Querido secretario general de CGT, Hugo Moyano; querido secretario general de La Fraternidad; compañeros y compañeras: recién que acaba de decir Hugo que tengo el ejército de los trabajadores atrás, déjenme decirles que me siento muy orgullosa de ser su capitana (APLAUSOS). Gracias porque es un grado que no te lo puede dar ni la universidad, ni te lo puede dar el partido político en el que uno ha militado, ni te lo puede dar una votación; que los trabajadores organizados se sientan representados por un Gobierno, se sientan ejército de ese Gobierno es un grado que solamente ustedes pueden dar, y que además me enorgullece mucho porque son ustedes, trabajadores y trabajadoras, las primeras víctimas de los modelos que ha tenido nuestro país en materia de ajustes, de desempleo, de despojo de la riqueza nacional.
Recién escuchaba recordar la primera reestructuración a la que hacía referencia Maturana, allá por el año ´58, la encaró el Fondo Monetario Internacional, vino desde Estados Unidos, y significó la primera gran destrucción de los ferrocarriles argentinos. Y podríamos seguir detallando lo que ha pasado en los últimos años, y que tan bien lo enumerara Maturana, en desempleo, en las leyes de flexibilización laboral, que para lo único que sirvieron fue para anular derechos y garantías de millones y millones de trabajadores. Cuando hablo de trabajadores no estoy hablando únicamente de aquellos que se desempeñan en el sector de servicios o en el de la producción, en las fábricas, trabajadores son todos aquellos que en la Argentina tienen que ir todos los días, cualquiera sea su nivel salarial y cualquiera sea su ingreso, a cumplir tareas en relación de dependencia ¿Saben por qué digo esto? Porque muchas veces hay otros sectores de la sociedad que, quizás por prejuicios culturales, se sienten alejados de los sindicatos y de los trabajadores. Pero sería bueno recordar cómo le fue a cada argentino trabajador de una fábrica, o de locomotora, o empleado de comercio, o empelado jerárquico, o empleado profesional; cada vez que le fue mal al resto de los trabajadores argentinos se terminaron cayendo todos indefectiblemente.
Por eso es necesario remarcar la conciencia, la pertenencia y la identidad que en un proyecto nacional tienen todos los sectores que en relación de dependencia viven de su salario, de un ingreso fijo que le proporciona su trabajo.
En este sentido quiero decirles a todos ustedes que me siento muy orgullosa de pertenecer a este proyecto que desde el 25 de mayo del 2003 puso nuevamente en movimiento las grandes banderas nacionales, que no son ya las de un partido político o de una idea, que son las de todos los argentinos que creen que el trabajo, y la producción, y la defensa el trabajo nacional, y la conformación de un empresariado nacional son los grandes baluartes para seguir creciendo y tener un desarrollo similar al que alcanzamos durante los años ´50. Es necesario que reflexionemos todos juntos los argentinos acerca de las cosas que nos han tocado vivir en las últimas décadas, cuando vinieron a plantearnos sobre todo la desaparición del Estado. En realidad el Estado era el gran estorbo para la actividad económica, y que el mercado iba finalmente a resolverles los problemas a todos, porque de alguna manera esa riqueza iba a derramar y en algún momento le iba a llegar a todos.
Yo fui legisladora nacional. Muchos me conocen en la trinchera de ustedes cuando otros, algunos por conveniencia, otros porque realmente creyeron estos cantos de la flexibilización laboral y que el Estado había desaparecido, se hacían eco de políticas y de discursos que destruyeron, literalmente, el tejido productivo de la Argentina y las posibilidades de tener un sistema de gobierno que tomara decisiones en pos de los intereses nacionales, y no de lo que le están desde afuera. Fueron momentos duros en los que hubo que luchar, en los que hubo que plantarse muchas veces en soledad absoluta, no dando quórum, no prestando conformidad a lo que nos querían decir que para que los trabajadores y los argentinos vivieran mejor tenían que estar todos peor, ganar menos tener, menos derechos y menos garantías. Esto que parece ridículo cuando uno lo enumera y lo enuncia ahora, era moneda corriente en los círculos políticos, legislativos y hasta periodísticos también, donde todo un coro había instalado finalmente que el mercado era mejor y que para qué íbamos a tener producción nacional si podíamos importar cosas de mucha calidad.
