Palabras de la Presidenta, Cristina Fernández, en la XVIII Cumbre Iberoamericana, San Salvador

PALABRAS DE LA PRESIDENTA DE LA NACIÓN, CRISTINA FERNÁNDEZ, EN LA PRIMERA SESIÓN PLENARIA DE LA XVIII CUMBRE IBEROAMERICANA, EN SAN SALVADOR, REPÚBLICA DEL SALVADOR.

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Señor Presidente de la República de El Salvador; su Majestad, que aunque no está presente, pero siempre lo tenemos presente; señores Jefes y Jefas de Estado: seguramente cuando hace un año fijamos, en Santiago de Chile, como tema de este encuentro: "Juventud y Desarrollo" no imaginábamos siquiera remotamente el mundo, que hoy estamos viviendo. Y tal vez algunos crean que el tema puede haber quedado desactualizado por imperio de esta realidad nueva y diferente. Sin embargo, creo que juventud y desarrollo tienen que ver, tal vez, como ninguna otra oportunidad con el momento que estamos viviendo.

¿Por qué digo esto? Algunos afirman que en realidad ha fracasado el sector financiero y, tal vez, esbocen o desarrollen respuestas coyunturales. Yo creo sinceramente que a las cosas, como en todo hay que llamarlas por su nombre para evitar confusiones, y creo que estamos ante el fracaso de un modelo que se instaló, a fines de la década del 80',  y que dominó todo el escenario internacional, durante la década de los 90', que fue el modelo neoliberal, más conocido - como decía el presidente de la República Federativa de Brasil, mi amigo, Inácio Lula da Silva - como el Consenso de Washington

Y tal vez pocos países, como la República Argentina pueda dar cuenta de los resultados de ese modelo y de su fracaso inevitable, porque está en su genética estructural el fracaso de estas políticas. Y tiene que ver porque los jóvenes no podrán tener desarrollo en una sociedad donde el modelo de crecimiento, donde el modelo de acumulación de una sociedad se pretenda hacer desde la desaparición del Estado, desde la desregulación absoluta de los mercados y del más crudo darwinismo social. Porque en definitiva el modelo neoliberal planteaba un feroz darwinismos social; sólo se salvaban los    capaces, sólo se salvaban aquellos que tienen inteligencia de comprender el mercado.

¿Qué relación brutal tiene, entonces, este momento, que estamos viviendo y el fracaso, con el tema de la juventud y el desarrollo? Uno puede imaginar programas, políticas sectoriales, pero ninguna va  a resultar exitosa, sino se inscribe en un modelo de acumulación diferente.

La Argentina, en el año 2001, implosionó, había sido la alumna dilecta de estas políticas de privatizaciones, de desregulaciones, de alejar al capital del circuito de la producción de bienes, del trabajo, de servicios, de innovación tecnológica e inteligencia. Comenzó, a partir del año 2003, un proceso en el país, que fue sistemáticamente atacado precisamente desde las usinas del neoliberalismo como algo que iba a fracasar estrepitosamente.

Una semana antes, nada más, de que el centenario Banco Lehman Brothers cayera llevándose los ahorros de muchísimos americanos y también de otros latinoamericanos, sus principales asesores sostenía que la Argentina era inviable y que su final era inminente. Hay una suerte también creo, colegas, de distorsión comunicacional formidable, en los tiempos que corren, y que muchas veces ayudan a que las sociedades o, por lo menos, quienes tienen responsabilidades en sus direcciones puedan ser confundidas.

Los números de mi país, hoy, a diferencia de aquel 2001, son sustancialmente diferentes, de haber sido un país con administración deficitaria permanente, somos hoy un país con un superávit fiscal de 3,3, más el que fue aprobado por el Parlamento, en el Presupuesto y vamos a llegar, este año, en nuestra balanza comercial a un récord nunca visto, en cuanto a diferencia de saldo positivo; somos, tal vez, uno de los pocos países de la región que tiene su balance de cuenta corriente positiva, más de 46.000.000 de dólares de reservas, lo que representa el 13.6 de su Producto Bruto Interno y también hemos disminuido nuestra exposición, en materia de deuda, de un 160 por ciento del PBI a un 50 ó un poco menos en materia de relación.

