Realmente, estar aquí puede parecer solo un hecho de carácter institucional o de relaciones entre ambos países, pero tiene en mi vida, en lo personal, otras trascendencias y otros significados.
Quiso Dios que mi primera visita oficial como Jefa de Estado fuera aquí, a Punta Arenas, una ciudad a la que, pese haber vivido 27 años en Río Gallegos, a bastante más de 200 kilómetros de aquí, no había conocido, pero que, sin embargo, siempre ha formado parte de mi vida.
En esta ciudad nació una de las abuelas de mis hijos, la madre de quien ha sido y de quien es y será mi compañero de toda la vida, porque si digo es, mañana la prensa en mi país dice "se están por divorciar". Va a seguir siéndolo siempre el ex presidente Kirchner.
Pero también me vienen otros recuerdos que tienen que ver con el motivo de esta visita que es conmemorar el trigésimo aniversario de aquel '78.
Yo no me acuerdo exactamente si fue el 22 de diciembre o el 23 de diciembre, pero sí recuerdo que ese día yo y muchísimos hombres y mujeres de Río Gallegos abandonábamos esa ciudad por la noche porque teníamos noticias de que iba a haber ataques aéreos entre ambos países. Y lo recuerdo muy bien porque con mi hijo Máximo, que era muy pequeño y lo llevaba en brazos, estábamos en el Aeropuerto de Río Gallegos que hervía de gente desesperada por subirse a los aviones, porque el ataque y la guerra eran absolutamente inminentes. Recuerdo también que mi compañero, Kirchner, decidió quedarse en Río Gallegos y me pidió a mí que me fuera con Máximo.
Entonces recuerdo aquella noche -que no puede recordar exactamente si fue la del 22 o la del 23 de diciembre-, recuerdo la imagen de ese Aeropuerto que hervía de gente y lo recuerdo a él paradito despidiéndome y yo con mi hijo en brazos yendo de Río Gallegos a Buenos Aires, a La Plata, a la casa de mis padres y una última mirada, porque me di vuelta y miré para lo que quedaba allí, que era la mitad de mí. Afortunadamente no pasó nada por la intervención del Vaticano.
Pero también quiero decir que lo que algunos suponen que fue un enfrentamiento entre chilenos y argentinos, no fue así, no es cierto, no era un enfrentamiento entre el pueblo argentino y el pueblo chileno, era entre dos gobiernos antidemocráticos, dictatoriales, cerrados en sus mentes que, además, utilizaron históricamente estas hipótesis de conflicto para fortalecerse y tratar de legitimar lo que nunca pudieron hacer, es decir legitimarse a través de la voluntad y del voto popular.
Yo quiero dejar esto muy en claro, porque puede haber diferencias entre dos pueblos por cuestiones limítrofes u otras. De hecho, no lo voy a ocultar, ustedes lo saben, yo he sido senadora por la provincia de Santa Cruz y me opuse al Tratado que se firmó en 1991 y discutimos, debatimos y tuvimos una profundidad en las posiciones, pero todo en un marco de respeto absoluto a las instituciones y a la democracia.
Por eso quiero hacer la gran diferencia: puede haber diferencias económicas, limítrofes, de cualquier índole en toda sociedad democrática, pero cuando hay gobiernos surgidos de la voluntad popular, esas diferencias siempre tienen solución y siempre tienen puntos de acuerdo.
Me parece que esto es lo más importante para que cada espacio histórico tome su exacta dimensión y no se confunda a través de enfrentamientos entre pueblos, porque no fueron nunca enfrentamientos entre pueblos.
Luego de estos años, en los cuales hemos visto la integración no ya como una cuestión de hermandad o de cercanía, sino como una necesidad para potenciar nuestras propias capacidades, nuestros propios recursos, es que advertimos la necesidad de seguir profundizando estos mecanismos. Porque además tampoco es una integración porque sí; es una integración, como acaba de señalar la presidenta Bachelet, porque tenemos los mismos objetivos.
