Yo escuchaba recién hablar del Plan de 700 escuelas, que fuera pensado por Kirchner, allá cuando comenzó su gestión, el Plan 1.000 escuelas, que también hemos lanzado porque necesitamos seguir construyendo escuelas. Hemos construido muchísimas, somos tal vez el Gobierno que más escuelas y viviendas ha construido, pero sabemos que se necesitan aún más.
Yo quiero, además, a pocos días de cumplirse el 30 de octubre, un aniversario de cuando los argentinos pudimos volver a votar, después de la dictadura más feroz y más sangrienta que se recuerde, yo quiero además reivindicar el rol de la escuela no solamente como un espacio igualador, no solamente como un espacio que permite la movilidad social ascendente, quiero reivindicarlo también como el lugar donde los argentinos aprendemos la historia y también aprendemos a pensar, a discutir libremente, yo reivindico también ese rol de la educación, que pone ideas, la educación que forma ciudadanos que debaten y discuten, y lo que tenemos que reivindicar siempre es la posibilidad de poder hacerlo en democracia.
Democracia no es solamente ir a votar, cada dos años, es también escuchar al otro, aprender a respetar a los sectores más vulnerables, aprender a no discriminar, aprender que tender la mano solidaria sea, tal vez, la enseñanza más importante, que uno logra desde el espacio público; un espacio que ha sido denostado, desde el pensamiento neoliberal, que ha querido ser estigmatizado.
Hasta me acuerdo, que en algún momento, de esta querida Argentina, en la historia reciente, se pensó en escuelas charters, escuelas privadas, en donde lo público era considerado como mala palabra, en donde el Estado sólo era sinónimo de ineficiencia o de burocracia. Esta argumentación permanente, ese martilleo que sentíamos, en casi todos los espacio públicos y privados de comunicación, acerca de lo bueno que era lo privado y de lo malo que era el Estado produjo una grave distorsión en la Argentina, que nos tiene que ayudar no pasar al otro lado: a decir que todo lo privado es malo, pero sí a darle el justo valor y el gran espacio que tiene lo público, el Estado, como el gran nivelador social y el gran defensor de las libertades públicas y de los derechos humanos. (APLAUSOS)
Allí tenemos que centrar también el rol de la educación y tenemos que aprender a discutir y a debatir, a hacerlo en democracia, a hacerlo con respeto al otro. Y saber que la educación es también permanente. Ya no hay, como en otros tiempos, un tiempo de educarse, hoy el tiempo de la educación es permanente, no solamente el tiempo que uno está en el colegio. Uno sale del colegio y sigue aprendiendo, le siguen sucediendo cosas que le van demostrando que, tal vez, aquello que parecía una certeza total, tal vez, no lo era tanto. Y entonces con apertura y con inteligencia la necesidad, también, de revisar conceptos y aceptar que, tal vez, uno puede equivocarse. Esto también es construir democracia, esto también es construir una sociedad más participativa, más comprometida.
Destinar recursos, entonces, a la educación, no es solamente para que aquellos sectores más vulnerables puedan tener un lugar, es, fundamentalmente, destinar recursos para que los argentinos tengamos cabeza, neuronas, ideas para discutir y para defendernos. Porque muchas veces, tal vez, por manipulación, por no tener una buena formación, por no tener un buen proceso educativo o por no conocer nuestra propia historia y la historia del mundo, cometemos equivocaciones y malos análisis.
Respecto a conocer la historia, mi hija, como tantos adolescentes muchas veces, yo le comento siempre al Profesor Tedesco, te comenta: "¿y para qué quiero saber qué pasó hace 30, 50, 100 años?" Porque esto, pibes y pibas, saber la historia, conocer la historia de tu país y conocer la historia del mundo, te da perspectivas para que vos aprendas y puedas, entonces, comparar y saber dónde estás parado, cómo viene el mundo, cómo evoluciona, cómo puede cambiar.
Todo ayuda a formar ciudadanos, todo ayuda a que nosotros, los argentinos, podamos tener esa mejor educación y formación en la cual nos dé un nivel de igualdad y, fundamentalmente, de conocimiento ante la toma de decisiones. Porque todos tienen que decidir, no crean que solo decide una presidente, un gobernador o un intendente.
Seguramente, nosotros tenemos que tomar las grandes decisiones, las que involucran la vida de miles o millones de ciudadanos, pero ustedes también todos los días están tomando decisiones: en qué sociedad quieren vivir, qué sociedad quieren formar. Cuando cruzamos un semáforo en rojo estamos tomando una decisión; cuando no respetamos el derecho del otro, también estamos tomando una decisión. Por eso, se requieren no solamente buenos gobiernos, sino también buenas sociedades para tener un mejor país. (APLAUSOS)
Y la escuela, debe ser, entonces, ese lugar de segundo aprendizaje. Siempre lo he dicho, la escuela es el lugar de segundo aprendizaje; el primero, el insustituible, el irremplazable, es la familia, la casa, la primera educación, la que te enseñan desde que estás con el biberón para adelante. Después viene la otra, esta, y las dos tienen que funcionar mancomunadamente.
La comunidad educativa por eso no puede solamente ser un recitado para discursos de ocasión; la comunidad educativa es la familia, la primera gran escuela, el primer gran ejemplo.
Esto que estamos hoy inaugurando, la escuela y, luego, el ser humano, ese hombre, esa mujer, formado en esa familia, que es necesario que tenga trabajo, casa, seguridad, salud, encuentre en la escuela, entonces, la preparación y la formación para enfrentar la vida. (APLAUSOS) Esto es, en definitiva, lo que estamos inaugurando hoy, no solamente un edificio, un formador de ciudadanos, de vida, de presente y de futuro. Por eso me gusta tanto venir a inaugurar escuelas en donde, no solamente lo social, sino también la esencia del país, se construye destinando recursos.
Por eso hemos destinado tanto a las escuelas, al financiamiento educativo, a ayudar a aquellas provincias más vulnerables, porque también tenemos en el país desigualdad geográfica y, entonces, la educación que tiene la suerte de tener un pibe en la Ciudad de Buenos Aires, no es la misma por allí que tiene el ciudadano allá en Jujuy, en medio de La Puna. Por eso también tenemos que ayudar a las regiones más vulnerables, reitero, para poder completar, entonces, ese sueño de igualdad social y geográfica, de igualdad entre todos los argentinos de todas las provincias y de todas las regiones para que nunca más tengamos que ir a un lugar como al que vamos a ir ahora. (APLAUSOS) Porque si todos hubieran sabido, si todos hubieran entendido, si todos hubieran conocido lo que pasaría a partir de ese 24 de marzo, tal vez esta Mansión Seré, que hoy vamos a visitar, nunca hubiera existido. Por eso es tan importante muchas cabezas abiertas, mucho conocimiento y mucha información.
A pocos días de ese 30 de octubre, es el mejor homenaje que le podemos hacer a la democracia argentina.
Gracias, Morón; gracias, Castelar Sur; gracias, Martín; gracias, vecinos y vecinas; gracias, chicos del Jardín, un beso muy grande; para la Salita Naranja, la mejor hinchada de Cristina Kirchner, un beso muy grande. (APLAUSOS)