Cristina Fernández en el cierre del Seminario de la OIT

PALABRAS DE LA PRESIDENTA DE LA NACIÓN, CRISTINA FERNÁNDEZ, EN EL CIERRE DEL SEMINARIO DE LA OIT    

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Muy buenas tardes a todos y a todas; realmente cuando recibí la invitación para clausurar este seminario, este encuentro entre empresarios, trabajadores y la Organización Internacional del Trabajo, no dudé ni un instante, era un ámbito en el que el Gobierno nacional debía estar presente. La conferencia a la que hacía referencia hace unos instantes el señor Director Regional de la OIT, y en la que me tocó junto al extinto presidentes de la Confederación Empresarial Española, Cuevas, y a un importantísimo dirigente sindical, Guy Rider, desempeñar el rol de los políticos, de quienes tenemos la responsabilidad institucional del Estado, fue en el año 2007. Seguramente en aquel momento cuando me escucharon hablar acerca de qué tipo de crecimiento económico es el crecimiento económico válido, alguno podría haber pensado que estábamos ante un planteo con un determinado sesgo ideológico. Planteábamos y seguimos planteando que el verdadero crecimiento económico es aquel que se genera con el empleo, porque sostenemos, sostuvimos y sostendremos que no es la riqueza la que genera trabajo, sino el trabajo el que genera riqueza. (Aplausos) Y fíjense que no estoy hablando de plusvalía, estoy hablando de una concepción de un sistema de ideas que nuestro país ha hecho de la articulación entre el capital, el trabajo y el Estado, Y en torno a ese sistema de ideas, se formó un movimiento nacional y un partido político en el cual milito desde hace muchos años.

Recién hacia referencia el señor delegado regional de que esta organización se conformó luego de la Primera Guerra mundial, esto es cuando el tratado de Versalles. Eran momentos en los cuales había tensión entre capital y trabajo, porque desde los sistemas de ideas que fundamentalmente tenían categoría de pensamientos europeos, no se veía una posibilidad de alianza, de unión, de complementariedad entre capital y trabajo. Fue cuando a partir al Segunda Guerra Mundial, concretamente en la República Argentina, surgió esta idea de que capital y trabajo pueden desarrollarse armónicamente, y que es el trabajo el gran generador de la riqueza, el gran generador de la grandeza de cada una de nuestras sociedades.

Hoy más que nunca, dramáticamente, esta idea de que el trabajo es el que genera riqueza, y que la riqueza sola, que el dinero no puede por sí solo generar riqueza, nos encuentra en este nuevo escenario internacional, en donde se profundizó aún más la orientación del viejo modelo liberal, con el nuevo o neo modelo liberal donde directamente desaparecía el Estado. Y ante la desregulación, ante la falta de controles, ante el abandono total de rol que el Estado tiene que desempeñar en cualquier sociedad y en cualquier tiempo, terminamos creyendo que el dinero se reproducía a sí mismo sin pasar por el circuito de los bienes y de los servicios. Esta es la definición de un capitalismo electrónico; la realidad se contradice con los verdaderos postulados del capitalismo. Este capitalismo que nos han querido vender desde el neoliberalismo contradice científicamente los postulados del capitalismo que sostiene la existencia necesaria siempre del capital de un lado y del trabajo del otro, para generar riqueza. En realidad es una distorsión, una deformación, la más terrible, que presupone la desaparición del Estado y que el mercado es el gran asignador de recursos. Esto no lo dijimos ahora, porque yo escucho ahora que algunos analizan el partido el día lunes, nosotros hablamos de este partido mucho antes del día lunes, hablamos el sábado, el viernes, el jueves, y entonces podemos decir que aquellas ideas, y esencialmente aquellas políticas que llevamos aquí a cabo, en nuestro país, en nuestra casa, en la República Argentina a partir del año 2003 tienen que ver con esto. Este modelo de acumulación diversificada, con fuerte inclinación a la exportación, pero también con su punto central y nodal en un fuerte mercado interno. Porque el mercado interno no es solamente un sostenedor de la economía, es el que permite que las sociedades puedan crecer en forma más igualitaria posible, de modo tal que tengan sustentabilidad en el tiempo. Este modelo de mercado interno articulado con un fuerte sesgo exportador, con una redistribución del ingreso y con una defensa a rajatabla de la generación de empleo, es lo que nos ha permitido enfrentar este verdadero vendaval internacional en condiciones mucho más favorales de las que hubiera sido en otras etapas. Imaginen por un solo instante una crisis internacional de estas características durante la década de los ´90; imagen durante un solo instante entre el año 1999 y el año 2001, creo que no quedarían ni rastros de nuestro país.

