Señor compañero, Presidente de la República del Brasil; señor Presidente de la FIESP señor Presidente de la Unión Industrial Argentina; señores embajadores y embajadoras; señores empresarios y empresarias que han culminado tan exitosamente esta primera semana argentina en San Pablo, y que venimos a clausurar en este seminario: permítanme en primer término agradecerle al titular de la FIESP esta distinción que me acaban de otorgar y que es la condecoración del mérito industrial. Quiero decirle, señor Paulo Skaf, que he recibido también antes que esta otro tipo de condecoraciones otorgadas por gobiernos de países amigos, y por supuesto las recibí con mucho orgullo y honor, distinciones que tenían que ver tal vez en lo personal, tal vez como presidenta de la República Argentina. Pero distinguir a alguien con el mérito al orden industrial es algo más que una condecoración política, personal o nacional, es una distinción conceptual ¿Y por qué es una distinción conceptual? Porque creer en la industria como el gran motor generador de riqueza y desarrollo social de nuestras sociedades es un concepto y es un modelo de país, de sociedad y de organización social, política y cultural. La industria no es solamente producir "fierros" o tener obreros; producir, ser industrial es apostar al valor agregado, es apostar a tener cada vez más trabajadores, más calificados y mejor pagos que además impulsen el mercado interno, el consumo, y entonces construyan lo que es el círculo virtuoso de la economía y del verdadero capitalismo. Y cuando hablamos de verdadero capitalismo no podemos menos que establecer las diferencias de este mundo, de cuando estuvimos la última vez, como señalaba el presidente Lula en Buenos Aires, este mundo que tenemos hoy en el cual se han derrumbado unos cuantos paradigmas, y que nos obliga a todos a mucha apertura, a mucha flexibilidad y a mucha actitud diferente frente a un mundo que ha cambiado. La Argentina, como lo señalaba el presidente de la Unión Industrial Argentina, complementó durante el año 2008 el período de crecimiento económico más importante de sus 200 años de historia. Tuvo que ver en esto el proceso de reindustrialización iniciado a partir del año 2003 que nos permitió hacer crecer en un 66 por ciento nuestra economía, debiéndose además de ese 66 por ciento, 47 puntos a nuestro mercado interno. El año pasado tuve el orgullo. como presidenta de todos los argentinos, en el cual hemos batido record en materia de exportación, en materia de superávit comercial- no con Brasil el superávit comercial global-, pero en el mundo hemos batido record en materia de superávit comercial, -es para distender que digo esto y que no digan que estamos peleados o enfrentados- Pero además también cuando uno observa la estructura de esas exportaciones advierte el peso especifico creciente más importante que ha tenido en el crecimiento de la exportación, en cuanto a volumen y también en cuanto a masa monetaria ingresada, de precisamente el desarrollo industrial. Y cuando uno confronta esos números, que podrían parecer números duros de la economía, con los indicadores sociales, advierte entonces la relación que tiene la industria y la producción con la mejora en la calidad de vida de nuestras sociedades. Del 25 por ciento de desocupación con el que Néstor Kirchner inició su gobierno en el año 2003, llegamos en el último semestre del año 2008, aún con la recesión mundial, que impactó en la caída de nuestros productos que tuvieron algún problema de ventas durante el último trimestre, llegamos a 7.3 en materia de desocupación; de la participación de los trabajadores en el PBI que era allá por el año 2003 del 34 por ciento, llegamos al 43.6 por ciento en el año 2008; y ahora ya hecha la medición del último semestre del año 2008, los números de pobreza e indigencia que en el primer semestre del 2003 fueron pobreza algo más del 54 por ciento, e indigencia algo más del 27 por ciento, la medición del último semestre del 2008 nos da un 15.4 en materia de pobreza, y un 4.4 me materia de indigencia. Son números que todavía avergüenzan y que es necesario seguir trabajando, pero revelan cuál es el trabajo y cuál es el modelo económico y político que permite precisamente que los países puedan avanzar, y que el crecimiento de la economía no sea un dato que llega a unos pocos, muchas veces grupos concentrados, sino que finalmente llega a toda la sociedad. Y esto pudimos hacerlo en un marco de manejo fiscal también virtuoso por primera vez en la Argentina, con superávit no solamente comercial sino fiscal durante todos estos años, y con uno de los pocos casos en la región de cuenta corriente positiva y superavitaria, la cuenta corriente de la República Argentina del año 2008 tuvo un superávit de 7.588 millones de dólares, 485 millones más que en el 2007, debido fundamentalmente al crecimiento del 21 por ciento en materia de los servicios de producción de bienes.
