La verdad es que no sé si esas teorías científicas tendrán razón, pero sí sé que, si tal vez no estuvimos unidos por la geografía, estuvimos y estamos unidos por nuestra matriz histórica.
La matriz histórica de la América del Sur y del África son las mismas: fuimos paridos por el yugo colonial, ambos somos hijos de grandes guerras por las liberaciones nacionales.
¿Cuál es, tal vez, la diferencia entre la América del Sur y el África? El tiempo, el siglo en que esas guerras se libraron. Bolívar, al que tanto te gusta nombrar; San Martín, el de mi país; O'Higgings, Sucre, Artigas, dieron esas grandes guerras de liberación contra los colonialismos de aquel momento durante la primera mitad del siglo XIX.
Ustedes, el África, dieron las grandes guerras de liberación nacional durante el siglo XX. Samora Machel, Agustín Oneto, Nelson Mandela, Patrice Lumumba, veo de aquí a mi querido amigo el presidente Buteflica, fundador del Frente de Liberación Nacional de Argelia.
Tal vez la última independencia fue la de Namibia, en el año 1991, Hugo. Vos ya estabas luchando acá en lo que era la construcción de una Venezuela diferente y recién Namibia se estaba independizando. Esto marca etapas y tiempos históricos diferentes
Pero esta mirada retrospectiva sobre las guerras de liberación nacional no es para buscar enemigos, no es para buscar adversarios, al contrario, es para entender el por qué de los atrasos históricos, de las luchas por la pobreza que hemos tenido que dar en diferentes momentos históricos nuestras naciones.
Esto, lejos de amilanarnos, nos debe llevar a comprender la necesidad de articular una vinculación diferente a la que tuvieron las naciones durante el siglo XX en materia de relaciones internacionales y que tuvieron que ver con un concepto de subordinación, no solamente política o cultural, sino también y fundamentalmente en términos económicos.
Términos económicos que se dieron para nosotros durante el siglo XX en los términos de intercambio comercial, donde nuestro rol como naciones ya independientes pero en vías de desarrollo, estaban limitadas únicamente a ser proveedoras de materias primas mientras desde los grandes países desarrollados, coloniales en sus orígenes, nos venían los recursos que muchas veces eran sacados de nuestros propios países con valor agregado generando riqueza en otros continentes.
Esto nos debe llevar a todos, africanos y hombres y mujeres de la América del Sur, a concebir que hay un nuevo orden mundial porque se han modificado aquellos viejos términos de intercambio que caracterizaron al siglo XX. La aparición de nuevos actores a nivel internacional, la revalorización de los recursos energéticos y en materia alimentaria nos hacen pensar en un siglo XXI diferente y en una articulación entre la América del Sur y el África absolutamente diferente basada en la cooperación y la asociación estratégica.
Estoy absolutamente convencida, porque lo he visto en la gira que este año he hecho por los países del África del Norte, que nuestro grado de complementariedad, de vinculación y de articulación debe sobreponerse a esas viejas fórmulas de subordinación donde solamente se nos veía como vendedores de materias primas o compradores de mayor valor agregado.
Al contrario, creo que ese nuevo concepto de articulación, de cooperación y de solidaridad exige convenios de asociación estratégica con transferencia tecnológica, como lo estamos haciendo aquí, en la América del Sur, por primera vez en mucho tiempo entre Argentina, Venezuela, en nuestro MERCOSUR, con Brasil, con Paraguay, con Uruguay.
Creo, sinceramente, que la hoja de ruta, creo sinceramente que lo que debemos constituir hoy en esta Segunda Cumbre entre la América del Sur y el África, deber ser, precisamente, un espacio, llámese Secretaría, Mesa Estratégica de Presidentes, los nombres son lo de menos, lo importante es construir instrumentos eficaces que puedan unir nuestras economías, muchas de ellas absolutamente complementarias para que el paso que América del Sur pudo hacer durante la segunda mitad del siglo XX, pueda ser comenzado a ser recorrido con nuestra ayuda, con nuestra cooperación, con nuestra solidaridad, con nuestros intereses en conjunto por el África.
Creo que sería pasar de la mera retórica unionista a la efectividad de poder lograr convertirnos en la relación Sur en protagonistas del siglo XXI.
Hoy el comandante y presidente de Venezuela, Hugo Chávez Frías, hablaba de una palabra que yo suelo pronunciar con mucha frecuencia, "ecuación". Y es cierto, a mí me gusta mucho la palabra "ecuación". ¿Y saben por qué me gusta mucho la palabra "ecuación"? Porque toda ecuación presupone la participación de muchos miembros y un resultado. Toda ecuación tiene un resultado.
