisión es una y la que después tiene que poner la cara también es una. (Aplausos) Y además porque siempre la he puesto, a diferencia de otros que tal vez se escudan en slogans o que ni siquiera les conocemos la cara pero sin embargo digitan pensamientos, mensajes e imágenes.

Esta es otra cosa que también quiero reivindicar para la política, que ponemos siempre la cara, cada dos años se renuevan los poderes legislativos y cada cuatro años intendentes gobernadores y un presidente van a elecciones y se someten a consideración de su pueblo. Esto no sucede con otros sectores de la sociedad, por eso yo valoro fundamentalmente la democracia y la política. (Aplausos).

Por eso quiero decirles en este hermoso cumpleaños número 200: feliz cumpleaños ciudad de Victoria y a seguir trabajando, poniendo el hombro, estudiando, produciendo, comerciando, trabajando para construir y seguir construyendo una Entre Ríos, una Victoria y una Argentina diferente. Vitoria y Argentina, qué hermosa conjunción de palabras, eso es lo que necesitamos en estos 200 años, una gran victoria argentina. Muchas gracias y feliz cumpleaños. (Aplausos)