Quiero decirles algo que tiene que ver con lo que planteaba Horacio recién.
Este lugar, la Biblioteca Nacional, como un espacio común, y acá de este lugar donde estoy hablando, veo a jóvenes muy jóvenes, veo a intelectuales, veo también a nuestras queridas Madres, a familiares de detenidos desaparecidos, a hombres como el maestro Clorindo Testa y su socio Francisco Bullrich, diseñadores de este lugar, veo a hombres que vinieron como Jacinto Pérez Heredia, tal vez ustedes se acuerden de él, productor de esa novela maravillosa que era "El amor tiene cara de mujer", porque las mujeres somos noveleras (APLAUSOS), y digo que es un espacio común porque en este lugar, antes de que estuviera la Biblioteca Nacional, símbolo del libro, de la cultura, de la identidad, estuvo la mansión Álzaga-Unzué.
En este lugar vivieron Juan Domingo Perón y Eva Duarte de Perón (APLAUSOS), este lugar era un lugar histórico porque era la residencia de los presidentes, por eso casi diez años vivieron Perón y Evita aquí y cuando vino el golpe en el '55, la mansión fue destruida, eliminada, como si alguien pensara que por destruir una casa puede desaparecer la historia. Hay algo de fetichista en eso, hay algo de primitivo, hay algo de gente cavernícola, troglodita, no digamos la palabra "malditos", suena muy fea, dejémoslos a ellos que digan eso, nosotros digamos palabra bellas nada más. (APLAUSOS)
Palabras bellas que no significan palabras complacientes, que no significan palabras que oculten verdades. Porque la verdad es muy bella aunque no sea la que nosotros queremos. Siempre la verdad es bella, aún la que no sea la que nosotros queremos que sea. (APLAUSOS)
¿Por qué hablaba de Jacinto? A Jacinto lo conocí un día que fui a visitar la Casa del Teatro, él vive allí, y tiene su habitación llena de fotos de Eva y de libros de ella, de recuerdos. ¿Y saben qué me dijo? "Yo fui un feroz antiperonista, yo la difamé, yo la ataqué, y ahora me doy cuenta de lo equivocado que estuve". Y tiene esa habitación en la Casa del Teatro con fotos de Eva. Una es esa foto en la que vuelan palomas, que pareciera que salen palomas de ella. Es una de las fotos que tiene.
Por eso digo que en este lugar hoy estamos todos, los que alguna vez pensaron que desde un espacio político, nacido del pueblo, con errores, siempre la letra nunca se escribe con letra caligráfica y perfecta, la historia muchas veces se escribe con letra torcida, lo importante es escribirla y no que te la escriban otros. (APLAUSOS)
En realidad de eso se trata el libro; el libro no es un poco de papel impreso, el libro es eso que te despierta y te conmociona, ese que es capaz de plantearte dudas, interrogantes o certezas. Y por eso digo que cuando hablamos del libro hablamos de algo más, de un instrumento de comunicación o de un proceso de aprendizaje.
Estamos hablando, en definitiva, de si somos capaces de escribir los argentinos a partir de nuestra contradicciones, de nuestras complejidades, de nuestros enfrentamientos, si somos capaces de procesar esa larga historia de frustraciones, fracasos y enfrentamientos para escribir una historia común, que no significa que todos pensemos igual, que no significa que todos tengamos que mirar igual, pero sí, por Dios, identificar los intereses del país, los de la Nación, los de la patria como los intereses comunes de todos nosotros.
¡Yo que voy a ser genia, ojalá! Si fuera una genia haría desaparecer a algunos como hacen los genios. No, soy mortal y estoy orgullosa de ser mortal, jamás voy a poder hacer ni quiero hacer desaparecer a nadie, ya hubo demasiados desaparecedores en la Argentina, desaparecedores de identidades, de hombres y mujeres, de niños que todavía buscamos y seguirán buscando incansablemente. Porque cuando no estén ustedes, Abuelas y Madres, van a estar loa hijos y cuando no estén los hijos, van a estar los nietos y cuando no estén los nietos va a estar la memoria inclaudicable del pueblo argentino en pos de la verdad. (APLAUSOS)
No hay sociedad, no hay patria que merezca ser vivida sin la verdad aunque duela, aunque lacere porque, finalmente, si nos encontramos todos los argentinos en esa verdad y en la justicia que esa verdad demanda a todos, inclusive desde el más allá, estoy segura que vamos a poder construir una sociedad mucho mejor que la de estos últimos 200 años de fracasos y de frustraciones y de desencuentros.
Yo quisiera, finalmente, aquí en este lugar, en este espacio que es de todos los argentinos, convocarlos en este enero del Bicentenario a la construcción de un país diferentes, de un país en el cual podamos entrar todos, que nadie quede afuera con una sola condición: respetar al otro, darle el derecho de tener justicia, darle el derecho de tener historia, a que exista y a que viva porque siempre hemos querido negarnos los unos con los otros.
Nosotros también, desde nuestro espacio político, hemos cometido también muchas veces, porque cuando uno está inmerso, me imagina aquellos años de los 40 y de los 50, inmersos en procesos de transformación inéditos en el país, en la historia de Latinoamérica, se acertaba pero también creo que se equivocaba. Y después, en la parte chiquita que nos tocó a nosotros hacia los años 70, también profundas transformaciones, cambios en el mundo, en el país, también era posible equivocarse y no acertar.
Pero no que es importante es que siempre estuvimos diciendo las cosas desde un lugar de compromiso, desde un lugar de pensamiento y de ubicarse concretamente en la historia y elegir con quiénes queremos marchar en esa historia.
Y yo quiero marchar en esa historia de estos 200 años con Mariano Moreno, con Belgrano, con San Martín, con Dorrego, con Yrigoyen, con Perón, con Evita, con todos los hombres y mujeres que participaron en la construcción de un ideario común de país en donde la independencia, la justicia y la equidad eran las banderas y seguirán siendo siempre las banderas de la sociedad.
Gracias, muchas gracias y sepan que esta Presidenta siempre va a estar en este lugar, el lugar de todos.
Muchas gracias. (APLAUSOS)