Señor Gobernador; señor Intendente; amigos y amigas que se han acercado a este lugar mágico. Este es un teatro que parece de juguete.
Pensé que venía a un acto muy importante como es poner en marcha esta Libreta de Seguridad Social, Educación y Salud de la Asignación Básica Universal, pero descubro cuando llego aquí a Magdalena que además de esto muy importante, hay una hermosa fiesta popular en un hermoso y antiguo pueblo de la provincia de Buenos Aires. (Aplausos)
Este teatro -me contaba el Intendente porque yo no lo sabía- fundado en 1896 y que me gustaría que muchos argentinos pudieran conocer, es una joya de la arquitectura realmente y la reconstrucción que se ha hecho de nuestro Ministerio de Planificación Federal de la Nación me otorga una certeza más de cómo debemos profundizar, como recién decía el Intendente, toda la obra de infraestructura y de reconstrucción que es económica, que es social y que en este caso es de identidad y es cultural, porque esto forma parte de la identidad y de la cultura del pueblo de Magdalena.
Quiero también agradecer la presencia, como recién indicaba el Intendente, de vecinos y vecinas que no son de nuestro color político, no saben lo contenta que me pone esto, porque realmente hay eventos que trascienden lo político partidario, que son de todos los argentinos como poner en marcha esta Libreta que acompaña pero que además profundiza muy fuertemente la protección y seguridad social, porque no solamente hay un ingreso en la familia que no lo tenía, sino que va acompañado de la obligación de que los chicos asistan a clase y además tengan el control sanitario y vacunación, indica una profundización, un escalón más de los que venimos subiendo en nuestro querido país. Porque habíamos descendido mucho en la escalera, porque habíamos quedado, como solía decir el anterior presidente, en el infierno y poco a poco con el esfuerzo de todos fuimos subiendo peldaño a peldaño. Pero todavía no estamos en el fin de la escalera, todavía falta y tenemos que seguir trabajando y profundizando un modelo que ha hecho de la recuperación económica, social, de identidad y de autoestima de nuestro pueblo, sus banderas principales.
Cuando Diego de la ANSES me vino a mostrar los distintos modelos, yo elegí que en la portada estuviera la Bandera Argentina, porque siento que es el símbolo que nos puede representar a todos y nos puede cobijar a todos, y además, porque tenemos que acostumbrarnos a lucir esta Bandera con orgullo en todas partes como hacen otras sociedades del mundo donde siempre te muestran su bandera primero. Nosotros también tenemos que aprender a poner ante todos la Bandera y allá hay una gran Bandera Argentina, y allá hay otra, amo esa Bandera y a su creador Manuel Belgrano, el símbolo de una Argentina diferente. (Aplausos)
Cuando venía en el helicóptero recién para acá, les comentaba a los chicos que me acompañaban, que me acordaba cuando era chica, yo nací en el ´53 o sea hace mucho tiempo, que en mi casa había otra libreta para los chicos que era la libreta de la Caja de Ahorros. Si se acuerdan algunos de mi edad, era una Argentina en que las familias compraban estampillas en la Caja de Ahorros en correo, porque eran como sellos postales para ahorrar para ese chico; significaba que ese chico cuando fuera grande iba a poder tener los recursos necesarios para poder estudiar y capacitarse. Ese fue el gran símbolo de la Argentina del progreso y de la movilidad social. Después fueron pasando cosas en nuestra historia, en nuestra Patria que nos fueron haciendo perder todas y cada una de esas conquistas, junto a las conquistas se perdían los derechos y se perdía algo que tarda más en reconstruirse que es la esperanza; la esperanza de vivir una vida mejor, la esperanza de que nuestros hijos van a vivir mejor que nosotros; todas esas cosas se habían perdido en la Argentina.
Yo siempre soñé y me sentí parte de un proyecto político constructor de utopías y esperanzas. Esta medida que, sin lugar a dudas es materia de protección y seguridad social, debe ser una de las más importantes de las últimas décadas, no sólo porque independiza de cualquier político de turno a quien lo recibe, sino porque va a cubrir a un sector de gran vulnerabilidad social como son los hijos de los que todavía no tienen trabajo ó los que aún teniéndolos no están registrados y están por abajo del salario mínimo, vital y móvil.
Y digo que es revolucionaria también, porque cuando el padre consiga trabajo la va a seguir teniendo, pero no ya porque se la da el Estado sino porque tiene el derecho por ser un trabajador registrado. Por eso, sueño con una Argentina en que alguna vez podamos volver a tener un equivalente a aquella libreta de ahorro, que lo que reciban no sea para la subsistencia, para la comida o para el control sanitario, sino para asegurar un futuro de estudio y progreso. Alguna vez lo hicimos y lo vamos a volver a hacer. (Aplausos) Porque hemos hecho cosas en estos 6 años casi 7 que se van a cumplir ahora en el Bicentenario, justamente el Día del Bicentenario vamos a cumplir 7 años. Se van a hacer cosas, se están haciendo cosas y se hicieron cosas en estos 7 años como tal vez nunca en las últimas décadas.
