Muy buenos días a todos y a todas: este es un momento que nos debíamos y al que nos habíamos comprometido, que era precisamente incorporar en este Salón de las Mujeres del Bicentenario, donde están nuestras heroínas de distintas a batallas culturales, batallas por la poesía, por la importancia de la mujer, por el rol de las mujer, batalladoras como Juana Azurduy.
He sido muy condecorada estos últimos 10 días: en Perú, en Bolivia, pero la verdad que esta condecoración, que se me otorga de Malvinas es una que tal vez llega al corazón, más que al honor, es al corazón.
La verdad que decidimos incorporar a nuestras Mujeres de Malvinas, a las madres, a las esposas, a las hijas, a las hermanas, a las novias, a todas aquellas que entregaron lo más querido, lo más cercano en la batalla por la defensa de la soberanía nacional en nuestras Islas Malvinas. Una batalla que va a ser eterna, que no va a ser - como fue en el pasado - por la fuerza; al contrario, vamos a dar una profunda batalla cultural, diplomática, política en todos los frentes, en todos los foros, con todos los instrumentos de derecho internacional y de nuestro propio derecho nacional en la defensa de nuestro patrimonio, que no solamente es territorial, sino que también es el manejo de nuestros recursos naturales, en el derecho que tenemos los argentinos a defender y a reclamar por lo que es nuestro, en lo que resulta - a todas luces inexplicable: pretender soberanía a 14.000 kilómetros de distancia, a 14.000 kilómetros de distancia no hay concepto de soberanía, el único concepto aplicable es el colonialismo, nada más, sencillo, sin tanta vuelta ni tanta palabra.
Es la fuerza de los hechos, de la historia, pero además la contundencia de la geografía la que define nuestra soberanía en nuestros derechos sobre las Islas Malvinas. Si con estos derechos que son jurídicos, geográficos e históricos vamos a seguir dando la batalla por lograr lo que las Naciones Unidas han ordenado: que el Reino Unido y nosotros nos sentemos a dialogar sobre la soberanía de las Islas Malvinas. Una y mil veces lo vamos a seguir reclamando y vamos a tomar todas las medidas - dentro del derecho internacional y del derecho nacional - precisamente para hacer valer esos derechos.
Yo quiero también referirme al hecho de esa fotografía maravillosa, que fue tomada en el cementerio de Darwin y que refleja la Gran Cruz, el cenotafio con el nombre de todos y cada uno de los 649 combatientes muertos y que están allí y que logramos, luego de varios años, ese viaje humanitario que por supuesto esperamos que no sea el último porque vamos a seguir trabajando para que puedan realizarse con mayor frecuencia, con la frecuencia que cada ser humano - cualquiera sea su nacionalidad, cualquiera sea su religión, cualquiera sea su color de piel, cualquiera sea su creencia - va a ver a su muertos (Aplausos). Este es un derecho del que nos puede privar nadie, desde Sófocles cuando a Antìgona no le permitían enterrar el cuerpo de su hermano, hay un derecho natural que está por sobre todo y que por lo tanto Reino Unido también va a tener que respetar, si es que quiere seguir sintiéndose parte de las naciones civilizadas de este mundo. Negarle el derecho a los familiares de los muertos en combate a ir frente a su tumba, poner una flor una vez al año o a llorar una vez al año - más allá de lo que lloran en sus casas - me parece que no hay política exterior que pueda justificar una violación a esos derechos que es una verdadera violación a los derechos humanos.
Y me gusta que estén aquí, me gusta que estén también cerca de las otras madres, de las Madres de plaza de Mayo, por esas cosas quedaron ahí, las unas al lado de la otras; en definitiva hay lazos invisibles que unen también eso porque en definitiva si uno se pone a pensar no tan finito, en realidad hay una ligazón de victimización, entre las unas y los otros y también entre los que ya no están y que todos lloran.
Por eso quería hacer este homenaje, a pocos días de cumplirse un nuevo 2 de abril, quería hacerlo además con optimismo y alegría porque creo que es la mejor manera de recordar a los que dieron su vida por la Patria, creo que hay que homenajearlos de esta manera: no cejando en el esfuerzo, por este Gobierno y por lo que vengan y todas las generaciones, con ese objetivo común que de una buena vez por todas entendamos la necesidad también de la convivencia entre los que viven en las Islas. No estamos pretendiendo que se vayan, han vivido allí toda su vida. Por eso la resolución de Naciones Unidas habla también respetando el derecho de los que habitan allí, si no queremos enfrentarnos, ni nosotros nos enfrentamos a ellos. Entonces es bueno que entiendan este mensaje de paz y de convivencia, pero de paz y convivencia reconociendo los derechos de nuestra Patria. Creo que es lo menos que podemos pedir y es lo que vamos a seguir haciendo incansablemente.
Yo quiero decirles a todos los familiares de nuestros caídos en Malvinas, que yo me siento muy cerca de todos ustedes, no solamente por circunstancias personal, porque me tocó estar ahí, sino porque yo siento profundamente a la causa Malvinas. Y como recién decía la señora de Cao pudimos separar el hecho de la dictadura, de lo que es en sí misma la gesta de Malvinas y los que fueron a morir allí por la Patria. Por la Patria hubo actitudes heroicas, es cierto que habrá habido actitudes reprobables, como siempre las hay en toda guerra. Pero también hubo actitudes heroicas de los pilotos, que marcaron una etapa en la aviación de guerra, volando casi al borde del agua y de su propia vida y muchos obviamente entregaron su vida: los combatientes y los otros, que también entregaron su vida.
Pero también es cierto que la mayoría de lo que entregaron su vida eran soldados, no eran hombres que hubieran dedicado su vida a las armas, el grueso de los muertos fueron gente del pueblo, como siempre, como en todas las luchas por la independencia siempre lo que han entregado su sangre han sido normalmente los más humildes: el pueblo, los que no tenían un lugar para decirle o esconderse, en el caso de la señora de Cao, que fue él quien decidió ir. Pero hubo otros que a lo mejor tuvieron que haber ido, pero tuvieron un pariente influyente, que impidió que fueran reclutados. Todos sabemos de qué estoy hablando y de la Argentina que hablando.
Por eso yo valoro mucho de eso y es una constante en las guerras por la independencia y la liberación nacional. Lo veía hace unos días, cuando estuve en Bolivia, y pude ver la bandera original de Manuel Belgrano, la bandera macha cuando todavía Bolivia era parte de nuestro territorio y de las provincias unidas del Río de la Plata, una bandera que recogieron ensangrentada en la batalla - no sé si en la derrota de Vilcapugio o de Ayohuma - y sobre esas dos grandes derrotas luego Belgrano construyó la gran victoria del Ejército del Norte. Y ahí está esa bandera con la sangre de los caídos en Vilcapugio y Ayohuma, que también eran los humildes, que también era el pueblo, el mismo pueblo que quemó Jujuy, antes que entregársela a los invasores.
Estamos llenos de ejemplos heroicos en nuestra historia y por eso este también ha sido un ejemplo heroico de nuestros combatientes, por eso no llorarlos, sino recordarlos con honor y gloria, como se lo merecen.
Muchas gracias y muy buenos días a todos y todas, gracias de corazòn, muchas gracias. (Aplausos).