La ceremonia religiosa fue presidida por el cardenal Jorge Bergoglio, contó con la presencia de la presidenta Cristina Fernández, y se llevó a cabo en la Basílica de Luján. Paralelamente, se realizó una misa en el santuario de Maipú, Chile, que contó con la presencia de la presidenta Michelle Bachelet.
En la ceremonia de Luján, el obispo Jorge Casaretto sostuvo que en 1978 "caminamos hacia un abismo de muerte, y a tiempo pudimos tender los puentes de vida". Además, destacó la personalidad del Papa Juan Pablo II, quien con su intervención evitó el enfrentamiento entre Argentina y Chile. Por otra parte, Casaretto sostuvo que "el deseo ardiente de todos nosotros es que en el tiempo del Bicentenario, podamos lograr un país con plena inclusión social".
Culminado el acto, la Presidenta también recordó la figura del Cardenal Samoré, y resaltó que en su momento el conflicto se maximizó porque tanto Argentina como Chile estaban gobernados por dictaduras. "Para preservar la paz, lo primero que hay que preservar es la democracia", remarcó la jefa de Estado.
Ademas, la presidenta sostuvo que "los pueblos nunca se enfrentan, menos los pueblos que tienen tanto lazos de hermandad". Y agregó: "Quiero agradecer aquella paz, esta democracia y quiero comprometerme a seguir trabajando por la justicia, la democracia, la equidad y contra la pobreza"
Estuvieron presentes en la misa junto a la Presidenta el vicepresidente Julio Cobos, el jefe de Gabinete, Sergio Massa, el senador José Pampuro, el gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli, y la intendenta de Luján, Graciela Rosso, entre otros funcionarios.