Buenos noches a todos y todas; señoras y señores miembros de los poderes judiciales de las distintas provincias argentinas y tambièn del órgano nacional: hoy estamos dotando a uno de los poderes del Estado fundamental, como es el Poder Judicial de un instrumento, que como bien señalaba el señor ministro de Justicia de la Nación y comentábamos tambièn con el señor Presidente de la Cámara de Diputados, parece mentira que no se hubiera hecho con muchísima anterioridad; ahora van a decir que estoy criticando a Kirchner, pero en realidad desde que tenemos la posibilidad de la conectividad informática, de la conectividad de la web es algo que es impensable que todavía un trámite de antecedentes penales demande burocracias, que finalmente terminan obstaculizando, demorando el servicio de un poder tan importante, como es el de la Justicia.
Yo creo que en esta presentación de hoy, donde además se acompaña un proyecto de ley, porque además es necesario reformar una ley vigente de la Nación para finalmente completar el sistema, advertimos con mucha precisión la necesidad de la concurrencia de los tres poderes del Estado, en definitiva cada uno en la función específica que le compete, precisamente para combatir el delito, para combatir la inseguridad, una de las cuestiones fundamentales de los tiempos que corren, no solamente debo decirlo en nuestro país, sino también en todo el mundo.
Como ustedes saben acabo de venir de la V Cumbre de las Américas, el tercer capítulo de esa reunión fue democracia, gobernabilidad y seguridad. Allí muchísimos mandatarios de la región planteaban el tema creciente de la inseguridad, vinculado al narcotráfico, esencialmente, vinculado también a cuestiones que tiene que ver con las situaciones económicas de las distintas regiones de las Américas, pero quiero contar algo que realmente me impactó que fue precisamente el relato de uno de los presidentes, el de Guatemala, que narraba a todos la situación de la frontera norte de su país con México, en donde decía que el narcotráfico, los narcotraficantes construían en el norte de su país, carreteras, escuelas e iglesias. Así como se escucha. Una suerte de Estado dentro de otro Estado por ausencia, durante muchísimas décadas, del verdadero Estado y de los recursos para construir una sociedad, que siendo más justa y equitativa no va a erradicar la inseguridad, pero seguramente va a plantear otras alternativas.
Y reflexionando sobre estás cuestiones entonces se plantea uno, en este mundo contemporáneo, cómo abordar el tema de la inseguridad. Y el tema de la inseguridad presupone un abordaje un abordaje de gobernabilidad democrática. Yo lo llamo de gobernabilidad democrática, porque además en tiempos donde si uno mira la televisión, durante más de tres o cuatro horas por día, tal vez sienta el impulso de tomar un arma o un palo y salir a la calle a defenderse de las cosas que pasan. Y normalmente también quiero mencionar otra política, en materia de gobernabilidad democrática, en materia de inseguridad, y que hemos contribuido fuertemente con esto, es precisamente a construir un concepto de seguridad absolutamente diferente y que no tenga que ver con la justicia por mano propia ni con una sociedad que se arme para defenderse porque además las experiencias internacionales y algunos episodios locales demuestra precisamente que el impulsar al armado de la sociedad termina afectando la propia seguridad y hasta la propia vida de las personas, que muchas veces por desesperación, por también necesidad de defensa propia, frente a lo que siente en un estado de indefensión reaccionan poniendo en peligro su propia vida.
Por eso vamos a reivindicar como parte de la gobernabilidad democrática, también, el programa del Estado Nacional, en materia de recuperación de armas, tendiente a que la sociedad se desarme y que ya lleva más de - permítame señor ministro no equivocarme - más de 104.500 armas recuperadas. Yo creo que esto es clave y es crucial que la sociedad entienda que estamos ante un problema que requiere esto: una gobernabilidad democrática de las instituciones, en donde precisamente dejemos de lado la idea de que todo se resuelve mágicamente o que se resuelve poniéndole más violencia a la violencia.
Yo recuerdo cuando era muy chica, o sea hace unos cuantos años, que en un país vecino, no importa cuál, había Escuadrones de la Muerte. Yo no sé si ustedes lo recuerdan, muchos lo deben recordar, donde aparecían jóvenes que habían delinquidos, que tenían antecedentes penales o que tenían peligro a delinquir y que eran muertos por esos escuadrones especiales y que por allí uno escuchaba: "eso también se necesitaría por allí, en el Argentina". A mí me ha tocado escucharlo.