Hemos conquistado la libertad a través de los gobiernos democráticos, pero no hemos logrado conseguir la igualdad de oportunidades para nuestras sociedades. La igualdad, el otro gran valor que debe caracterizar a las sociedades libres y democráticas. No porque todos seamos iguales, también ambas hicimos este aprendizaje durante muchos años donde muchas veces dogmáticamente sosteníamos la igualdad a rajatabla y con cualquier método.
Es cierto, no todos somos iguales, hay algunos que son más inteligentes que otros, hay algunos que trabajan más que los otros, pero los gobiernos sí tenemos que garantizar la igualdad de oportunidades para todos nuestros habitantes y en un mundo donde hasta hace muy poco tiempo -y digo hace poco tiempo porque se ha puesto en crisis- imperaba el darwinismo social del neoliberalismo que decía que los que tienen capacidades y trabajan llegan independientemente de las condiciones de vida en una sociedad o en un modelo macroeconómico, político, social y cultural.
Hemos hecho todos muchos aprendizajes en estos largos 30 años, tanto personales como políticos, individuales y colectivos y creo que la firma de estos acuerdos y la conformación de nuevos gobiernos que le han dado un perfil absolutamente diferente a nuestra región, confirman la necesidad de seguir persiguiendo esos ideales que sí seguimos sosteniendo con la misma firmeza de siempre, pero que no es que se hayan agiornado, sino que simplemente la realidad y nuestras propias experiencias los han ido enriqueciendo y transformando.
Por eso, querida Michelle, amiga Presidenta de la República de Chile, para mí estar hoy aquí, en Punta Arenas, pese a que es la primera vez que estoy físicamente, es como estar en casa y lo digo en serio, con mucho cariño, con mucho afecto y con mucha confianza en un proceso de integración que tenemos que profundizar.
Recién la Presidenta hablaba de las cosas que podemos hacer en materia de circuitos turísticos aquí, entre la región magallánica y la provincia de San Cruz, que además tiene unión entre chilenos y argentinos de toda la vida. Porque mi país fue refugio también de muchísimos chilenos que huían perseguidos por la dictadura, como Pepe contaba hoy que le pasó a él años antes.
Yo me acuerdo, además, que en nuestro propio espacio político -quiero con esto finalizar y contar una anécdota- estaba Peña, un chileno que militaba con nosotros. Voy a contar cosas que tienen que ver con nuestra vida política: habíamos perdido las elecciones cuando nos presentamos en el primer gobierno democrático, luego del '83; mi agrupación política, Michelle, pierde la interna en el partido y entonces otro compañero lo va a ver y le dice: "No, tenemos que irnos al otro sector porque fijate que va a pasar mucho tiempo y no van a poder ganar ninguna elección". Se refería a nuestra agrupación política. Y este compañero chileno, Peña, que se había ido a estudiar a Chile dice: "Estuve 30 años peleando para que Salvador Allende llegara al gobierno y me voy a borrar porque perdí una sola elección interna, ustedes no entienden nada".
Lo tengo presente como si fuera hoy y realmente esto habla también de tantísimos otros compañeros y amigos entrañables que militaban junto a nosotros, que eran militantes de la izquierda aquí en Chile que cuando pasaron la frontera militaban junto a nosotros.
Entonces, son muchos los recuerdos, muchas las vivencias, ya les digo personales, colectivas, políticas, sociales, en fin. Es la vida entre chilenos y argentinos que acá, en el Sur, es absolutamente diferente a lo que puede pasar entre Santiago y Buenos Aires. Somos el país profundo, el país que se reconoce todos los días en el cual las fronteras solamente son accidentes geográficos.
Muchas gracias; gracias Michelle por el afecto y el cariño que siempre me brindas; muchas gracias a ti, a Lucho, el embajador de Chile en nuestro país y a todos; muchas gracias realmente por el cariño recibido y por el afecto y el trato.
Muchas gracias. (APLAUSOS)