Muchísimas gracias, señor Director, por las generosas palabras que ha tenido para con mi persona.
Quiero comentarles que estuve en este mismo lugar hace exactamente dos años y una semana. En ese entonces, el mundo era diferente. El señor Director General de la OIT me comentaba y les comentaba recién a ustedes, que aquel discurso tuvo visos premonitorios acerca de lo que significaría esta crisis económica global que hoy estamos viviendo.
Yo quiero reflejarlos en una anécdota que me pasó hace pocos días, como Presidenta de los argentinos, en mi país, para ser más concreta, en Rosario, provincia de Santa Fe. Allí, mi Gobierno dio un préstamo a la empresa multinacional norteamericana General Motors para que no cerrara sus puertas y pudieran mantenerse las fuentes de trabajo.
Si alguien me hubiera dicho a mí hace unos años que como Presidenta de los argentinos, yo iba a dar un préstamo a una multinacional norteamericana que, además, casi en la misma semana, era estatizada por el primer presidente afroamericano de los Estados Unidos, uno realmente diría que estábamos en un delirio total. Pero esta anécdota refleja en toda su exacta dimensión, el cambio que ha tenido el mundo en los días que corren.
¿Y cómo ha encontrado este cambio a mi país, la República Argentina? Mi país, el año pasado, en el año 2008, ha completado el ciclo de crecimiento económico más importante en sus doscientos años de historia. (APLAUSOS)
Pero no fue un crecimiento como el que se había tenido en otras oportunidades, un crecimiento de la economía que se dio, por ejemplo, en la década de los ´90 pero con una destrucción masiva del empleo o, tal vez, un crecimiento como tuvo a principios del siglo XX donde convertido solamente en un país que exportaba materia prima sin ningún tipo de valor agregado, solamente un pequeño círculo de su población gozaba de la riqueza mientras había pobreza, dolor y desocupación por doquier.
Este crecimiento, que es además el más importante, inclusive comparado con los otros ciclos, se da en un contexto totalmente diferente, porque el patrón de crecimiento económico que se instaló a partir del 25 de mayo del año 2003, fue un patrón de crecimiento basado en el trabajo y en la producción, porque entendíamos que el dinero sólo se reproduce en la medida que pasa por la producción de bienes o de servicios. Un objetivo que ciertamente se perdió durante la globalización financiera y lo que yo denomino "aparición del dinero electrónico".
En estos seis años la Argentina, que partió en mayo de 2003 con casi un 25 por ciento de desocupación, o sea, que un cuarto de su población económicamente activa carecía de trabajo; los trabajadores participaban apenas en el 34 por ciento del PBI, 9.000 millones de dólares apenas de reservas en el Banco Central, un sistema previsional en el que también durante los ´90 se había terminado el sistema de reparto solidario y se había adoptado un sistema de capitalización administrado por el sector privado.
Al cabo de estos seis años, terminamos el año 2008 con 7.3 de desocupación, con los trabajadores participando en un 43.6 por ciento, ya mucho más cerca del fifty-fifty de nuestro Producto Bruto Interno, con un Banco Central con más de 46.000 millones de dólares de reservas, con más de 1.500 convenios colectivos de trabajo negociados. Por primera vez, después de mucho tiempo, reapareció la negociación colectiva entre trabajadores y empleadores que permitió mejorar el poder adquisitivo de los trabajadores y, al mismo tiempo, conformar un importantísimo mercado interno, con una formalización del trabajo, porque aproximadamente en el año 2003, el 50 por ciento de los trabajadores estaba en negro en la República Argentina; según la última medición la hemos logrado descender a un 36 por ciento, todavía falta, pero vamos en el buen camino. (APLAUSOS)
Hemos incorporado a 2 millones de personas a los beneficios previsionales, personas que, por las privatizaciones o por patrones inescrupulosos que no habían hecho sus aportes o, tal vez, por haber quedado sin trabajo durante largo período habida cuenta de los altísimos índices de desocupación que había, carecían de la posibilidad de acogerse a un beneficio de carácter previsional y con una amplia moratoria incorporamos a 2 millones más de argentinos que hoy integran la red de protección de seguridad social, una de las más importantes, tal vez, de todo el continente, si no la más importante.
Al mismo tiempo, se inició una política de desendeudamiento más que importante. Cuando en el año 2003 el Gobierno asumió, la ratio de la deuda era aproximadamente del 156 por ciento del PBI; hoy ronda el 49 por ciento de un PBI que es de casi 300.000 millones de dólares.
