Muy buenas tardes a todos y a todas.
Señor presidente de la Cámara Argentina de la Construcción; señores de la Comisión Directiva; amigos y amigas; señoras y señores empresarias y empresarios del sector de la construcción que, como bien señalaba Enrique, es industria de industrias y gran multiplicadora del trabajo en la Argentina: él rememoraba hace un año mi presencia aquí, cuando me tocó hablar en un mundo que se desmoronaba, en un mundo de absolutas incertidumbres y pronósticos aterradores, pronósticos tanto externos como internos, que luego se fueron desarrollando inclusive durante todo el año.
En lo que se refiere a la Argentina se ponía en duda nuestra capacidad de pago de nuestras obligaciones internacionales y nacionales, y se decía también, fundamentalmente, que a mediados de año podíamos estar ante un dólar casi a 5 pesos.
En fin, yo no quiero relatarles los cataclismos que se auguraron durante todo el año, aunque también se habló, inclusive, desde sectores importantes de mi Gobierno, de que íbamos a tener un saldo comercial muy pequeño que, precisamente, era lo que iba a poner en duda la capacidad de pago de nuestro endeudamiento con todo lo que eso podría significar. La Argentina ya había vivido la experiencia de 2001 con lo cual cualquier amenaza o sospecha de un incumplimiento de la deuda, tornaba un panorama sombrío en un mundo donde habían desaparecido los capitales, donde el sector externo estaba fuertemente vulnerado, porque se caían no solamente las exportaciones por volumen sino también por precio, y donde, lo recuerdo muy bien, en aquella oportunidad cuando estuve aquí frente a ustedes, dije que el Estado, precisamente este Estado y esta gestión, que siempre había tenido descreimiento de que el mercado lo pudiera resolver todo y que fuera el gran asignador de los recursos, que el Estado iba a abordar una vez más su responsabilidad y su presencia frente a la crisis con medidas absolutamente contracíclicas que cuidaran y preservaran a nuestras empresas, porque cuidando y preservando a nuestras empresas estábamos también cuidando y preservando el trabajo. Y yo sé que cuando hablo de esto, este debe ser uno de los espacios que mejor ha entendido esta articulación entre el sector laboral y el sector empresarial.
Lo que señalaba Enrique no es una cuestión de quedar bien porque haya dirigentes sindicales de la UOCRA aquí, sino que es una práctica concreta, un modelo empresarial que debería ser tal vez imitado por otros sectores entendiendo que los intereses de los trabajadores nunca son definitivamente opuestos a los de las empresas, más allá de que obviamente hay intereses, hay disputas naturales de la representación sectorial de cada uno de los involucrados.
Lo cierto es que en el año, desde aquel momento, se vivieron en algunos bloques industriales momentos muy severos. Quiero recordarles, por ejemplo, que en el bloque automotriz, en los meses de enero y febrero, estuvimos con un uso de capacidad instalada del 22 por ciento. Para que ustedes tengan una idea, estábamos prácticamente con plantas con dotaciones enteras licenciadas o a medio turno y con reducción de jornada, etcétera.
Hoy, a un año de aquella presentación ante ustedes, estamos recuperando signos muy claros y evidentes, y vamos a terminar el año creciendo, no por supuesto a las tasas que lo veníamos haciendo, pero lo cierto es que vamos a terminar el año creciendo y con una recaudación en materia tributaria que, a diferencia de otros países de la región y pese a haber disminuido porcentualmente, nunca fue de carácter negativo medida en términos interanuales, pese a que se recaudaron 34 mil millones de pesos menos de lo que se había estimado en nuestro presupuesto que en ese momento cuando vine aquí también estaba aprobado.
Esto demandó por parte del Estado y de todas sus áreas un doble esfuerzo de gestión en una mejor y correcta asignación de recursos en políticas contracíclicas privilegiando, precisamente, uno de los sectores más dinámicos que es el de la construcción, que nos ha permitido mantener un nivel de ocupación sin precedentes en la región y ni qué hablar si lo comparamos con las economías más desarrolladas del mundo.
Ustedes saben que integramos el G-20 y los índices de desocupación de la primera economía del mundo, que toda la vida se ha caracterizado por un nivel de pleno empleo, 4 o 5 por ciento de desocupación es régimen de pleno empleo, hoy está en el orden de los 10,2 puntos de desocupación.
Nosotros estamos en un 9,1, hemos crecido muy poquito respecto del mismo trimestre del año anterior, solamente 0,3, pero ya en este mes de octubre hemos tenido más crecimiento y generación de empleo al mismo tiempo que ha dado un salto importante la recaudación tributaria, imponiendo una recomposición de nuestros ingresos tributarios más que importante.