Esto no nos tiene que poner holgazanes o distendidos, al contrario. Esto no nos tiene que llevar a creer que estamos viviendo en una zona de invulnerabilidad, en absoluto, sería necio plantear algo de esta naturaleza. Pero sí estamos en mejores condiciones para abordar una de las crisis más formidables de que se tenga memoria, y lo estamos haciendo con mecanismos en donde el Ministerio de Trabajo, el Ministerio de Producción, la AFIP, la Secretaría de Comercio, los organismos que están vinculados con todo lo que es la actividad económica, han conformado una suerte de unidad de crisis donde monitoreamos permanente todos y cada uno de los conflictos que en toda sociedad sobrevienen, no hay conflictos solamente durante épocas de crisis, la conflictividad laboral es algo innato en el propio funcionamiento de todo sistema económico, sino que al contrario, en este momento hemos profundizado ese monitoreo, ese seguimiento a través de lo que hemos denominado procedimiento de crisis, para intervenir casi con precisión quirúrgica en cada uno de los conflictos que se están dando, de manera tal de plantear el objetivo fundamental que es mantener la vinculación del trabajador a la empresa. Este debe ser el gran objetivo de toda política y gestión de empleo con las modalidades que podemos estar dando, desde programas como el REPRO, desde el Ministerio de Trabajo, hasta llegar a acuerdos con las empresas. Pero el objetivo fundamental es la no desvinculación de los trabajadores de la empresa y en eso vamos a seguir trabajando con mucha profundidad además de todas las políticas activas -que no las voy a enumerar todas aquí porque los podría aburrir, sería muy largo-, desde promociones fiscales, tasas subsidiadas, etcétera.

Para dar un ejemplo, diré que ayer no más, presentamos un programa para las pymes, para las pequeñas y muy pequeñas empresas a través del cual bonificamos tasas, damos préstamos no reembolsables para capital de trabajo y también damos crédito fiscal para los pequeños proveedores de la gran empresa. En fin, se suma a una gama de instrumentos y medidas proactivas, absolutamente contracíclicas, para hacer frente a la densidad de esta crisis internacional que, como bien decía hace unos instantes el señor Delegado Regional, aún no se conoce su piso.

Permítanme decirles que también creo que en muchos casos no se está acertando en el exacto diagnóstico y, por lo tanto, en la terapia que se quiere aplicar.

Yo lo planteaba en la reunión del G-20, donde debo confesarles además que tuvimos que dar una dura batalla junto al presidente Lula para que las palabras "flexibilización laboral" fueran borradas del documento, cosa que nos costó mucho pero lo logramos. (APLAUSOS) Les puedo decir que costó todo el día de liberaciones y algunos tonos elevados de voz, pero creo que valió la pena porque cuando explicamos lo que significaban las palabras "flexibilización laboral" en la región, en América latina a partir del Consenso de Washington, cuando explicamos que en realidad ninguno podía volver a nuestros países si se firmaba esto de "flexibilización laboral", luego de insistir, fue entendido.