El resultado ha sido, entonces, un sólido mercado interno que, además, ha tenido también su cara de exportación y de incorporación a la globalización de la mejor manera que se puede incorporar un país a la globalización, es decir, exportando sus productos con valor agregado, lo que es generar trabajo para sus compatriotas en su propio país.
Esta también es una de las claves del modelo que hemos desarrollado del año 2003, a punto tal que el año pasado, 2008, batimos récords de exportaciones, más de 71 mil millones de dólares generando, además, el superávit comercial más importante de toda nuestra historia.
Este es el país que en septiembre, con la caída del Lehman Brothers encontramos en el mundo, situación similar a la que podíamos encontrar en otras economías emergentes.
Bueno es decir, que durante esos 6 años también se desarrolló un plan de infraestructura económica y social en materia energética, de viviendas, caminos, escuelas, hospitales, obra pública que también fue un importante dinamizador de la economía y que además permitió que, por ejemplo, el Sindicato de la Construcción -aquí lo veo a Gerardo Martínez-, que allá por el año 2003 tenía apenas 60 mil cotizantes, hoy llegue a casi medio millón de cotizantes por efecto, precisamente, de la obra pública. (APLAUSOS)
¿Cuál fue, entonces, la primera reacción ante esta crisis que nos venía desde afuera y que curiosamente la provocaron los que durante 6 años consecutivos discutieron y criticaron este modelo?
Valga una anécdota. Una semana antes de que cayera el Banco de Inversión Lehman Brothers, sus principales consultores auguraban que la Argentina no iba a poder frente a sus compromisos y que finalmente el modelo iba a eclosionar; lo mismo decían calificadoras de riesgo y otros analistas que no les contaron ni les dijeron a ningún dirigente sindical, a ningún empresario, a ningún periodista la crisis que se avecinaba y que, precisamente, eran ellos los que tenían que haber cuidado de que no ocurriera o, al menos, alertar al mundo de que esto podía pasar.
Sin embargo, en este mismo lugar, exactamente hace dos años y una semana, como bien recordaba Juan Somavia, decíamos que era imposible seguir construyendo una economía basada en la financiación del capital, que el capital debía estar inexorablemente vinculado a trabajo y producción.
¿Cuáles fueron entonces las medidas o los objetivos que nos planteamos inmediatamente para hacer frente a esta crisis que venía de afuera?
La primera: el sostenimiento del vínculo. Es imprescindible para todo gobierno que todas sus políticas y todas sus acciones, estén orientadas a sostener la permanencia de los trabajadores en sus empresas. El vínculo laboral como algo característico del modelo pero, fundamentalmente también, porque hemos aprendido que cada trabajador es además un consumidor y que, precisamente, ante una crisis en el sector externo, todo país debe sostener su mercado interno precisamente con sus propios trabajadores. Y la otra: la supervivencia de las empresas, el hábitat natural de todos los trabajadores.
En este sentido, planteamos que no hay una fórmula mágica ni una fórmula algebraica para defender estas políticas; al contrario, hemos conformado un Comité integrado por el Ministro de Trabajo, la Ministra de la Producción, el titular de la Agencia Federal de Impuestos y el titular de la ANSeS, porque también debemos decir que una de las medidas más importantes, tal vez, la más importante en los 6 años en cuanto a su carácter estructural al modelo, fue retomar por parte del Estado la administración de los recursos de los trabajadores que estaban en manos del sector privado. (APLAUSOS)
Esto también ha sido clave, porque, aunque no se crea, en el sistema de capitalización privado para poder pagar la pensión mínima a los que se habían jubilado por el sistema privado en el orden del 60 por ciento de los aportantes al sistema privado, el Estado Nacional, el sector público tenía que hacerse cargo de lo que el sector privado no lo hacía.
Pero además, en lugar de desarrollarse un frondoso mercado de capitales a los cuales pudieran acceder pymes, distintas empresas, se había conformado un selecto club o grupo de empresas que eran las únicas que accedían a ese mercado de capitales.
De esta manera, los recursos de los trabajadores hoy son uno de los instrumentos precisamente tendientes a sostener el nivel de actividad y el nivel de empleo, clave para tener la capitalización que estos sistemas exigen. Voy a pasar por alto los miles de millones de dólares que se perdieron en activos tóxicos que estas administradoras tenían y que es algo similar a lo que ha sucedido en otros países.
Para que ustedes tengan una idea, la Ley que había habilitado el sistema de capitalización privado exigía que se destinara a viviendas un 0,5, esto significaba la posibilidad de hacer aproximadamente medio millón de viviendas en la República Argentina. Sólo se hicieron 750 viviendas.
