¡Dios mío hablar después de Pepe y de sus palabras!
¿Cómo están todos y todas? Realmente, momentos no sé si difíciles pero distintos o que nunca imaginamos. Pero esta presencia de todos nosotros hoy aquí esta noche, creo que viene con muchos antecedentes.
Viene con el antecedente de la última Cumbre de las Américas, allá en Mar del Plata, donde luego de una discusión y de un debate más que importante, tal vez cuando participamos en esa discusión y en ese debate no vislumbrábamos exactamente qué eran las cosas que se estaban debatiendo y discutiendo. Pero a la luz de las cosas que sucedieron y que están sucediendo, aquellos hechos, aquellas luchas, aquellas discusiones adquieren nuevas dimensiones.
También están las cosas que hemos vivido en los últimos tiempos en la América del Sur, estos ejemplos fantásticos de multilateralidad que nos tocó vivir en la última Cumbre del Grupo de Río, en Dominicana, y la última en La Moneda, cuando en un ejercicio de esa multilateralidad que estamos reclamándole al mundo desde tanto tiempo, pudimos paisitos -como le gusta decir a Mario Benedetti- chiquititos del Sur, algunos más grandes por volumen de economía, tal vez también como dice Pepe, con cierta razón, con mayores responsabilidades en la dirección del conjunto y en éxito del conjunto, pudimos construir instrumentos propios para poder ayudar a otros hermanos jaqueados, asediados, desconocidos en su legitimidad democrática y popular.
Creo, sinceramente, que estamos en momentos fundacionales, no solamente en la región, sino en el mundo. Está la posibilidad de construir una sociedad más justa, más equitativa, más racional también si se quiere, porque, a ver, las cosas que están sucediendo no son solamente producto de espíritus egoístas o insaciables, sino que en el fondo son profundamente irracionales. Y yo creo, precisamente, que una de las cosas que tenemos que hacer en estas discusiones -creo que las habíamos abordado en otras reuniones previas- es la necesidad de discutir también desde categorías propias de pensamiento y de análisis, categorías de pensamiento latinoamericanos, de la América del Sur.
Me parece que la elaboración de esto no es una cuestión menor, sobre todo cuando muchas veces uno va a lo que podríamos denominar los grandes país en la Europa y nos preguntan acerca de los populismos y de las experiencias populistas en la América del Sur. Y yo creo que se hace imprescindible en estas discusiones, en estos encuentros, analizar, precisamente, desde nuestras propias realidades, desde nuestra propias identidades y, fundamentalmente, desde nuestras propias experiencias históricas, políticas e institucionales.
La región vive un momento sin precedentes históricos, con gobiernos que por primera vez responden a la identidad de sus pueblos pero, además, que han podido saltar desde lo testimonial al ejercicio concreto del Gobierno, que no es un salto menor; muchos en ese salto han fracasado y creo que la experiencia nuestra, la de tantos compañeros y compañeras en la América del Sur que soñábamos cuando éramos muy jóvenes con un mundo más justo, más equitativo, con mejor distribución del ingreso, donde pudieran tener los trabajadores y los que nos son trabajadores también, todos, el acceso a la educación, a la seguridad, a la salud y a la vivienda, vemos hoy que ya no es responsabilidad de los otros, sino que es responsabilidad de todos nosotros.
Esto nos exige una altísima cuota de responsabilidad y también de comprensión, de comprensión del mundo que estamos viviendo y del mundo que viene. Los cambios han sido demasiado vertiginosos. Si alguien hubiera pensado allá por los años '80 que se caía el Muro de Berlín, seguramente hubiera discutido como loco; si además alguien le hubiera contado a otro alguien el 11 de Septiembre, seguramente le hubieran dicho "eso es una película americana, no existe" y si a alguien le hubieran relatado esta situación que estamos viviendo, no ya desde los países emergentes desde donde siempre salían las crisis, como lo dije en Naciones Unidas, sino que al contrario, es precisamente desde la centralidad de la globalización y del pensamiento único de donde sale la crisis ahora y amenaza expandirse al resto del mundo, también nos hubieran dicho que estábamos locos y que, bueno, que éramos nostálgicos y que estábamos equivocados.
Esto tampoco nos debe llevar a la soberbia propia de los que no actúan inteligentemente y creer que esto es el fin del capitalismo. Yo no creo que esto sea así realmente, creo sí que se viene otra etapa diferente, una etapa donde las economías reales, donde la producción, donde el trabajo vuelven a tener una centralidad muy importante y me parece que allí tenemos nosotros, que de producción, de trabajo, de sueños, de equidad, de seguridad, de justicia tenemos mucho, pero que además ahora le hemos puesto la expertez del Gobierno, de haber institucionalizado lo que sosteníamos, algunos decían casi solamente teóricamente, poder aportar desde esta construcción diferente que es posible hacer algo distinto en el cual la representación popular deje de ser solamente un hecho que trascurre entre elección y elección.
Ese gran desafío lo tenemos que hacer con mucha humildad, lo tenemos que hacer con mucha dignidad, pero también no podemos rehuir al desafío. Sabemos también que en la región los países con mayor volumen económico o con mayor presencia tenemos también una responsabilidad. No vamos a rehuir a esa responsabilidad, pero también sabemos que la unidad de la región es imprescindible en materia de políticas, de proyectos, de conocimiento, de todo lo que recién mencionaba Pepe con tanta precisión y acierto.
Así que, nada, con la misma humildad de siempre pero con la misma vocación para discutir y debatir todo lo que haya que debatir y discutir, es que aquí estamos y, bueno, manos a la obra. Creo que el tiempo de los que pensábamos que algo diferente se podía hacer ha llegado y creo que es hora de aprovecharlo.
Muchas gracias. (APLAUSOS)