Sin embargo, con todos estos números en la mano y que sería bueno, presidente, acá lo que decía el Presidente Lula, que cada reunión podamos contar con los verdaderos números de nuestros países; no solamente los planes que desarrollamos, muchas veces imposibles de verificar en sus resultados, sino los números concretos de la macroeconomía, que revelan en definitiva la solidez o no de un modelo. A pesar de ello, con esta solidez quienes provocaron el derrumbe más estrepitoso del que se tenga memoria seguían preanunciando el final de mi país: la República Argentina.

Y en estos días, en los cuales he tomado como Presidenta de la República, una decisión: la de enviar al Parlamento, cosa que nunca se hizo, en los tiempos del neoliberalismo, un control parlamentario, que los fondos de los jubilados de mi país que hasta ahora habían sido administrados, otro experimento que se hizo durante la década de los 90' cuando se creó el Sistema de Capitalización, que resulta una experiencia importante de relatar, en términos económicos, en términos políticos y en términos comunicacionales.

Durante los años 90' se creó un Sistema de Capitalización, retirando de la administración del Estado los fondos de jubilados y pensionados, y dándoselos a empresas privadas, a sociedades anónimas para que los administraran. El Estado quedó, entonces, con el pago de todos, los que hasta ese momento eran jubilados, y todos los aportes de los trabajadores, que no habían optado pasaron al sector privado. Esta sola medida que no registra antecedente en ninguno de los países desarrollados, explica casi el 50 por ciento de la deuda externa Argentina. Para ser más precisos el 42 por ciento del endeudamiento argentino se debe al desfinanciamiento, que significó trasladar pensiones y jubilaciones, su administración al sector privado.

Hoy, en la Argentina, existe el Sistema Público de Administración de Jubilaciones y Pensiones que al cabo de estos años, que recién a partir del año 2003, comenzó a dar aumentos a sus jubilados y pensionados, trece aumentos consecutivos, elevando el haber mínimo a 690 pesos.

¿Qué pasó en el Sistema de Capitalización privada? Que hoy tiene 450.000 jubilados; de esos 450.000 jubilados privados el 77 por ciento tiene que estar siendo asistido por el Estado, por el sector público, por el Estado Nacional que transfiere 4.000.000 de pesos al sector privado, porque no alcanzarían a la jubilación mínima.

¿Por qué cuento estas cosas? Antes de ingresar aquí, el señor Secretario General de Iberoamérica, me decía cuando yo le comentaba estos números. "cuéntelos, dígalos". Es cierto hay una gran distorsión comunicacional; se ha dicho que Argentina estatiza los fondos de pensión; Argentina cambia la administración de los fondos de pensión, que no son ni del Estado, ni de las administradoras, sino de los jubilados y de los pensionados y pasa la administración del sector privado, nuevamente al sector público. Por varias razones: la primera, porque no suena muy eficiente, en términos de administración que el Estado tenga que detraer fondos públicos para atender al sistema privado, que decían que iba a generar un gran mercado de capitales, que tampoco existió y que, además, iba a permitir que los jubilados y pensionados, en el sistema privado, ganaran más. No es así: han disminuido exponencialmente sus cuentas y si el Estado, lo público no asistiera a esos jubilados privados, el 77 por ciento tendría incompleto su haber jubilatorio.

Pero por si todo esto fuera poco, además, el sector privado destina de los fondos de los jubilados casi el 10 por ciento en gastos de administración, mientras que el Estado, el sistema público solamente utiliza el 2,5 por ciento del sistema para administrar todas las jubilaciones. Como verán ustedes una gran suerte de distorsión comunicacional muchas veces permite que determinadas ideas, en contra de políticas que tienen  que ver con los intereses de las grandes mayorías y de los Estados, son instalados prolijamente y repetidos monocordemente, en lo más mínimo, a la realidad.

Lo cierto es que en esta experiencia, pequeña si se la mira como un sistema de jubilación, pero tremenda a la hora de lo que esto significa, en términos de futuro para quienes han trabajado toda una vida, y en término de política de Estado para entender las cosas que nos pasan y de esta manera poder abordar más inteligente y adecuadamente las políticas y los instrumentos necesarios para transformar la realidad, que en definitiva debe ser ese el objetivo de los hombres y mujeres, que tenemos responsabilidades institucionales.