Ahora también con este instrumento en la mano y además con el Banco Hipotecario, que es un banco tradicional en la República Argentina como proveedor de créditos blandos para los sectores medios argentinos, estamos también poniendo en marcha una línea de créditos para construcción, ampliación y adquisición de viviendas que tienda a reactivar la economía.
Junto a estas medidas, otras importantísimas: ir en auxilio de cada empresa con este Comité del cual yo les hablaba que se reúne todos los lunes, para ver, en cada lugar, en cada actividad cuál es el problema y asistir allí o con programas del propio Ministerio de Trabajo, que ayudan al sostenimiento salarial de los trabajadores en un determinado momento y durante un determinado lapso o bien, asistir con créditos, como en el caso de General Motors, suficientemente garantizados para sostener la actividad de esa empresa y seguir produciendo para exportar. O como, por ejemplo, en el caso de una empresa en concurso o en quiebra conformando un fideicomiso que alquilando la empresa permite a sus trabajadores que sigan produciendo, sigan trabajando y aportar a la continuidad de la misma.
También, la generación de un importante movimiento de fábricas recuperadas, otra solución novedosa que vamos a impulsar, inclusive, a través también de una modificación a la Ley de Quiebras y que ya ha permitido recuperar 10 mil puestos de trabajo con más de 100 fábricas recuperadas por cooperativas de sus propios trabajadores.
Este es también otro de los instrumentos que hemos adoptado frente a la crisis organizando desde el Estado en forma absolutamente heterodoxa, creativa el cuidado de la actividad económica, la preservación del vínculo laboral y la permanencia de las empresas.
Cuando hablamos de preservación, de mantenimiento del vínculo laboral, lo estamos haciendo en la concepción de que lo más importante, lo más valioso que nosotros tenemos que lograr, que tenemos que impedir, es que a ese trabajador no le llegue el telegrama de despido. (APLAUSOS)
¿Por qué decimos esto? Hay empresas que, con acuerdo de los propios sindicatos, con acuerdo de los propios trabajadores, atendiendo a las modalidades de la actividad, han pactado, por ejemplo, reducción de jornada, se trabaja 3 o 4 días a la semana, pero se mantiene el vínculo laboral. Porque -y esto ya no lo digo como Presidenta ni como abogada, lo digo como una mujer que ha visto como se destroza un país y una sociedad cuando se pierde el trabajo y cuando la persona queda desocupada- esto es lo que todo sindicato, lo que todo empresario, lo que todo dirigente político debe impedir: la ruptura del vínculo laboral, porque luego cuesta mucho reconstruir eso que se pierde y es clave. (APLAUSOS)
Cuando uno escucha que este año se han destruido 50 millones de puestos de trabajo, no hay que pensarlo solamente en términos numéricos, hay que pensarlo en términos de organización familiar, de vida personal. Son 50 millones de personas que quedan del lado de la mano de Dios únicamente. Y esto es lo que muchas veces no se entiende cuando se citan monocordemente frases o estadísticas.
¿Y cómo nos ha ido a nosotros en este primer trimestre con todas estas políticas que también puedo decir, préstamos incentivando el consumo para mantener la demanda agregada, algo clave también en el sostenimiento de la actividad económica? Somos 11 de los 44 países testeados por la Organización Internacional del Trabajo en el que en el primer trimestre no ha crecido la desocupación merced a su robusto mercado interno.
Hemos logrado también, a partir de una inteligente política, utilizando instrumentos permitidos por la OMC y por el propio MERCOSUR, defender también el trabajo nacional, lo que nos ha valido, no solo mantener el superávit comercial clave para el funcionamiento del país o de cualquier país, sino también crecer el superávit comercial de los primeros cinco meses en la República Argentina un 120 por ciento más que el superávit comercial del año pasado, pese a que cayeron un 20 por ciento las exportaciones, como ha sucedido en casi todos los países del mundo.
¿Cuál ha sido, entonces, la clave que nos ha permitido abordar a los argentinos esta crisis global en mejores condiciones? Porque baste recordar que cuando tuvimos el efecto Tequila, allá por el año 1994, el desempleo, por una crisis de carácter regional como fue la mexicana, en la Argentina creció 7,7 porcentual y era una crisis estrictamente regional.
Durante el efecto de la crisis rusa, ya estábamos muy alto, y volvió a crecer casi 2 puntos y lo mismo también durante el efecto Caipirinha durante la crisis del Brasil en 1999.
Fíjense ustedes que en crisis regionales, se crecía casi en 10 u 11 puntos en materia de desempleo; en una crisis global hemos logrado sostener el mismo desempleo que en el primer trimestre del año 2008 que, reitero, fue el mejor año del ciclo en términos económicos.