Por eso defender un modelo nacional, como el que venimos desarrollando desde el año 2003, no es defender a un sector o a un partido, en definitiva es un voto en defensa propia, en defensa de las conquistas logradas, en defensa del trabajo recuperado, en defensa de los millones de jubilados que volvieron a cobrar aumentos, en defensa de los millones de jubilados que pudieron jubilarse, porque instalamos una amplia moratoria que clausurara la etapa de años sin trabajo de patrones inescrupulosos. Votar en defensa propia del mayor presupuesto educativo del que se tenga memoria la República Argentina, con sistemas de becas universitarias y secundarias que permitan volver a tener al estudio como elemento de progreso y movilidad social. Ese fue el sueño que anidó a este movimiento político que nació en 1945. Porque sabíamos que no todos son iguales, pero sí necesitábamos que todos tuvieran la misma igualdad de oportunidades, para que cada uno pudiera elegir la vida que quiere. Esto es con lo que yo sueño siempre, una Argentina en la que cada ciudadano y cada ciudadana puedan tener el derecho a elegir qué vida quiere tener, y no que se la elijan por qué nació en un hogar sin trabajo o en donde el salario apenas alcanza para comer.
Por estas cosas son por las que hoy estoy aquí; por éstas cosas son por las que decidí ser presidenta; y por estas cosas son por las que quiero seguir luchando todos y cada uno de los días que me falten de vida, por lograr una redistribución del ingreso en una Argentina más justa, más equitativa, más igualitaria.
Recién Hugo decía que yo había estado en la inauguración hace un tiempo allá en Mar del Plata, estuve con los camioneros, estuve ya siendo presidenta con los compañeros de la construcción, hoy acá con los compañeros de La Fraternidad inaugurando este hotel. Obras, como bien señalaba el Secretario General de la CGT, impensables en otro momento de la Argentina, primero porque los sindicatos se habían quedado sin afiliados. Algunos decían "no hay más sindicalistas en la República Argentina, no hay más sindicatos", no, en la Argentina se había acabado el trabajo, por eso no había sindicalistas a la vista o sindicatos que se pudieran ver, se había acabado el trabajo. Y cuando se acaba el trabajo se acaba la generación de la riqueza. Vengo de la ciudad de Ensenada, pegadita ahí adonde yo nací, en La Plata, donde YPF ARGENTINA acaba de anunciar una obra de más de más de 340 millones de dólares para reformar toda la refinería de la antigua petroquímica General Mosconi, esa petroquímica y su tecnología no se tocaba desde hace 30 años. (APLAUSOS). Esto va a significar no solamente mayor producción de nuestras naftas que lo podemos hacer, además, por las políticas activas que hemos implementando del Estado con el programa "Refinor Plus", lo que va a generar, durante 34 meses, más de 700 puestos de trabajo en la construcción de la nueva refinería y al mismo tiempo mayor capacidad de producción y mayor personal, luego, en la planta.
Yo decía que soñaba con que precisamente esa región capitalina que es La Plata, Ensenada y Berisso, fundamentalmente Berisso y Ensenada, que es donde están localizadas las grandes industrias y que fue el cordón industrial que rodeó a la ciudad en la que nací, ciudad universitaria, de estudiantes, de profesionales, de empleados públicos, de una clase media orgullosa de su pertinencia, de su identidad, de su formación, obreros calificados en un polo petroquímico muy importante, frigoríficos, que rodeaban esa ciudad, se fue transformando con la Argentina.
Por eso volver a recuperar todos y cada uno de los instrumentos; todos y cada uno de las obras que constituyeron el símbolo y el emblema de la Argentina, que supo ser - compañeros y compañeras con orgullo lo digo - en los años 50, la primera economía de la Latinoamérica, al frente con sus industrias automotrices, de aviones, de marina mercante, de energía nuclear, de trabajadores, de una clase media que se generaba a partir de esa capacidad adquisitiva de los trabajos y de los salarios es la Argentina que estamos reconstruyendo desde el año 2003, falta mucho todavía, porque han sido demasiadas décadas, han sido demasiado los planes de ajustes, han sido demasiado los gobiernos a los que le importaban lo que decían de afuera, pero no les importaba lo que decían sus propios compatriotas. Y es necesario reparar y restaurar, como lo estamos haciendo, desde el año 2003, ese tejido social y productivo.