Y lo que se creía que también iba a ser una debacle total, que era nuestro comercio exterior, si bien precios y volúmenes se redujeron, lo cierto es que nuestro superávit comercial, cerrando octubre, es 29 por ciento más alto que el superávit más alto que habíamos tenido en la historia comercial que fue el de 2008, que a esta altura era de 11.156 millones y que hoy es de 14.446 millones, con un repunte importante, sobre todo en el último mes, en materia de importaciones y también en materia de exportaciones.
El ritmo de obra que hemos mantenido nos ha permitido entonces abordar con eficacia, con resultado, lo que no yo, sino todos los economistas nacionales y extranjeros, empresarios y políticos, con los cuales comparto el G-20, no dudan en calificar como la crisis más grave desde el año 30.
Con respecto también a nuestra política cambiaria, donde algunos auguraban debacles y desastres para después de las elecciones y donde mucha gente creyéndolo por lo que leía y no por lo que vivía, tal vez atesoró moneda extranjera, hoy podemos decir que estamos sosteniendo desde el Banco Central para que la divisa conserve y siga siendo un tipo de cambio competitivo para nuestros exportadores.
En este marco también hemos decidido abordar una deuda pendiente de la sociedad argentina y que era precisamente asignar a aquellos sectores con grado de vulnerabilidad social por falta de ocupación de sus padres o porque aún estando ocupados lo están en forma precaria, lo que tienen muy pocos países en el mundo, que es precisamente la asignación básica universal para la protección social.
A partir del próximo 1º de diciembre casi 2.700.000 niños y niñas menores de 18 años van a tener por primera vez una asignación similar a la de los trabajadores registrados -en el mundo de los que hoy reciben asignaciones contemplan el 26 por ciento- y todavía, seguramente, con el proceso de inscripción, tendremos a más de los 1.200.000 chicos que teníamos indocumentados y que motivó -una vergüenza realmente- que firmara el Decreto de Necesidad y Urgencia número 90 de este año para, precisamente, atenuar o eliminar las multas, porque además era terrible, el padre que no había inscripto a su hijo tenía que pagar una multa para inscribirlo con lo cual en lugar de solucionar el problema lo único que hacíamos era prolongarlo y profundizarlo. Nos ha dado un excelente resultado porque ya llevamos en estos 5 meses de plazo, 380.000 niños de ese 1.200.000 que no tenían identidad, que no existían, que no estaban registrados, ahora los hemos incorporado y estamos trabajando por los otros 820.000 que faltan.
Esto además se ha dado en el marco de una economía donde siguieron discutiendo trabajadores y empresarios sus convenciones colectivas de trabajo, cerrándose más de 2.000 convenios colectivos en medio de esta crisis monumental en el mundo.
Cuando uno muchas veces cuenta cómo hemos trabajado, realmente nos miran con sorpresa y creo que debemos sentirnos orgullosos como argentinos, empresarios, trabajadores, dirigentes políticos en general, de haber podido tener la inteligencia de trabajar mancomunadamente y con nuestras diferencias. Porque yo siempre digo que el consenso no significa que todos estemos de acuerdo, eso es uniformidad, que es otra cosa y que además no es bueno para ninguna sociedad; lo que es bueno es que cuando no se llegue al consenso no sea como producto de que no haya ideas diferentes y que las diferencias sean solamente personales o que tengan que ver con cuestiones ajenas a los intereses que tenemos que representar todos y cada uno de nosotros, intereses diferentes muchas veces.
Hoy yo estoy ante un sector de la comunidad, una cámara empresarial, que objetivamente tiene sus intereses pero que tampoco olvida su responsabilidad social; pero no es menos cierto que esta Presidenta debe representar los intereses de los 40 millones de argentinos y cuando uno tiene que representar los intereses de los 40 millones de argentinos muchas veces tiene que tomar decisiones que necesariamente no favorecen o no gustan a todos los sectores.
Pero yo creo que lo más importante que debe tener quien tiene responsabilidades, sea desde un municipio, desde una provincia o de un gobierno nacional, en este caso desde la más alta magistratura, es precisamente hacerse cargo de los problemas, abordarlos, convocar y resolver.
En definitiva, a la gente no le interesa -esto lo he aprendido como ustedes saben, veo por allá a empresarios y empresarias de Santa Cruz, desde la gestión municipal- si las cosas no se resuelven por culpa de Pedro, de Juan o de Andrés, la gente demanda dirigentes que tengan capacidad para resolver los problemas, convencer, persuadir, consensuar, articular y llevar las cosas adelante.
Yo creo que en este Bicentenario que se nos viene a los argentinos estamos ante una oportunidad sin precedentes como país. Por muchas causas: porque hemos logrado equilibrar definitivamente nuestras cuentas y hemos entendido la necesidad de que lo que veníamos remarcando en el sentido de tener superávit comercial, superávit fiscal, acumular reservas, nos ha dado una solvencia frente a la crisis que de no haberla tenido..., esta crisis en otro momento de la Argentina, con un altísimo nivel de endeudamiento, sin resto por déficit estructural en materia comercial y en materia fiscal, hubiera producido efectos devastadores. Recuerden no más los efectos que tuvimos ante crisis regionales mucho más focalizadas cómo se había disparado a dos dígitos la tasa de desempleo y se habían tornado inmanejables las finanzas del Estado.