Con esto, que son 3 millones y medio de chicos sumados a 893.000 pensiones no contributivas, estamos en una protección social para nuestros niños cuyos padres no tienen trabajo, de más de 4 millones 400 mil niños. Y yo sueño -nunca voy a renunciar a soñar- el día que renuncie a las utopías es porque dejé de ser militante y me convertí en un gerente de la política, eso no me interesa. (Aplausos) La Argentina ha tenido gerentes, gerentes, demasiados, en fin necesitamos volver a tener gente comprometida con los ideales, gente comprometida con su pueblo, con su sociedad, con el país, con soñar en ser un país grande pero no solamente grande porque crecemos económicamente que es muy importante, sino porque crecemos socialmente, lo uno va ligado a lo otro, no hay progreso social si no crece la economía, pero no hay legitimidad en el crecimiento económico, si este no alcanza a todos los sectores y promovemos la movilidad social ascendente, para arriba. (Aplausos)
Esa Argentina que permitió que los hijos de los trabajadores fuéramos a la universidad y algunos pudiéramos ser presidentes, ese es el país que yo quiero, ese es el país por el que lucho todos los días, ese es el país por el cual también tengo que enfrentar intereses concentrados y poderosos pero que no dudo en hacerlo ni lo voy a dudar nunca. Yo no vine a permanecer, no vine a durar. Vine a cambiar las cosas que creo que están mal y que debemos seguir profundizando entonces en el cambio. (Aplausos)
Esta vocación por el cambio, esta vocación por la transformación, esta vocación por llegar a los que menos tienen y que no tienen la culpa de lo que nos pasó en la Argentina, estos chicos que recién se acercaban, los adolescentes por los cuales estamos luchando por una nueva escuela Secundaria como la que hemos presentado hace pocos días con el ministro Sileoni y que es básico volver a nuestra vieja y gloriosa secundaria en la que nos formamos tantísimos argentinos que adorábamos ir a la escuela y aprender, porque además nos divertíamos también. Eran épocas de compañerismo, eran épocas también de autoridad institucional; la escuela tenía autoridad institucional que no es lo mismo que autoritarismo ni ir gritándole a la gente, pero que tampoco significa que todo sea un jolgorio y no haya responsabilidades, había que sentarse dos o tres horas al día a estudiar, ni que te cuento en la facultad.
Yo sueño con esa Argentina, la de las obligaciones y de los derechos, la Argentina en la que fuimos formados los de mi generación. En mi casa trabajan todos; nosotros vivíamos en La Plata con mi abuelo, el papá de mi mamá, mi tía soltera, mi mamá y mi papá, todos trabajaban, mi mamá en el Ministerio de Economía, era secretaria general del gremio, además sindicalista, mi tía trabajaba en el Ministerio de Educación, mi abuelo en la Aduana hasta que se jubiló, había sido obrero de la carne también en Berisso, y mi papá que había empezado con un colectivo y manejaba un colectivo, se había convertido en un pequeño empresario del transporte, pero todos trabajábamos.
Yo veía que salían a una hora y volvían a otra; obligaciones; yo también tenía las mías, tenía que ir al colegio a tal hora, volver, estudiar, hacer los deberes. Puede parece casi una tontería lo que estoy explicando, pero cuando uno se forma en un hogar de esta manera, se forma con obligaciones, con responsabilidades, con amor al estudio, algunos estudiábamos más, otros estudiaban menos pero lo cierto es que había una construcción familiar, social y política, un entramado cultural en el país de trabajo y obligaciones.
Ustedes, aquí en este pequeño pueblo, me deben entender tal vez mucho más que en los grandes entramados urbanos donde en muchos lugares no se vive esto ni se vivió nunca, no porque ellos no quieran sino porque no los dejaron, el país no se los permitió.
Por eso creo que la tarea es de cambio y reparación y en ese cambio y en esa reparación, tenemos que tener un fuerte compromiso todos los argentinos, cualquiera sea nuestra idea, cualquiera sea nuestro origen social, porque de eso depende el volver a construir un país en el cual cada uno pueda decidir lo que quiere ser que de eso se trata la libertad. La libertad no es decir cualquier cosa por una cámara de televisión o escribir cualquier cosa en un diario. Esa es la libertad de los que pueden llegar a los diarios y a la televisión. La verdadera libertad es cuando cada argentino, cuando cada argentina puede decidir su vida, la vida que quiera tener. Esa es la verdadera libertad. (Aplausos)
Y hoy todavía no tenemos esa libertad; hay gente todavía que no puede tener un trabajo o hay gente que todavía no puede llegar a la universidad, o hay gente que tiene que salir a trabajar y deja el Secundario, porque no puede hacer las dos cosas al mismo tiempo.
Por eso digo, tenemos todos en esta Argentina del Bicentenario, que tener un fuerte compromiso, no con el Gobierno sino con el país, con la Argentina, con la Bandera como tiene esta Libreta.
Yo quiero agradecerles a todos, la presencia. Los veo en un clima de fiesta y déjenme decirles que me emociona mucho ser la primera Presidenta que está aquí en Magdalena en sus 233 años de historia. (Aplausos)
Quiero agradecerles sus presencias, el afecto, el cariño, el orgullo por su pueblo, por su teatro, el amor por sus semejantes. Sigan así, orgullosos de lo que son, orgullosos de lo que tienen. Tenemos que tener autoestima y orgullo nacional, para volver a ser lo que alguna vez fuimos. Muchas gracias, los quiero mucho, los abrazo con el corazón. (Aplausos)