Por eso me interesaba mucho escuchar a los hombres y mujeres que tienen responsabilidades en la conducción de los estados, porque en unas semanas más me va a tocar como miembro del grupo G 20 concurrir a Washington, convocados por Estados Unidos precisamente desde el ojo del huracán, de la tormenta, porque esta vez, aunque a algunos les moleste la denominación que le di en la Asamblea de Naciones Unidas, viene desde el centro, y el efecto ya no es "caipirinha", ya no es "tequila", el efecto es "jazz", viene del mismo centro de la construcción del modelo que además ha revelado  con una crudeza inusitada la falta de liderazgo para abordar el momento, porque cuando uno ha impulsado una determinada política, cuando uno se ha convertido en el abanderado de un determinado modelo, lo menos que podemos exigir no solamente aquellos que siempre discutimos esas políticas por equivocadas, sino aquellos que también en algún momento, creyendo esa muletilla permanente que se daba a lo largo y a lo ancho del mundo en todos los medios de comunicación, de lo malo e ineficiente que es el Estado, de lo bueno y autosuficiente que es el mercado, de lo horrible que es la política, y de lo importante que es el fin de la historia, lo menos que podríamos demandar es asumir esa crisis, asumir ese fracaso, y entornes liderar la generación de instrumentos alternativos que no terminen transfiriendo, como siempre sucede, las crisis a los más vulnerables. Porque no nos engañemos, las crisis siempre implican formidables transferencias de recursos que generalmente terminan pagando los sectores más vulnerables dentro de cada país, y también los países más vulnerables dentro del concierto internacional. Jóvenes y desarrollo entonces no es un tema ajeno al mundo que estamos viviendo, al contrario, parecería casi un ejercicio de autismo que hoy habláramos de los jóvenes y de políticas para ellos, cuando le estamos mostrando en lo que se denomina en sociología el "efecto demostración" a través de los medios de comunicación, que un modelo que se creía indestructible y per se ha fracasado.  

Muchos de nosotros, como recién recordaba el presidente de Bolivia, somos hijos del Estado de bienestar, creíamos y creemos en el Estado, sabemos de su rol indelegable e insustituible. Para nosotros la presencia del Estado no es solamente una cuestión ideológica como quieren hacernos aparecer con nostalgia, o como antiguallas ideológicas, es una cuestión empírica, el crecimiento de la Argentina de los últimos 5 años se debe por el rol insustituible que tuvo el Estado en materia de inversión pública, como lo llamaba recién el presidente Lula, en materia de infraestructura, nunca en toda la historia un gobierno construyó tantas viviendas y tantas escuelas, sabemos de la necesidad que tenemos de ese Estado, pero además este crecimiento de la Argentina solamente fue financiado por el sector bancario o financiero en un 11 o 12 por ciento, y el endeudamiento de los argentinos, empresas y ciudadanos, no llega al 20 por ciento, lo que constituía casi una adversidad, la falta de bancarización, la falta de colocación y de acento en lo financiero, constituye precisamente uno de los instrumentos de solidez de nuestro modelo. Esto no es que neguemos la importancia del sector financiero, el problema es el rol y el lugar que ese sector financiero debe ocupar en el modelo, auxiliar insustituible del crecimiento económico, pero la distorsión vino de pensar que el dinero se reproducía a sí mismo sin pasar por el circuito de la producción y del trabajo. Esta fue la clave de la equivocación o tal vez de una deliberada política de aquellos sectores que crecieron a la luz del Consenso de Washington y que desde una computadora jóvenes brillantes decidían instrumentos financieros que prometían ganancias interminables e infinitas a los bancos, sin que nadie entendiera cómo podía desarrollarse esto y cómo podía fructificar, era "crónica de una muerte anunciada", el final era inevitable.