Alguna vez se creyó que los sindicatos o los trabajadores eran el problema de la Argentina. Y yo digo - como lo dijo hace poco el nuevo presidente de los Estados Unidos, Barack Obama - que los trabajadores y los sindicatos no son el problema, al contrario son parte de la solución para remontar una crisis que precisamente sobrevino no por los trabajadores y tampoco por los empresarios dedicados a la producción de bienes y servicios, sino por aquellos que creyeron que el dinero se reproduce a sí mismo, sin pasar por el circuito de la producción de bienes o servicios. (APLAUSOS).
Nosotros, que estamos convencidos científicamente que el trabajo es el gran generador de la riqueza vamos a seguir apostando a esta articulación entre empresariado y trabajadores en la construcción, también, de un empresariado con fuerte raíces e identidad nacionales para que cuando se tomen las decisiones se tengan en cuenta los intereses del país porque sus intereses y los de esos empresariados están atados también, aquí, a sus trabajadores, a su mercado interno, a su mejor capacitación para producir mejor y exportar más; este círculo virtuoso y un mercado interno poderoso, que ha servido para sortear esta crisis increíble del capitalismo a nivel mundial, pero que al mismo tiempo, permite tener cada vez mejores obreros, más capacitados, con mayor innovación tecnológica, que nos permita agregar más valor a nuestros productos para salir a competir al mundo con las exportaciones es el modelo que nos ha permitido este crecimiento, que nos ha permitido que ustedes puedan construir hoy este hotel, que puedan haber negociado más de 1.500 convenios colectivos de trabajo, que ha permitido a nuestros empresarios de todos los sectores: productores de la tierra, productores de bienes, prestadores de servicios y hasta del sector financiero tener una rentabilidad, en estos seis años, como no la habían tenido en décadas y décadas. (APLAUSOS).
Porque yo también quiero hablar aquí, en la casa de los trabajadores, que no solamente han sido los trabajadores los beneficiados, sino también nuestros empresarios. Por eso reclamamos a todos memoria - la memoria que Maturana le pide a los trabajadores - yo también se la pido a los empresarios, que se acuerden cómo estaban en el 2003, en el 2001, adónde exportaban, con qué valores con el uno a uno, cuánto valían los campos, cuánto valían las fábricas, cuánto valían lo que ellos producían, absolutamente nada. Es hora, entonces, de que todos y cada uno de los que hemos contribuido en estos 6 años, a generar una argentina diferente sepamos que no ha sido, como dice alguno, un viento de cola o suerte; ha sido la decisión de adoptar un modelo de producción y trabajo donde el sistema de decisiones esté en la República Argentina para agregar valor a nuestros productos y generar riquezas, pero no para unos poquitos. Cuando la riqueza es solamente para unos poquitos si podemos ver todo el curso de la historia argentina, de nuestros 200 años, suele durar muy poco, sobre todo, después de los años cincuenta, donde la gente se acostumbró a comer, a tener casa, a tener vacaciones, a que sus hijos fueran a estudiar al colegio, al secundario o a la universidad. Y está bien que se hayan acostumbrado porque esta es la mejor garantía de que no se va a dar un paso atrás en la necesidad de seguir construyendo ese país justo. Y lo hemos hecho además - y lo puedo decir, aquí, frente a los compañeros trabajadores - desde un movimiento político, que lejos de confrontar con el capital ve, precisamente, al capital junto al trabajo como los dos mejores socios para producir bienestar y calidad de vida para los argentinos.
Con estas premisas, con estas ideas, pero por sobre todas las cosas, con estos resultados, porque esta es la única gran diferencia: podemos exhibir, al cabo de seis años, resultados concretos, hechos concretos, obras a lo largo y a lo ancho del país como nunca se habían visto durante décadas.
Podría estar hablando una hora más y seguramente me faltaría tiempo para enumerar esos resultados, esos hechos y esas obras. Pero - como dijo Maturana - nosotros creemos que más importante que hablar es hacer, esto nos viene desde el ADN, esto de hacer y de transformar es para nosotros genética política. Y cuando uno tiene genética política de esta naturaleza su identidad es para toda la vida.
Muchas gracias, y felicitaciones a todos los trabajadores. (APLAUSOS)