¿Qué quiero ejemplificar con todo esto? Que durante todos estos años desde los grandes centros de los países desarrollados, de las grandes calificadoras de riesgo, de los grandes garúes económicos, planteaban, como lo indicaba el presidente Lula, que nuestros modelos eran absolutamente inviables, y que el modelo a copiar era el de los otros, es de los grandes países desarrollados. Hoy, a la luz de esta realidad que tenemos en el mundo, observamos que no hay posibilidades de un capitalismo serio, racional y que funcione si lo financiero no se entrelaza con la producción de bienes y servicios. Hemos demostrado claramente que el sector financiero tiene que estar al servicio de la producción y del trabajo, que es la única posibilidad de desarrollar y hacer crecer una sociedad; pero que además ese modelo tiene que estar asociado también al consumo interno y al mercado interno. Siempre hubo en nuestro país, en la República Argentina, y también esto ocasionó durante mucho tiempo fracasos que afortunadamente ustedes en Brasil no tuvieron, porque sus dirigencias, independientemente inclusive, y voy a decir algo que tal vez genere polémica, pero aún en aquellos períodos dictatoriales que tuvo la América del Sur durante del imperio de la doctrina de seguridad nacional, las dirigencias de este país siempre concibieron la necesidad de desarrollar la industria y la autonomía del Brasil como una cuestión estratégica. Los argentinos no tuvimos esa suerte y precisamente por eso es que este desarrollo industrial, el compromiso que hoy tiene nuestra sociedad y nuestro Gobierno con seguir apostando a este desarrollo industrial, necesita de la comprensión y de la inteligencia de ustedes, hombres y mujeres de negocios del Brasil. Inteligencia de ustedes hombres y mujeres de negocios del Brasil.
¿Por qué? Porque además estamos convencidos de que en la profundización de la integración, en la complementación de nuestras industrias, radica la posibilidad de que esta crisis, que es una crisis no solamente financiera, no solamente económica, es la crisis también de un sistema de ideas que, como decía hace unos instantes, ha privilegiado el derivado financiero, por la producción, la innovación tecnológica, es precisamente esto lo que ha entrado en crisis, nos da a nosotros la oportunidad histórica en la región de utilizar esta crisis para profundizar, precisamente, nuestros procesos de industrialización, de incorporación de valor agregado, de incorporación de investigación e innovación tecnológica que son las claves para poder seguir creciendo.
Pero, además, porque, amigos y amigas, tenemos la inmensa suerte de haber sido favorecidos por la naturaleza y también, en base a nuestras características climatológicas, de suelo y de propia historia, convertirnos en grandes productores de alimentos y ser autosustentables en materia energética que sin lugar a dudas, que si incorporamos a la hermana República Bolivariana de Venezuela al MERCOSUR, cerraremos, como yo vengo afirmando desde hace mucho tiempo, la ecuación energética que es la otra gran clave del mundo que viene.
Creo, entonces, que estamos ante una gran oportunidad de poder profundizar, de examinar aquellos nichos, aquellas actividades en las cuales nuestras diferencias en materia de intercambio comercial nos dan un déficit de carácter estructural, no para pelearnos, porque, como recién decía el Presidente del Brasil, no faltará seguramente el periodista que nos pregunte acerca de las diferencias o de las discusiones, que son discusiones y diferencias que cuando hay intereses entre los socios, siempre pasan. Todos ustedes son empresarios y yo no les creería a ninguno de ustedes si me dicen que jamás discuten con sus socios acerca de tal o cual estrategia que deben abordar para hacer más grande a la empresa o para tener mayor rentabilidad.
