Palabras de la presidenta Cristina Fernández en homenaje a Raúl Alfonsín

PALABRAS DE LA PRESIDENTA DE LA NACIÓN, DRA. CRISTINA FERNÁNDEZ DURANTE EL ACTO DE HOMENAJE AL  DR. RAÚL RICARDO ALFONSÍN.

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Gracias, muchas gracias, buenas tardes a todos y a todas; querido Presidente Raúl Ricardo Alfonsìn, siempre lo llamé Presidente, se acuerda, ¿no? Nunca lo dejé de llamar de esa manera, cuando compartíamos ambos una Cámara, en el Senado de la Nación.

Hace poco más de 20 ó 30 días atrás lo fui a visitar para comunicarle la decisión, que habíamos tomado de colocar, de terminar el busto, que le corresponde como Presidente ocupar en esta Sala de Bustos, de esta Casa, que es la Casa del Pueblo, la Casa Rosada. Me acuerdo que cuando fui estaba con su hijo y en un primer momento dijo: "no, cómo, una estatua, por qué un homenaje, no". Y yo le dije que desde hace mucho tiempo que a mí me parece que los homenajes a los hombres y a las mujeres, que se lo merecen, hay que dárselos en vida.  (APLAUSOS).

Por eso Presidente no se sienta en la obligación de tener que dar explicaciones de esta estatua, es cierto que es un homenaje a estos 25 años de democracia, pero yo quiero que también quede bien claro, que es un homenaje a usted como persona porque usted llegó a Presidente de la República Argentina, luego de una larga vida de militante y dirigente político. (APLAUSOS). Y esto tiene un valor: el de dedicarse con la vocación, con la pasión con la que usted ha abrazado la causa de sus ideas, como la llama, de su partido, de su fidelidad al mismo, pero fundamentalmente a sus ideas, habla del merecimiento del homenaje. Pero además, como Presidente, es usted - más allá de que usted lo quiera o no - el símbolo del retorno de la democracia a la República Argentina.  (APLAUSOS).

Tal vez hoy para muchos jóvenes, que no conocieron épocas aciagas de nuestro país, la democracia sea una forma de gobierno, una división de poderes, pero aquellos que vivimos las más terribles dictaduras de las que se recuerde, la democracia no es entonces solamente una cuestión o forma de gobierno, sino una cuestión de vida y de sobrevida.

Por eso en aquel 30 de octubre de 1983, recuerdo que a mí se me caían las lágrimas, debo confesarle, no porque había ganado usted sino porque habíamos perdido nosotros - tengo que ser sincera también, sino no sería yo - pero debo decirle que ese 10 de diciembre cuando les habló a los argentinos, desde el Cabildo, le habló a todos los argentinos, a mí también.

Y quiero decirle, también, que esa vocación de unión nacional, esa vocación de encontrar entre todos los argentinos las soluciones que todavía no han llegado para otros, que carecen de vivienda o de trabajo, de tantas cosas, debe ser el objetivo que nos una a todos, fundamentalmente, en un mundo Presidente - usted es un lector incansable, un observador infatigable de la realidad cotidiana - en un mundo que se presenta con dificultades nunca vistas, nunca imaginadas, donde viejos paradigmas se desploman y amenazan con una catástrofe, como usted mismo dijo, a nivel o escala global.

Esto nos obliga a todos a hacer un gran esfuerzo en la construcción del diálogo, en encontrar ideas en común, más allá de - como usted decía - la conflictividad democrática que se dilucida en las urnas cuando hay que elegir quién es presidente o quién es gobernador. Pero creo que hoy, en este momento particular que vive el mundo, donde afortunadamente podemos estar aquí sólidamente parados, tomarnos el descanso cada uno de nosotros, de nuestras miradas hacia el pasado, o tal vez de nuestras diferencias partidarias, para realmente en un diálogo nacional fructífero, profundo, a poco más de un año y medio del Bicentenario, encontrar ese camino de unidad nacional y de reconstrucción del país por la que tantos argentinos y argentinas dieron su vida. (APLAUSOS).

Por eso, querido Presidente, quiero darle las gracias por haber aceptado este homenaje, que es de todos los argentinos, que le hacemos a usted, el primer Presidente de la democracia que tanto les costó encontrar a los argentinos, que significó la ruptura de un ciclo histórico que iniciado en 1930, trajo sólo enfrentamientos y divisiones entre todos los argentinos. Por eso, con ese reconocimiento que le doy como argentina y como militante política, permítame agradecerle su presencia, su historia y su vida. Muchas gracias. (APLAUSOS).