Creo entonces colegas que es imprescindible, si realmente queremos poner eje en los jóvenes, en el desarrollo, que es poner eje el futuro, que discutamos y abordemos la construcción de nuevos consensos, de nuevos paradigmas, la reformulación de acuerdos  que tuvieron lugar en un mundo que ya no existe más, como por ejemplo el caso de Bretton Woods, que deberá ser necesariamente reformulado, como también los organismos multilaterales, y esencialmente también llevar un mensaje de la necesidad de reconstruir la multilateralidad y la aceptación de nuevos actores internacionales, de nuevos protagonistas que tendrán que ser escuchados. Creo en ese sentido que este espacio iberoamericano es un espacio más que propicio para que podamos pronunciarnos sobre estas cuestiones, proponiendo instrumentaciones concretas, y esencialmente también reconstruyendo una multilateralidad y nuevos paradigmas, en un mundo que necesita de nuevos paradigmas. Escuchaba atentamente al presidente de la República Federativa del Brasil hablar de los jóvenes que hoy pueblan las cárceles por falta de oportunidades en toda América Latina, seguí con mucha atención las manifestaciones del señor Presidente de México sobre la violencia, sobre el narcotráfico, sobre todo lo que asola a países de la región, es imprescindible que sepamos que todo eso no es casualidad, que todo eso no se debe a una conspiración internacional de la delincuencia organizada, la delincuencia organizada encuentra actores, protagonistas, recluta jóvenes cuando los jóvenes no ven un mundo mejor, una oportunidad mejor, cuando se pierden las utopías, porque unas de las cosas que caracteriza siempre en todas las latitudes y en todos los lugares a los jóvenes son los ideales, las utopías, las que llevan a luchar, las que llevan a pensar que podemos vivir en un mundo mejor, las que me llevaron a mi, hija de trabajadores, a poder llegar a la universidad soñando que con un título iba a poder progresar, iba a poder trabajar, iba a poder lo que mis padres, que habían sido trabajadores y no pudieron llegar al a universidad y tener un mejor pasar, y que en un país donde la educación, la universidad pública y gratuita, fueron banderas, permitieron que llegara a presidenta, como también lo hicieron con el anterior presidente, hijos de un Estado y de un modelo de bienestar donde el Estado tenía un rol preponderante donde teníamos sueños e ideales. Esta es hoy una de las crisis más importantes que afronta la humanidad, porque la economía no es una ciencia exacta, ni econometrita como nos enseñaban en algunos lugares, no es solamente el valor de las monedas, no es solamente el monetarismo, la economía es una ciencia profundamente social, que refleja los deseos, las necesidades, las expectativas y las esperanzas de una sociedad, pero que también refleja, y negativamente, cuando no hay esperanzas, cuando no hay expectativas, cuando no hay liderazgos y cuando no hay futuro, esto también lo refleja la economía y tal vez bajo la forma de políticas de recesión o de otros nombres que normalmente los economistas siempre encuentran para explicar lo que es mucho más fácil de entender, y que siempre a través de palabras difíciles tratan de confundirnos.

Creo entonces que es muy importante que advirtamos la intima vinculación que va a tener las posibilidades de desarrollar un nuevo modelo de crecimiento alejado de la especulación, vinculado al trabajo, a la producción y al esfuerzo, con lo jóvenes y el desarrollo, serán inútiles los programas que podamos hacer, serán paliativos, serán apenas aspirinas en un mundo que reclama urgentemente nuevos paradigmas, nuevos modelos, nuevas utopías, que fueron las que permitieron alcanzar este fantástico desarrollo de la globalización en materia tecnológica, en materia comunicacional, en materia científica, pero que generaron el monstruo de lo que yo denomino capitalismo o dinero electrónico, no es así, las computadoras pueden ser, como esta que nos acaba de mostrar el Primer Ministro portugués, un excelente instrumento para la educación, una formidable arma para la comunicación, lo que nunca van a reproducir por sí mismas es dinero, y tal vez entonces si entendemos algunas de estas cuestiones, estaremos desentrañando las claves de las soluciones. Siempre dicen, por lo menos queda muy bien decirlo, las crisis encierran grandes oportunidades, pero apurémonos que las crisis las terminan pagando los que tienen menos oportunidades, y entonces son los jóvenes ahí los grandes patos de la boda, como comúnmente se denomina en mi país.

Quería agradecerles la atención y fundamentalmente convocarlos en la reunión que tengamos en forma privada a que podamos abordar cuáles son los temas que a criterio de los hombres y mujeres que tienen responsabilidades en la conducción de los destinos de Ibero América, son los que deberíamos plantear quienes tenemos y formamos parte de ese G 20, para no ser la voz solamente de un país, sino ser la voz también de una región.

Muchas gracias y buenos días.