Lo que me preocupa es que lo hayan borrado por allí para no discutir, pero más me hubiera gustado que lo hubieran borrado porque entendían cuál era el problema. Porque, en definitiva, y esto es lo que nosotros estamos planteando, no solamente hay un problema de financiamiento y de necesidad de fondear o reconstruir el sistema financiero; personalmente creo que están fallando los canales de transmisión a nivel internacional entre un sistema financiero que está exhausto, boqueando, casi knock out a nivel internacional de las empresas y, por consiguiente, para que estas puedan sostener el nivel de empleo y sostener la demanda agregada que, en definitiva, es la clave.

Si nosotros sostenemos a los trabajadores en su empleo y con su poder adquisitivo, estamos sosteniendo la demanda agregada y la rueda se vuelve a retroalimentar. Ahora, si únicamente se ocupan de fondear al sistema financiero que en lugar de enviar la liquidez comienza solamente a tapar los activos tóxicos que ya tiene y que tal vez de prolongarse la recesión mundial puedan convertirse mañana también en otros activos tóxicos, nunca van a llegar en definitiva estos fondos a la economía real y que es el gran desafío que tenemos: hacer que nuevamente la economía real cuente con fondos para poder sostener el empleo y también apuntar al nivel de endeudamiento de las familias.

El nivel de endeudamiento que tienen hoy las grandes sociedades de los países desarrollados, supera más del 100 por ciento. No es solamente que hayan tenido un problema de consumismo, no. Cuando uno observa la variación del poder adquisitivo de los salarios y la variación de los costos de los servicios que demanda cualquier trabajador o cualquier familia, advierte el por qué del endeudamiento.

En Estados Unidos -y esto no lo digo yo, lo dijo el Vicepresidente Joe Biden en la Cumbre de Viña del Mar en el encuentro de países progresistas- el salario de los trabajadores había evolucionado un 3 por ciento y el costo de la salud un 54 por ciento. El nivel de endeudamiento, entonces, de las sociedades no se debió a un exceso de consumismo, sino a poder seguir sosteniendo el nivel de vida a costa de una tal vez inusitada rentabilidad del sector empleador. Estas también son algunas cosas que tenemos que discutir.

Y como las tenemos que discutir, para finalizar, yo quiero contarles que voy a proponer algo. En estas reuniones del G-20 está el Banco Mundial, está el Fondo Monetario Internacional, está la Organización de Naciones Unidas, pero me parece que está faltando una pata que es la de los trabajadores y la de los empresarios concretos de carne y hueso. Por lo tanto, reitero, como miembro del Grupo del G-20, y voy a invitar a mi querido amigo el Presidente del Brasil, para que ambos presentemos una moción para que la Organización Internacional del Trabajo ingrese también al G-20 para poder participar de los debates. (APLAUSOS)

Esto de que les envíen una carta contándoles las cosas que se han resuelto, no me parece apropiado ni práctico, sobre todo, por el grado de organización que tiene la OIT donde están representados los trabajadores y también los empleadores que son parte de la solución, no del problema, son la gran solución y, fundamentalmente, los sindicatos. ¿Por qué? Porque a los que más les interesa que la crisis se supere rápidamente, es a los más afectados y los más afectados son los que pierden el trabajo. (APLAUSOS)

Esto no significa que los empresarios no quieran que se supere la crisis, no; esto no significa que los banqueros no quieran que se supere la crisis, pero convengamos que ambos tienen resto como para poder aguantar la crisis, pero los que no tienen resto siempre son los trabajadores. Entonces, su presencia es parte de la solución. (APLAUSOS)

Estoy segura que muchos gobiernos pensaran de esta manera. Me acuerdo haber escuchado al Presidente de los Estados Unidos cuando en su primer discurso como presidente ante la Nación sostuvo que los sindicatos no eran el problema sino parte de la solución y que quería sindicatos fuertes.

Nosotros pensamos exactamente lo mismo, no porque lo haya dicho Barack Obama, sino porque lo dijo Perón hace mucho tiempo atrás.

Muchas gracias y buenas tardes. (APLAUSOS)