Creo que este esfuerzo lo hemos hecho todos los argentinos, todos los empresarios, muchos de los cuales aguantaron el vendaval sin recurrir al viejo remedio de deshacerse de gente por considerar al trabajador solamente un costo laboral en su planilla. Hemos entendido que todos y cada uno de nuestros trabajadores son al mismo tiempo consumidores de otros empresarios que demandan nuestros servicios o que necesitan que haya un nivel de empleo aceptable.
El Bicentenario va a exigir por parte de todos nosotros, dirigentes políticos, sindicales, sociales, la necesidad de entender que esta oportunidad que se nos presenta como país que ha alcanzado ordenamiento administrativo y contable; como país que tiene recursos humanos altamente calificados y valorados en el mundo; como un país en el que podemos tener una diversificación en nuestra producción que supera el tema de productores primarios o industriales, al contrario, producción primaria más valor agregado, más competitividad, más exportación, más mercados interno. Este es, en definitiva, el gran desafío que tenemos de profundizar para este Bicentenario que viene y estoy segura que lo vamos a hacer porque hemos comenzado ya a superar lo que había pasado, viene un ciclo de crecimiento económico importante y tenemos una oportunidad de esta Argentina frente al mundo.
Debemos hacerlo con inteligencia y creando además clima de negocios. Yo siempre escucho la demanda de generar un clima de negocios y generar ese clima de negocios depende de todos nosotros. Si alguien hubiera leído lo que iba a pasar en la Argentina desde enero a julio o hasta las elecciones, seguramente no hubiera pensado todo lo que pasó, se pronosticó default, se pronosticó dólar, etcétera.
Quiero que cada uno de ustedes, cuando adopte una decisión, no lo haga escuchando lo que dicen, sino mirando los libros de sus empresas y mirando fundamentalmente sus expectativas y lo que ha pasado en estos seis años.
Me parece que es clave entender que mirar con optimismo no quiere decir ser voluntarista en la Argentina, sino advertir que precisamente el modelo que hemos venido llevando a cabo, con una fuerte inversión en infraestructura, que vamos a seguir profundizando, porque además no es solamente una cuestión de generar mano de obra, la Argentina estuvo durante décadas atrasada en materia de generación de infraestructura. Hoy la obra pública no es un recurso generador de empleo únicamente, es generador de la plataforma que en materia de servicios necesita la Argentina para tener una mejor producción en materia de energía, en materia de rutas, en materia de diversificación energética, en materia de conectividad.
En estos días también tengo varios almuerzos de varias cámaras, parece ser que en estas semanas han decidido a reunirse todas las cámaras, Cámara del Transporte, Cámara del Software, por ejemplo, todo lo que constituye la plataforma de desarrollo de la Argentina, en la cual la infraestructura ha cumplido y va a seguir cumpliendo un rol fundamental.
El otro día estaba charlando con el ministro de Planificación y me decía que fue a ver las torres que ya se están instalando de lo que va a ser la construcción de la línea NEA-NOA; estábamos también viendo las impresionantes fotos de una importante inversión de una petrolera extranjera tirando el segundo gasoducto que va a atravesar el estrecho para reconectar con el San Martín y poder inyectar más gas a la red y, por supuesto, cuando se hacen estas inversiones o cuando se hacen inversiones de esta naturaleza, por ejemplo, en materia energética, sólo se hacen si uno está convencido de que va a consumir esa energía y cuando uno sabe que va a consumir esa energía, es porque va a haber actividad económica, porque va a haber actividad industrial.
En 50 días más estamos incorporando 1.000 megas más a la red, 5 por ciento de la oferta energética, otro de los dramas que también tuvimos durante los seis años, siempre diciendo que la energía no iba a alcanzar y realmente hoy estamos con un back up en materia energética como pocas veces se tuvo en nuestra historia. Recordemos que hubo momentos en nuestra historia en que el crecimiento era negativo y no teníamos energía.
Hemos podido crecer a tasas chinas, en algunos momentos con estrangulamientos, es cierto, pero no por una cuestión de falta planificación o ineficiencia, sino que la falta de inversión durante muchísimas décadas, porque obviamente si no había un país industrial no había energía para consumir, nos produjo estrangulamientos, sobre todo en aquel invierno tan terrible. Creo que parte de las canas que tiene el ministro de Planificación se deben a aquel invierno donde nevó y realmente tuvimos momentos difíciles, pero supimos administrar los momentos difíciles y no quejarnos y llevar las cosas adelante, que de eso se trata, en definitiva, la gestión de gobierno: trabajar todos los días, decidir todos los días.