La inteligencia que tenemos que tener argentinos y brasileros, es saber en qué cosas somos cada uno de nosotros más competitivos, dónde podemos asociarnos con mayor inteligencia para entonces potenciar esto que yo no tengo lugar a dudas, es una asociación de carácter estratégico, no solamente regional y a nivel mundial. Reitero, por la capacidad y el expertis que tenemos en materia energética, agroalimentaria y ustedes también desarrollando una importante industria en materia de defensa que creo también debe ser una de las claves de la región en la cual nosotros, por ejemplo, no digo que hemos fracasado, porque uno fracasa cuando se equivoca, sino que nos desmantelaron como país en la estrategia de desarrollar una industria de defensa que fue pionera en toda la región.
Hace unos días, el día lunes para ser más precisa, estuve en la provincia de Córdoba, en mi país, donde pudimos recuperar lo que fue la industria aeronáutica más importante durante la década de los años '40 y '50 en toda América desde México hasta abajo. Allí desarrollamos el "Pulqui", el "Pucará", el "Pampa", el primer vehículo rural, el rastrojero, junto también al misil "Cóndor" y todo eso fue prolijamente desmantelado. No fue un fracaso de los argentinos, fue una estrategia exitosa de intereses que estaban fuera de la Argentina y que fueron realmente llevados a cabo lamentablemente por argentinos que nunca entendieron que la grandeza de ellos, tal vez, como miembros de una parte de la sociedad o como empresarios, también dependía de la grandeza de su país.
El gran drama de nuestra historia: haber disociado la grandeza del país de la grandeza de los sectores institucionales y económicos que componen ese país.
El gran mérito de este país, Brasil, fue que nunca sus sectores económicos e institucionales disociaron la importancia que para ellos como sectores tiene la grandeza del país.
No va a faltar quien diga "esta mujer ha venido a confesarse y hacer de San Pablo, aquí en Brasil, un diván de psicoanalista". No, simplemente explicarles el por qué de nuestro atraso en muchas cuestiones y el por qué demandamos entonces la comprensión y la cooperación, en esta estrategia de seguir industrializando a la Argentina, de todos ustedes hombres y mujeres de negocios del Brasil.
Estoy absolutamente convencida, como lo está también el compañero Lula, de que podemos hoy plantarnos ante el mundo en el G-20, no con soberbia ni con dedo admonitorio ni como fiscalizadores del mundo, pero sí a plantear cuál es el modelo que debe desarrollarse en el mundo y cuáles son los instrumentos que ese mundo desarrollado, que ha provocado la más fenomenal crisis de la que se tenga memoria -algunos dicen inclusive que es superior a la 1930-, deben hacer. Y yo coincido en esto con el Presidente del Brasil, no se puede seguir fondeando bancos que nunca se sabe si tienen fondo y que finalmente todo parece derribarse.
Creo que tenemos que proponer en ese G-20 que importantes fondos sean destinados, por ejemplo, al Banco Mundial y al Banco Interamericano de Desarrollo para desarrollar fuertes proyectos de infraestructura en nuestras economías emergentes que nos permitan mantener el nivel de actividad económica, dotar de infraestructura económica y social a nuestras sociedades y, al mismo tiempo, generar empleo.
Es cierto que la principal preocupación debe ser la de restablecer el crédito, sin lugar a dudas; pero me parece que el otro gran instrumento importante es volver a articular la demanda global. Porque no sea cosa que fondeemos bancos pero que no haya empresarios dispuestos a tomar esos créditos porque no tienen consumidores que les compren sus productos.
