Gracias, muchas gracias, hoy es muchas gracias a todas: la verdad que en este encuentro, es el segundo encuentro que tenemos, por esas raras casualidades, que como yo siempre digo, no son casualidades... chicas bajen un cachito los carteles, nunca las banderas, los carteles nada más, las banderas nunca. (APLAUSOS). Por esas raras coincidencias estuvimos juntas, en Avellaneda, en otro encuentro justo el día en que nuestras Diputadas y nuestros Diputados habían sancionado precisamente la ley, a la que hacía mención Nacha, que es la de violencia y que lo felicito, señor Gobernador a usted y a todos los legisladores de la provincia de Buenos Aires, al haber sido los primeros en adherir a esta norma. (APLAUSOS).
Yo escuchaba recién atentamente a Nacha sus reflexiones, acerca de la violencia y la discriminación del género, y en esto déjenme hablarles a todas las mujeres de nuestro país, a las que hoy están aquí y son nuestras candidatas, nuestras compañeras de militancia y a todas las otras, que sin pensar como nosotras o viniendo de historias diferentes, nos une precisamente esa condición del género. Y cuando escuchaba recién a Nacha hablar de la violencia, de lo que le pasa a una mujer que es agredida o por su compañero, o por su marido en el hogar, o tal vez por un violador, o por cualquier otro uno podría pensar que estás formas son las únicas formas de violencia o las más virulentas, las más terrible que puede sufrir una mujer, y que sin lugar a dudas lo son: el golpe, la violación, la agresión. Pero permítanme decirles que en cualquier espacio y en cualquier lugar que cualquiera de nosotros ocupe, así sea el más importante y el más alto de un país, esa violencia contra el género sigue desgraciadamente existiendo y es precisamente lo que todos y todas tenemos que tratar de erradicar. (APLAUSOS). Porque el que es violento con una mujer también termina siéndolo con la sociedad y con el prójimo, no hay violentos selectivos, no hay discriminaciones selectivas. El que en su cabeza o la que en su cabeza, porque muchas veces la discriminación no solamente del otro, muchas veces algunas compañeras también de género miran de una manera a las mujeres diferentes. (APLAUSOS).
Muchas veces allí si, no tal vez ya vinculado al género, sino tal vez a la clase social de la cual una pertenece y entonces lo que hay que tratar, entre todas las mujeres de nuestro país, es erradicar todo tipo de violencia para que las diferencias lógicas que una sociedad tiene y que son buenas para el crecimiento, la discusión y el debate se den precisamente en un marco de democracia y de respeto por el otro. Y en eso tenemos nosotras, sí todas las mujeres, una responsabilidad especial porque siempre en las sociedades donde hay violencia, finalmente, terminan de algún modo u otro tocado tal vez y agredido lo más preciado - por lo menos para mí y yo sé que para todas las mujeres - que puede ser la vida de nuestros hijos y los derechos de nuestros hijos. (APLAUSOS)
Por eso, porque somos hacedoras de vida, constructoras de vida, dadoras de vida tenemos, tal vez, una responsabilidad mayor en poder construir en forma colectiva una sociedad y una Argentina diferentes. Nos merecemos, y nuestros hijos se merecen una Argentina diferente.
Este encuentro, que hoy tenemos aquí, es para reafirmar ese compromiso; excede el marco de la adhesión partidaria, excede la pertenencia ideológica, tiene que ver con la única posibilidad de construir la paz, que es la de construir una sociedad más justa. (APLAUSOS). Porque la paz - queridas hermanas y amigas de género - no es una entelequia ni una abstracción, deviene de la justicia, deviene en que los argentinos tengan trabajo, deviene en que nuestros hijos puedan tener educación, vivienda, salud, seguridad, igualdad de oportunidades. Por eso digo: no hay mejor construcción de la paz que la construcción de la justicia social, en la República Argentina. (APLAUSOS).
Y en esto, si me permito, en este encuentro de militantes y dirigentes tomarme una licencia, como Presidenta de la República, como Presidenta de todos los argentinos y rescatar nuestro origen como movimiento político. Nacha recién recordaba que nuestro movimiento nació con el masculino y el femenino. Es cierto, tenemos en nuestro ADN histórico la igualdad con el género. Por eso, nuestro movimiento es un movimiento político de gran presencia de la mujer en todos los ámbitos: en la militancia, en lo institucional, en la calle, pero además de ese origen de igualdad de género tuvimos un origen de incorporar precisamente a los trabajadores, a los que habían sido dejados de lado, durante décadas y centurias, en la vida política argentina. (APLAUSOS). Y lo hicimos - a diferencia de otros movimientos políticos y de otras experiencias históricas - desde la paz, la alegría y la felicidad.
