INTERVENCIÓN DE LA PRESIDENTA CRISTINA FERNÁNDEZ EN LA V REUNIÓN ANUAL DE LA CLINTON GLOBAL INICIATIVE, EN NUEVA YORK

INTERVENCIÓN DE LA PRESIDENTA CRISTINA FERNÁNDEZ EN LA V REUNIÓN ANUAL DE LA CLINTON GLOBAL INICIATIVE, EN NUEVA YORK

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PRESIDENTA.- En primer término, muy buenas tardes a todos y a todas. Creo que antes de contestar puntualmente su pregunta, presidente Zedillo, me gustaría rescatar el hecho de haberse constituido el G-20 como el ámbito nuevo más diverso, más plural, más multipolar, más representativo de los nuevos protagonistas en el escenario mundial para abordar, precisamente, el tema que nos ocupa: la crisis que se desató, inicialmente durante el año 2007, a partir del subprime, y con mayor precisión a partir del año pasado, justamente, en el mes de septiembre, con la caída del Lehman Brothers. Realmente la constitución del G-20 como el espacio institucional de liderazgos regionales para abordar la problemática, constituye, a mi criterio, un avance cualitativo porque es más representativo de los nuevos escenarios y de los nuevos protagonistas. Ahora sí voy a la respuesta, no crea que se trata de una maniobra femenina para eludir una pregunta, al contrario. La expectativa que tengo en Pittsburgh es tal vez mayor que las dos anteriores. ¿Por qué? En la primera reunión, en Washington, teníamos una realidad que nos excedía y que era que precisamente quien era presidente de los Estados Unidos en ese entonces, prácticamente era su última reunión y obviamente quien es titular de un país que es locomotora en materia de crecimiento mundial, con la responsabilidad del 25 por ciento del PBI mundial y que obviamente ya no continuaba en su mandato, trasformó la primera reunión en un aproach, en una aproximación a los problemas sin tal vez encuadrarlos, situarlos, describirlos pero tal vez sin la posibilidad de adoptar un sistema de decisiones que permitiera profundizar algunas cuestiones. Pese a eso, yo creo que fue una muy buena reunión. En esta tercera reunión, tengo grandes expectativas porque, a sugerencia de mi país, la República Argentina y que fue también apoyado por la República Federativa del Brasil, hemos incluido en las reuniones del G-20 a la OIT, esto es al organismo multilateral que representa a trabajadores, empresarios y Estado en la negociación tripartita y que, a mi criterio, viene a completar a un actor necesario de la economía real como son los trabajadores y las empresas. Durante las reuniones anteriores, tanto en Washington como en Londres, habíamos escuchado al Fondo Monetario Internacional, habíamos escuchado al Banco Mundial pero nosotros sugerimos la necesidad de lograr la presencia de la economía real, representada en este caso por los trabajadores y empresarios, que son, en definitiva, los que hoy están sufriendo las consecuencias a través de la destrucción de la riqueza, a través de la pérdida de empleos y entonces era necesario tener también a este actor. ¿Cuál es la expectativa que tengo en la próxima reunión de Pittsburgh? Que podamos profundizar aún más y tal vez agilizar aún más las transformaciones aún pendientes en materia de nuevas regulaciones y de nuevas reformulaciones en materia de organismos multilaterales. Creo que esta es una expectativa, por lo que he charlado con otros Jefes de Estado, que también está allí en ellos y también comenzar a abordar instrumentos tal vez más puntuales, más concretos y que puedan llegar en una nueva relación de cooperación entre los países del mundo a la economía real. A mí me preocupa mucho, como creo que le preocupa al Primer Ministro de Holanda, porque él tiene que ir a su país y dar cuenta ante sindicatos, ante empresas, ante los representantes en el Parlamento, cómo marcha el crecimiento de la economía, cómo marcha la población económicamente activa, cuál es la tasa de desempleo, cuál es la expectativa de crecimiento, cómo vamos a poder seguir sosteniendo el crecimiento. Por lo pronto en mi país durante los últimos seis años crecimos realmente a tasas chinas, a un 8,4 por ciento en términos anuales. Obviamente este año vamos a terminar creciendo y aunque estamos creciendo no por supuesto lo hacemos al ritmo