Creo con sinceridad que una de las claves es precisamente el esfuerzo concurrente y permanente de las instituciones del Estado, en sus tres poderes: judicial, legislativo y ejecutivo para abordar este problema, pero desde este aspecto, siempre a la tendencia de desarmar a la sociedad, de dotar a la fuerzas de seguridad, en este caso, al otro Poder Judicial, de los instrumentos que necesiten para poder aplicar las leyes que tenemos, que muchas de ellas son muy severas realmente, pero que necesitamos, además, la decisión del Poder Judicial de aplicarlas a fondo y a raja tabla, para además erradicar esa dicotomía o esa falsa dicotomía de justicias garantistas o de justicias mano dura. Simplemente como lo he dicho a secas muchas veces, justicia, aplicación de la ley y cuidado de los derechos y garantías de todos los ciudadanos, me parece que esta es una de las clave.
La otra parte de la gobernabilidad democrática frente al tema de la inseguridad es obviamente una sociedad, en la cual podamos acortar cada vez más la brecha de la desigualdad, que no significa criminalizar la pobreza, otra cuestión que hemos visto en los últimos días con pretendidas creaciones de muros que realmente avergüenzan más que por afectar a la dignidad humana por afectar a la inteligencia humanos. Pensar que un muro puede detener algo es por lo pronto ignorar la historia, desde el imperio romano con el muro de Adriano, pasando por la Muralla China, y llegando al Muro de Berlín, nunca hubo muro que pudiera detener absolutamente nada. Lo que en definitiva ayuda a una sociedad es la organización de sus poderes, de sus instituciones, y la organización también de la comunidad frente a un flagelo de altísima complejidad. Creo entonces que gobernabilidad democrática, no soluciones mágicas, no criminalización de la pobreza, pero por sobre todas las cosas no utilización política de la muerte y del dolor, deben ser las claves para abordar esta temática.
Fíjense ustedes qué importante es también la cuestión de un modelo económico y también de gobernabilidad democrática y de respeto a las instituciones; toda vez que en nuestro país reinaron modelos económicos de ajuste y de exclusión social, los números crecieron exponencialmente, en términos de criminalidad; pero también al mismo tiempo, cuando ha habido actitudes que creyendo que imponiendo la ley del garrote, como le suelo decir yo, se daban soluciones a respuestas de violencia, hay ejemplos demasiado dolorosos y cercanos, que finalmente terminaron en ruptura institucional.
Quiero decir, entonces, que abordar el problema requiere, por lo pronto, una actitud de gran institucionalidad; una actitud de fuerte compromiso con los derechos y garantías de toda la sociedad; un fuerte compromiso de saber que es necesario sostener un modelo económico que no genere exclusión social, porque yo les puedo asegurar que si volvemos a un modelo económico donde vuelvan a reinar dos dígitos de desocupación, y donde los salarios sean la variable de ajuste de una economía, los índices de criminalidad se van a disparar. A lo mejor si pasa eso no los vamos a ver por televisión, porque entonces se habrán cubierto otros intereses, que son los que quieren presentar a la inseguridad como el gran problema de los argentinos.
Es notable que en otras épocas, donde los índices se disparaban, no aparecía esto por la televisión y sí aparecía permanentemente un tema que tenía que ver con ajustes, con muchas huelgas, es muy complejo. Pero yo cero que todos, que somos hombres y mujeres que tenemos memoria, y que tenemos años, porque para tener memoria hay que tener años, tenemos que tener la certeza de que este problema debe ser abordado en estos términos.
Confío plenamente que si absolutamente todos los que tenemos responsabilidades institucionales, cumplimos el rol que nos ha fijado la Constitución para cada uno de nosotros, y además aquellas instituciones que no son las del Estado, pero que también instituciones de la sociedad, como los medios de comunicación, cumplen el rol de informar y comunicar, y no de asustar y complejizar aún más el problema, podremos dar una respuesta más fuerte a este problema.
Yo les contaba, impresiona escuchar lo que sucede en otras jurisdicciones y en otros países, esto no significa que minimicemos el problema que cada uno tiene, pero es simplemente saber que se trata de un problema de características universales, donde en la región latinoamericana y centroamericana, en general, en toda la América también de mayor incidencia porque tiene que ver lo que siempre he sostenido: la brecha, la desigualdad como uno de los disparadores más importantes. Y vuelvo a reiterar la no criminalización de la pobreza, porque delincuentes hay en todas las clases sociales, y creo que esto es algo que los argentinos debemos asumir con responsabilidad y madurez, porque los problemas se resuelven con racionalidad, responsabilidad y madurez; sin magia, sin partidizar y fundamentalmente sin utilizar el dolor y la tragedia para poder capturar una voluntad o una opinión favorable.
Por eso hoy estamos cumpliendo con esta función: dotarlos a ustedes con un instrumento que seguramente les va a servir; el Parlamento deberá cumplir con la suya, tratar la reforma de la ley, aprobarla, introducir las modificaciones que crea más convenientes, y ustedes- señores y señoras miembros de la Justicia - juzgar y castigar a aquellos que delinquen y atentan contra la vida, la seguridad y el patrimonio de los argentinos. Muchas gracias y buenas tardes. (APLAUSOS).