Yo vengo, recién con Daniel, de un acto muy importante, en una localidad emblemática, en el origen de nuestro nacimiento político, como fue la localidad de Berisso. (APLAUSOS). De allí salieron miles y miles, un 17 de octubre, para cruzar los puentes de la capital y cambiar definitivamente la historia de los argentinos. Pero no lo hicieron con el puño cerrado, ni crispado, no lo hicieron insultando y agraviando, iban cantando - las crónicas históricas lo relatan minuciosamente- iban alegres, cantando, con sus ropas de trabajo, recién salidos de las fábricas y los talleres, donde habían recuperado parte de los derechos, que nunca se les habían reconocido, y fueron con alegrías, sin odios, a liberar al hombre con el que habían identificado su destino colectivo. Y tal vez, me atrevo a decir que ese sea el segundo gran aporte de nuestro espacio político a la historia de los argentinos, es decir, incorporamos la igualdad de género e incorporamos también la revolución y el cambio en paz, sin sangre entre hermanos, construyendo colectivamente.
La historia de la humanidad muestra que todos los grandes procesos de cambio y transformaciones vinieron precedidos de enfrentamientos, de cosas muy graves, allí están las revoluciones que marcaron la historia; sin embargo, el cambio en nuestro país, el cambio que incorpora a la mujer, el cambio que incorpora al trabajador, el cambio que incorpora la idea de la industria nacional, el cambio que incorpora el concepto de la defensa nacional, el cambio que incorpora la educación, el derecho a la jubilación, el derecho al aguinaldo, a las vacaciones pagas, los derechos de los trabajadores, el cambio que incorpora la vivienda, el cambio que incorpora la igualdad de oportunidades, se hizo en paz y en felicidad y nosotros fuimos responsables históricamente de ese cambio y de esa transformación.
Nunca accedimos al gobierno sino fue por medio de la voluntad popular expresada libremente y sin proscripciones de ninguna naturaleza; nunca fuimos el resultado de la imposición al resto de los argentinos y nunca fomentamos el rencor; al contrario, siempre tendimos la mano generosa pese a haber sido el espacio político más golpeado, más proscrito y más enconadamente perseguido que recuerde nuestra historia.
¿Y saben por qué no tenemos rencor? Porque aprendimos que la construcción colectiva necesita del esfuerzo de todos los argentinos; porque nos enseñaron que no hay nada mejor para construir nuestra propia felicidad que también el resto de la sociedad pueda ser feliz y disfrutar de la justicia, de la seguridad, del trabajo y de la dignidad. Por todas estas cosas somos también reconocidos en la historia.
Se preguntarán si no tuvimos errores. Claro que los tuvimos, claro que tuvimos errores, equivocaciones y seguramente desaciertos, pero siempre, absolutamente siempre, nuestros objetivos estuvieron vinculados con lograr una mejor calidad de vida para todos los argentinos y creo que ese lugar en la historia lo hemos ganado.
Se trata, entonces, queridas amigas, hermanas y compañeras, de seguir construyendo en esa misma dirección, en la dirección de lo colectivo sabiendo que nadie se salva individualmente; en dirección de lo popular sabiendo que lo que mejor tenemos en la Argentina es nuestro pueblo; en dirección de lo nacional sabiendo que necesitamos promover nuestra industria y nuestra producción para seguir agregando valor a nuestros productos y seguir generando más y mejores puestos de trabajo; en dirección a la educación, verdadera constructora de ciudadanos y ciudadanas.
Entonces, y para finalizar, cuando todos y cada uno de nuestros compatriotas tenga trabajo, cuando todos y cada uno de nuestros compatriotas pueda enviar a sus hijos al colegio y soñar con que ese hijo pueda llegar a la universidad, cuando todos y cada uno de nuestros compatriotas hayan accedido al derecho de tener una vivienda, cuando todos y cada uno de nuestros compatriotas tengan igualdad de oportunidades y ellos puedan elegir su vida, seguramente, nuestra misión como movimiento político, habrá cumplido su objetivo y otros nos sucederán.
Creo, sinceramente, que todos los argentinos, todos los hombres y mujeres -aunque sé que hoy aquí hay mayoría de mujeres- tenemos que tener esta actitud, la actitud de hacer, la actitud de construir, la actitud de que si en todo caso soy mejor que el otro, no es porque le puse el pie y lo hice trastabillar, sino porque trabajo, me esfuerzo más y hago más cosas; la actitud de ayudar al que se cayó porque seguramente si se caen muchos me voy a terminar cayendo yo también; la actitud de la solidaridad que, en nosotras, las mujeres, tiene un valor especial.
Por eso, quiero que nuestro mensaje, quiero que nuestras palabras, quiero que cada vez que hablemos con otro o con otra, sea este, el de los que hacen. Hace seis años que venimos haciendo, haciendo y haciendo y queremos seguir trabajando porque todavía falta y porque sabemos que podemos hacerlo en medio de las adversidades más grandes, en medio de los problemas más terribles como los del mundo global, tenemos el testimonio y la legitimidad de lo hecho.
Por todo lo que hemos hecho, por lo que todavía falta hacer, por este presente y por el futuro, las saludo esta tarde tan especial aquí en City Bell, La Plata, provincia de Buenos Aires, en este lugar donde vivíamos con Kirchner cuando recién nos casamos -Pablo, vivíamos acá, en City Bell- eran otros tiempos, bastante más difíciles que los presentes pero con la misma fuerza, las mismas convicciones y el mismo compromiso de por vida, se los aseguro.
Gracias y mucha fuerza compañeras y hermanas. (APLAUSOS)