que lo veníamos haciendo. Entre los países latinoamericanos o las economías emergentes en general en este espacio del G-20, hay un reclamo permanente en cómo logramos reparar el daño -del que no hemos sido responsables- y que significa retraso tal vez en todo el crecimiento que se ha dado en estos años en materia social porque, obviamente, fue un crecimiento económico que generó empleo. Un caso para terminar y cederle la palabra al Primer Ministro. En mi país, cuando se produjo el default no estaba este ni el anterior gobierno, fue en el año 2001, la tasa de desempleo llegó al 25 por ciento; esto es que un cuarto de la población económicamente activa no tenía empleo en la República Argentina. Había cientos de miles de argentinos que tenían sus casas hipotecadas durante la convertibilidiad, donde había paridad dólar-peso y entonces, adquirentes de casas que habían contraído préstamos por 100 mil dólares, valían mucho menos y tenían que devolver 100 mil dólares, con lo cual estaba el peligro de inminentes remates. Además, la economía tenía crecimiento negativo. Todo esto fue revirtiéndose a partir del año 2003 con un crecimiento sostenido y llegamos en el último trimestre del año 2008, en medio de la crisis, a una desocupación del 7,3. Logramos perforar los dos dígitos luego de década y media donde la desocupación fue de dos dígitos. ¿Cuál es la preocupación entonces de los países emergentes y en este caso de la República Argentina? Cómo mantener ese crecimiento que ha significado mejorar la calidad de vida de millones y millones de argentinos y que al mismo tiempo nos ha permitido aumentar exponencialmente, por ejemplo, nuestros recursos exportándolos, habiendo el año pasado batido récords de exportación y habiendo también batido récords de superávit comercial. Entonces, todas estas cuestiones que hemos mantenido estos años, superávit gemelos, cuenta corriente positiva, crecimiento de la economía, bienestar en la sociedad son los temas que nos ocupan y que buscamos respuesta en tareas de cooperación y de una mejor relación en el G-20. Esto es lo que esperamos, presidente Cedillo.

PREGUNTA.- (Formulada en idioma inglés)

PRESIDENTA.- Me gustaría primero, contestar sobre Doha. Ya sé que tengo el tiempo en déficit pero es un déficit manejable y no tiene tanto costo como el otro. Quiero detenerme dos minutos en las tres causas que detalló Larry Summers como problemas internos y que yo creo que en realidad no son problemas internos sino que son problemas globales y que es matriz de crecimiento, fundamentalmente diferente; lo que tiene que ver con el sector financiero, porque allí también hay una distorsión de lo que fue y es el capitalismo que es la producción de bienes y servicios en los cuales el sector financiero a través del crédito promueve y en realidad hubo una gran distorsión por parte de esto porque se estableció al derivado financiero como un producto en sí mismo sin pasar por el circuito de producción de bienes, servicios e innovación tecnológica tendiendo a una rentabilidad absolutamente ficticia y que generó lo que yo llamo "el dinero electrónico". Esto fue por la falta también de regulación y de contralor de los grandes bancos de inversión. Mientras los Bancos Centrales de los países son absolutamente controlados hasta el último centavo en cuanto a reservas, en cuanto a balance de cuenta corrientes, los bancos de inversión no tuvieron ningún tipo de contralor en los derivados financieros que originaron formidables rentabilidades, excelentes bonus y también terminaron estrepitosamente con lo que significó la crisis más importante después del '30. Con esto creo que una de las claves es definir claramente si la nueva matriz de crecimiento va a volver a pasar por la producción de bienes, de servicios, de innovación tecnológica o el sector financiero va a ser un producto en sí mismo y va a servirse a sí mismo. Esta me parece que es una cuestión básica. La tercera cuestión que él abordó y que, en definitiva, el tema climático, yo acabo de venir de una reunión en Naciones Unidas entre Jefes de Estado en la cual a 70 días de Copenhague no podemos todavía acordar mínimamente porque además tenemos 15 años de la Convención de Naciones Unidas, 15 