Esta es la otra gran clave también, el altísimo nivel de endeudamiento de estas sociedades, el temor al desempleo, el temor a seguir endeudándose y todos son, entonces, frentes que se deben atacar fuertemente en las economías desarrolladas restableciendo la confianza, las expectativas y las posibilidades de consumo.
Sin consumo, lo voy a afirmar una y mil veces, no hay capitalismo. El Muro de Berlín no se cayó porque Estados Unidos o Europa tenían mejores aviones o más tecnología o más fuerza; se cayó porque los que vivían del otro lado del Muro, querían consumir y vivir con las mismas comodidades que los de este lado.
Esta fue la gran batalla y la gran ventaja que fue la que provocó, finalmente, el derribamiento del Muro de Berlín: las expectativas de la gente en tener una mejor calidad de vida.
Yo creo que es importante comprender estas cosas y también es importante lograr que quienes tienen la posibilidad, como en este caso el presidente Obama, de dirigir la economía más importante del mundo, 300 millones que producen el 25 por ciento del PBI; que además es moneda de reservas, desde que el dólar fue declarado inconvertible, y que, por lo tanto también, esta es una de las causas por la cual los capitales van desde nuestras economías emergentes hacia Estados Unidos, tienen la inmensa responsabilidad de comprender este nuevo mundo y también de contar con nuevas cabezas que entiendan este mundo diferente para poder encontrar las soluciones adecuadas.
Yo quiero, en este sentido, comprometerme frente a todos ustedes en la necesidad de articular estrategias y posiciones comunes, conjuntamente con el presidente Lula y con otros mandatarios que seguramente también están preocupados por esta situación en el G-20, pero que exige que precisamente sean los países desarrollados los que asuman la cuota de responsabilidad frente a la crisis del orden económico global.
Quiero decirles, finalmente, a todos ustedes, que me siento muy feliz y muy orgullosa de haber encabezado la delegación de empresarios y empresarias argentinas más importante y más numerosa que haya venido al Brasil, que se hace por primera vez, por lo menos para mí, aquí, en San Pablo, y creo que no hemos dejado a nadie en Buenos Aires, lo hemos dejado a Kirchner en Olivos solo me parece, porque se han venido todos para aquí.
Yo creo realmente que tenemos que hacer un gran esfuerzo, argentinos y brasileros, brasileros y argentinos, para poder articular sobre nuestras diferencias las políticas y los instrumentos concretos y en esto voy a coincidir absolutamente con el Presidente del Brasil: no podemos seguir firmando protocolos, sino que necesitamos efectividades conducentes, como decía un gran líder argentino que no era de mi partido por cierto, y también lograr que productos, como este emblemático de las vacunas contra la aftosa de un importantísimo laboratorio argentino con instalaciones, no solamente aquí en el Brasil, sino en importantes países del mundo, pueda también vender aquí, en el mercado brasilero, como un gesto y una demostración clara y concreta de cómo debemos entender la integración.
La integración, para que sea asumida por nuestras sociedades, por nuestros pueblos, debe ser ventajosa para ambas partes. Ambas partes deben ver que la integración y la unión tienen ventajas claras y concretas que se traducen, obviamente ustedes lo saben, hombres y mujeres de negocios, en cuánto vendo y en cuánto compro. No hay mayores misterios ni hay mayores ciencias. Las cosas, muchas veces son mucho más simples de lo que muchas veces aparecen en letras de molde.
Por eso, con el optimismo, la confianza y por las cosas que se han construido entre Argentina y Brasil desde el año 2003 a la fecha, donde nadie puede dudar que jamás hubo un período de relaciones entre Argentina y Brasil como el que comenzó a desarrollarse a partir de ese año 2003, debo decir que tenemos la responsabilidad histórica, usted y yo, Presidente, de seguir profundizando con éxito ese nivel de integración por nosotros, por nuestras sociedades, por la historia de la región y por qué no también, por la historia de la humanidad que tiene que ver de una buena vez por todas, que otros modelos son posibles y que, además, tienen éxito.
Muchas gracias y muy buenos días a todos y a todas. (APLAUSOS)