Muy buenas tardes a todos y a todas: realmente creía que venía a una inauguración pero después de escuchar todo lo que dijo Jacinto, en realidad vine a otro lugar... de la misma manera que me impactó cuando lo conocí, cuando el relató lo que es cierto, cuando entré a su habitación y me dijo que él había sido el más grande difamador - dijo esas palabras, me acuerdo como si fuera hoy - el más grande difamador de Eva Perón. Y lo que él acaba de hacer, hoy aquí, si todos, porque obviamente que no es oficialista, que no es peronista, si todos los argentinos pudiéramos hacer las mismas cosas y despojarnos de esas cosas, qué Argentina diferente podríamos tener ¿no?
Yo quiero darle gracias, en nombre de todos, a aquellos que sufrieron ofensas en este país, no solamente Eva Perón, sino tantísimos otros y tantísimas otras, por pensar como Nelly, proscriptas. También cosas que seguramente se hicieron durante gobiernos, que podrían haber sido también de mi partido y que tal vez no se entendió y que porque alguien no pensaba lo mismo también se lo separaba, cosas que deben definitivamente quedar atrás, no puede ser que se persiga gente, o se la estigmatice o se la ofenda, únicamente por no compartir su política o su proyecto político, sobre todo cuando hay una Argentina y una sociedad que tiene la oportunidad de decidir y votar democráticamente quiénes son sus autoridades, sus presidentes, sus presidentas.
Quería agradecerte Jacinto, en primer término, este ejercicio que vos hiciste de honestidad intelectual, que me parece que es muy importante y que no puede menos que esperarse de hombres y mujeres que tienen un fuerte compromiso con el arte, con el decir, con la historia. Y también agradecerle al presidente sus palabras, darle un beso muy grande a Lidia Lamaison, la vicepresidenta, que se que no pudo estar porque tuvo un accidente y se fracturó su mano, Lidia un abrazo muy grande. (APLAUSOS).
Quiero saludar a todos los que están: aquí lo veo también a Jorge Luz; a Roberto Cossa, a China, a Nelly, a Federico Luppi, a Duilio Marcio y qué se yo, de acá no alcanzo a ver mucho porque además ya no veo tan bien como cuando era muy jovencita.
Decirle que también hace muy pocos días presentamos el proyecto, enviamos al Parlamento, como corresponde en democracia, para sustituir a la vieja ley de la dictadura de Radiodifusión, un proyecto de ley que también contiene un capítulo que tiene que ver con los artistas, que tiene que ver con los contenidos nacionales, que tiene que ver con la necesidad de tenerlos vivos en la pantalla, que de trabajo a nuestros actores, a nuestras actrices y que promuevan, además, la identidad nacional y regional. Porque también promovemos el trabajo con contenidos nacionales, con la obligación también de que los que comercializan las señales de transporte no puedan también fijar contenidos para que de esta manera puedan surgir las empresas que hacen los contenidos y que le dan más trabajo a los técnicos, a los artistas, a los escritores, etcétera.
En fin, diversificar y agrandar la participación de todos y, fundamentalmente, también garantizar la participación de la industria nacional y cultural, que son ustedes, los grandes protagonistas de la industria cultural nacional.
Quiero decirles que también hoy venimos a cumplir promesas, como decía Nacha cuando ingresamos. Hace poco más de tres meses y medio estuvimos acá para entregar un subsidio a esta vieja y querida Casa del Teatro y bueno y allí se nos ocurrió la idea de que podíamos ayudar y ni bien llegué a la Casa Rosada, después de andar por ahí caminando, lo llamé al secretario de Obras Públicas y le dije: "José, te vas inmediatamente mañana a la Casa del Teatro para ver qué es lo que se puede hacer y en cuánto tiempo lo podemos hacer". Y bueno, acá estamos con mucha voluntad. (APLAUSOS)
En realidad, nada que agradecer, simplemente el reconocimiento que a través de quien ejerce la Primera Magistratura le debemos a ustedes y a esta institución.
Para finalizar, Jacinto, te quiero decir algo. Vos dijiste que esa mujer fantástica que fue doña Regina Pacini de Alvear, que primero fue atacada por la sociedad pacata de aquellos años ‘20, se salvó gracias a que era cantante lírica y no cantante de tango; yo quiero decirte que creo que se salvó por dos cosas: una puede ser cierto porque era cantante lírica, pero la otra creo que fue porque se casó con Marcelo Torcuato de Alvear. Si por ahí se hubiera casado con alguno otro líder peronista y popular, a lo mejor tampoco se salvaba la pobre Regina. Qué quieren que les diga. Tengo que decirlo porque sino no sería yo. (APLAUSOS)
Creo que era una gran artista y creo que se casó con uno de los hombres emblemáticos de la high society de aquellos tiempos y de todos los tiempos. El apellido Alvear es uno de los apellidos de gran prosapia en la Argentina. Eso, tal vez, la haya vacunado contra la maledicencia, contra la difamación, contra la mentira. Muchas veces suceden estas cosas y espero que no pasen más, espero que estas cosas cambien en la Argentina y las mujeres comencemos a ser valoradas independientemente del género por las cosas que somos capaces de hacer como artistas, como científicas, como trabajadores, como profesionales o como presidentas.
Muchas gracias y muy buenas tardes a todos. (APLAUSOS)