años de Kyoto y la gran discusión sigue siendo quién va a ser responsable acerca de los gastos y de la inversión que hay que hacer para mitigar, precisamente, la emisión de gases, si deben ser los países que mayor producción tienen, esto es los países más desarrollados o vamos a ser los países emergentes. Y si se me permite en esta mesa, soy la única representante de las que se denominan economías emergentes y consideramos seriamente que la mayor inversión y el mayor costo debe ser para aquellos países que tienen mayor responsabilidad en la emisión de gases y también la contemplación de los intereses de los países emergentes que hemos contribuido en los últimos diez años al crecimiento de la economía mundial. Y la otra cuestión, la de reglas -y creo que lo abordó también el señor Director del Fondo Monetario Internacional- que sean globales y aplicables a todos los países. Porque a las economías emergentes se nos dijo hasta el cansancio que debíamos tener superávit comercial, superávit fiscal y tener cuentas equilibradas. Sin embargo, estas reglas no eran aplicadas aquí, por ejemplo, en Estados Unidos produciéndose lo que se denominan los "inbalances", los "inbalances" de una China con superproducción, con ahorro interno y un Estados Unidos con, lo que señalaba Larry Summers, una diferencia entre importaciones y exportaciones que yo traduzco de otra manera más cuáquera: gastar más de lo que se gana, o sea, que se gasta más de lo que se tiene. Que en realidad es esto, en definitiva, más allá de la diferencia entre importaciones y exportaciones que puede sonar muy bien a economistas pero que es básico en cualquier economía capitalista y hasta familiar. No se puede gastar más de los que se tiene, no se puede gastar más de lo que se gana. Cada vez que esto sucede, algo implosiona y si además esto sucede en un país que significa el 25 por ciento del PBI y que constituye la moneda de reserva después de Bretton Woods, es evidente que entonces estamos ante una crisis de carácter internacional. Ronda de Doha: es exactamente también otro de los parámetros referido a los términos de intercambio comercial y a la ronda de comercio y que va, fundamentalmente, en la decisión de que se pueda arribar a acuerdos que no signifiquen para las economías emergentes, para las economías que estamos en procesos de reindustrialización, un retroceso que finalmente luego termine, como sucedió en la República Argentina, durante diez años que se tomó como mejor alumno en materia de una política internacional a quien tenía un déficit comercial y fiscal estructural y financiaba su crecimiento interno con endeudamiento permanente externo, o sea, que no había realmente un ahorro real. Entonces, creo que la primera cuestión para Doha, para Kyoto, para Copenhague, para G-20 es que nos tenemos que poner de acuerdo con que las reglas deben ser iguales para todos, que no debe haber doble estándar, no puede haber reglas para países emergentes, chicos o débiles y reglas para países grandes o desarrollados. Me parece que es una de las claves de la globalización y creo que también hace al fair play y a la confianza que tenemos que tener quienes integramos, no ya el G-20, sino la comunidad internacional de naciones. Cuando desde el mundo de los países más pequeños, con menor volumen económico, con menor importancia se advierte que si se trata de un país desarrollado la reglas, los controles son de una manera y si se trata de un país emergente, pequeño o chico se aplican las reglas que están escritas en el manual, entonces estamos viviendo en un mundo intrínsicamente injusto y que tiene que ver también con la ética. Si las reglas están en el manual, ese manual debe ser aplicado a todos, en Doha, en Kyoto, en Copenhague y en todas partes. Esta es la clave para poder vivir en un verdadero mundo global. Porque estamos globalizados pero, en definitiva, las normas, los derechos y las obligaciones no son iguales para todos. Entonces, creo que esta es una de las claves de poder abordar seriamente donde la gente vea a la globalización, sobre todo aquellos sectores de naciones más vulnerables, no como una amenaza, sino como algo que debe ser bueno porque va a producir bienestar para todos. (APLAUSOS)