Lo que a ustedes les pasa en sus empresas, que tienen que decidir todos los días, le pasa también a un presidente. Es un poquito más difícil lo del presidente, porque el país no es propiedad de él, ustedes pueden decidir lo que crean conveniente en sus empresas aún cuando no sea conveniente, pero no es el caso de una Presidenta que debe -y está bien que así sea- contemplar todos los intereses y no decidir sobre las cosas como si fueran de una, sino pensando en que, precisamente, se está administrando lo que es de todos los argentinos.
Así que a un año de aquella reunión que la recuerdo muy bien porque todos me miraban casi como si yo fuera un oráculo, casi como cuando uno va a un adivino a que le adivinen la suerte para saber qué es lo que va a pasar, hemos visto lo que pasó en la República Argentina, hemos podido transcurrir el año más difícil de las últimas décadas y aquí estamos creciendo y vamos a crecer más aún el año viene, vamos a recuperar nuestro nivel de actividad industrial. De hecho, el uso de capacidad instalada que uno observa en los 12 bloques industriales principales, cuando en un momento absolutamente los 12 bloques estuvieron por abajo del uso de capacidad instalada medido interanualmente, solamente 3 quedan hoy por debajo de la capacidad instalada que teníamos el año pasado, pero con un fuerte crecimiento en uno de los sectores que más nos preocupó -y ustedes lo deben entender- que es el sector de los metales básicos, porque cuando para la producción de acero, cuando para la producción de aluminio, sabemos que en definitiva ha comenzado a parar el país y llegamos en un momento casi al 50 por ciento de su capacidad instalada. Hoy estamos en el 78 por ciento, es uno de los bloques que yo medía mensualmente y miraba con más fruición, digamos, porque en definitiva es un termómetro de lo que está demandando la sociedad en materia de actividad industrial. Tampoco es casual que esa recuperación precisamente en ese bloque, haya reportado en un crecimiento que ya se observa de la actividad industrial que ha parado su caída.
Esto nos pone muy bien, no hemos llegado a lo que llegó a estar ocupado el sector metálico básico que fue el 92 por ciento, que también tenía sus contras porque, cuando uno está casi al borde del uso de capacidad instalada, ustedes saben muy bien cómo presiona sobre los precios e insumos básicos de la construcción.
Hay importantes inversiones también en el sector que nos permiten decir que vamos a tener un 2010 con una capacidad de producción muy importante, que precisamente va a poder sostener, junto a la generación de energía, el crecimiento que vamos a tener en el año 2010.
Finalmente, decirles a todos ustedes que les agradezco el inmenso esfuerzo que han hecho para no bajar los brazos, para seguir trabajando, para acompañar el inmenso esfuerzo que hizo también el Estado en materia de transferencias de capital, pese a la caída de los ingresos para el sector bienes de capital, fundamentalmente también a las provincias y mantener las obras públicas en las provincias que son las pequeñas y medianas empresas que están ubicadas a lo largo y a lo ancho del país, y que este plan de obras para todos los argentinos, más otras cosas que también seguramente construiremos en lo que va del año y el año que viene, les aseguro van a tener un año del Bicentenario en el cual los argentinos podamos tener el orgullo de decir que seguimos creciendo y además, lo que es más importante, que lo hacemos con crecimiento también en el sentido de una mejor distribución del ingreso.
Ustedes saben que es una de las claves de la sustentabilidad social y política de cualquier modelo institucional, sobre todo en nuestro país, la Argentina, donde los trabajadores se acostumbraron -y está muy bien que así sea- a tener derechos y a ejercerlos.
Pero por eso quiero finalmente terminar poniendo de ejemplo a este sector que ha logrado articular los intereses de sus empresarios y de sus trabajadores en un círculo virtuoso que estoy segura vamos a seguir profundizando con la ayuda inestimable para el sector que significa la decisión de profundizar la inversión en infraestructura, con el convencimiento de que ha sido uno de los pilares del crecimiento en estos seis años.
Yo apuesto un poco más alto que Enrique y digo que a los mejor no va a ser el 13, que a lo mejor va a ser el 15 o un poquito más la participación del sector en el PBI y no temo equivocarme, cuando dije que íbamos a llegar a 500.000 autos cuando todos decían que no íbamos a vender ni 200.000, vamos a llegar también a 500.000 autos. ¿Saben por qué? Porque tengo mucha confianza en todos ustedes pero también tengo mucha confianza en que estas ideas, en las cuales hemos creído toda la vida, son las que junto seguramente a las de otros argentinos, con matices y con diferencias, nos van a ayudar a seguir creciendo a todos.
Muchas gracias y feliz reunión de la Cámara Argentina de la Construcción. (Aplausos)