La participación de muchos miembros puede ser positiva si sumamos sinergias, si dejamos atrás diferencias; la ecuación y los números de miembros pueden ser negativos si solamente hacemos eco en diferencia y, entonces, en lugar de sumar, restamos.
Por lo tanto, siempre, absolutamente siempre, el resultado de una ecuación depende de la actitud y de la voluntad de los miembros que la conforman en términos de ser positivos, en términos de sumar esfuerzos, en términos de entender que ya no puede haber un viejo concepto de cómo vamos a sacar ventaja del otro. Ese es un concepto y un modelo colonial, de un siglo que hemos dejado atrás y que es necesario, entonces, entre ambos continentes, inaugurar una nueva etapa.
Algunos que me precedieron en el uso de la palabra, el presidente del Brasil, Lula, y el presidente Zuma, de Sudáfrica, comentaban la participación de nuestros tres países en el G-20. Muchos eran escépticos de lo que podía pasar, pero lo cierto es que yo comentaba ayer que cuando nos fuimos de Londres -y Lula no me deja mentir- nos fuimos peleando para que eliminaran las palabras "flexibilización laboral" del documento final.
Ayer, unos meses más tarde, el documento se inaugura con la necesidad de articular en el trabajo decente y bien remunerado uno de los pilares básicos de la reconstrucción de la economía nacional. No significa que todo haya sido maravilloso; no, siempre hay diferencias, intereses contrapuestos, pero lo importante es advertir que el mundo ha cambiado de tal manera que ya nadie puede ser protagonista excluyente de los otros, estamos ante un nuevo mundo y en este nuevo mundo todos nosotros somos el mundo y parte de ese mundo.
La globalización que, tal vez, en algún momento fue vista como una amenaza por muchos de nosotros y también por preconceptos, hoy nos coloca visibles los unos con los otros, intercomunicados, interdependientes y esa interdependencia de países desarrollados con países en vías de desarrollo para obtener alimentos, energía nos va a convertir en un mundo más equilibrado. Porque el gran problema siempre en el mundo, en un continente, en un país o, tal vez, en una familia, es el desequilibrio y cuando uno o algunos pocos quieren primar sobre los intereses del conjunto y mandar al conjunto.
Creo que depende, entonces, de nosotros, de nuestras capacidades, de nuestros valores -y cuando hablo de valores hablo no solamente en términos económicos, por supuesto, sino en términos de inteligencia, en términos de política, en términos de construcción- la posibilidad de ser protagonistas en el siglo XXI, la América del Sur y el África, de este nuevo mundo que se ha construido a pesar de los poderosos o, tal vez, los poderosos no se dieron cuenta que con sus políticas de dominación, con sus políticas de exclusión, casi como una acción y reacción, estaban contribuyendo en su propio egoísmo y en su propia insolidaridad, a formar un mundo diferente.
Si no, miremos, para terminar como empecé, por qué empezaron las guerras por la liberación en la América del Sur hace dos siglos: porque nos ahogaban económicamente, porque se llevaban nuestros recursos. Y pensemos por qué empezaron las guerras por la liberación también en el África, por las mismas razones. Porque, en definitiva, los colonialismos, los imperialismos terminan engendrando ellos mismos, en su propia dinámica ilógica la reacción de liberación y construcción de mundos diferentes y de escenarios diferentes.
Aprovechemos, hermanos y hermanas, este momento, este punto de inflexión en la historia del mundo en la cual tenemos una oportunidad histórica de unir esfuerzos y recursos materiales e intelectuales para ser protagonistas de ese mundo que, desde nuestras ideas, desde nuestras identidades diferentes, lo que refleja la multipolaridad de un mundo nuevo, hemos construido. Algunos son parte viviente de la historia, son todavía hombres de la modernidad; nosotros, ni Lula, ni Chávez, ni yo, ni Michelle, ni Tabaré podemos decir que participamos en las guerras por la liberación nacional, simplemente honramos a nuestros próceres. Ustedes tienen la suerte de contar entre ustedes con muchos de los hombres y mujeres que contribuyeron a forjar su gesta liberadora.
Aprovechemos esta formidable sinergia y este momento mundial para darnos una nueva oportunidad ambos, América del Sur y el África, de protagonizar un mundo diferente.
Muchas gracias. (APLAUSOS)