¿Cuáles han sido, entonces, las claves? Exactamente las mismas que relaté aquí hace dos años y una semana: la necesidad de concebir el modelo económico de acumulación que, más que económico, es un modelo político que concibe al hombre como centro de la sociedad, de la economía y de la política, y si el hombre es el centro de la economía, de la sociedad y de la política, solamente el trabajo es el gran generador de la riqueza y, por lo tanto, concebir un futuro en el cual solamente se tenga en cuenta lo financiero, lo estrictamente vinculado al capital sin pasar por el mundo del trabajo, no tiene destino.
Esta crisis global que hoy atravesamos y que esperamos poder superar, exige por parte de todos -y cuando hablo de todos es todos- un aprendizaje muy fuerte.
Esta estrategia que yo acabo de relatar, es una estrategia nacional, pero está claro que una estrategia nacional requiere también de una estrategia global frente a la crisis. Por eso, hace unos meses, planteé en Buenos Aires, en un encuentro para conmemorar precisamente los 90 años de la OIT, que este organismo tiene que participar de las reuniones del G-20, porque aquí están los trabajadores y los empresarios, acá está el capital y el trabajo, que son, precisamente, los que nos van a ayudar a salir de la crisis. (APLAUSOS)
Yo he participado ya en dos reuniones del G-20, donde hemos escuchado al Fondo Monetario Internacional, donde hemos escuchado al Banco Mundial, pero siempre se está abordando el tema desde un aspecto financiero. Yo entiendo que debemos abordarlo del lado de la economía real, que es la gran ausente en estas décadas del Consenso de Washington. Una estrategia global que exige, entonces, la presencia de este Organismo en las reuniones, no solamente para ser escuchado, sino también para proponer soluciones y salidas alternativas, la necesidad de volver a utilizar el crédito internacional en planes muy fuertes y agresivos en materia de infraestructura, porque esos son los grandes generadores de trabajo y de reequilibrio de las economías.
La necesidad, además, de tener por parte del Estado un rol mucho más activo en materia de regulación y control porque, en definitiva, en síntesis, esta gran crisis que se produjo fue por un Estado ausente que no controló ni a las calificadoras ni a los bancos de inversión ni al capital financiero que, finalmente, terminó, no solamente autodestruyéndose, sino también afectando el funcionamiento de la economía real.
La necesidad de darse una estrategia global en que el capital y el trabajo vuelvan a ser los ejes centrales, en que el financiamiento esté orientado, precisamente, a obras de infraestructura, a investigación, a innovación tecnológica, la necesidad de saber que no es a través de la flexibilización laboral donde se tiene rentabilidad, sino que se tiene rentabilidad cuando se tienen trabajadores bien remunerados y bien calificados, es otra de las claves. (APLAUSOS)
Tuvimos, y tal vez no sea demasiado conocido, con el presidente Lula, que sé que estuvo hoy aquí a la mañana, una dura batalla que dimos en la última reunión del G-20 en Londres cuando se quiso introducir los términos "flexibilización laboral" en el documento final del G-20. Sostuvimos que si eso estaba en el documento, nosotros no lo íbamos a firmar. (APLAUSOS)
Y no lo íbamos a firmar porque en la Argentina ya tenemos la experiencia de los que nos quisieron convencer de que con la flexibilización laboral se conseguía más y mejor trabajo.
Tuvimos la experiencia de ver largas colas de desocupados. Todos sabemos que cuando la desocupación tiene más de un dígito, no hay posibilidades de buen trabajo ni hay posibilidades de buena remuneración.
También tenemos la experiencia en la República Argentina cuando implosionó en el año 2001, que el capital financiero así como llega se va y lo que nosotros necesitamos es inversión en producción para generar trabajo y economía reales. Por eso, creemos imprescindible la presencia de esta Organización en el G-20.
Para finalizar, tengo en unos instantes más, cuando salga de aquí, una reunión con la señora Secretaria de Trabajo del Gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica, la señora Hilda Solís, a quien también voy a proponerle que el nuevo Presidente de los Estados Unidos, que está instalando afortunadamente nuevos paradigmas en el mundo que, como anfitrión de la próxima reunión del G-20, invite a esta Organización a participar de esa reunión. Creo que será lo más importante que podamos hacer para escuchar la voz de quienes no son el problema, sino, por el contrario, son la solución para los problemas que tiene la economía y que son sus trabajadores y sus empresarios.
Muchas gracias y muy buenas tardes. (APLAUSOS)