Buenos días, a muchos ya les dije buenos días porque estaban hoy en la apertura del Seminario; señor presidente de la República Federativa del Brasil; señor presidente del Honorable Senado de la Nación Argentina; señor presidente de la Cámara de Diputados; señor presidente de la Federación de Empresarios de San Pablo; señor presidente de nuestra Unión Industrial Argentina; señores empresarios, gobernadores, legisladores, embajadores, amigos y amigas: realmente es un día muy especial hoy, tal cual lo acaba de decir mi querido amigo el presidente Inacio Lula da Silva, porque no sólo hay tal vez la más nutrida presencia de empresarios argentinos y brasileros, la delegación más importante en toda la historia de nuestras relaciones bilaterales, sino porque también creo que todos hemos hecho aprendizaje de todas las cosas que nos han sucedido y sabemos la necesidad de esta integración, no ya como una cuestión económica, sino esencialmente como una planificación estratégica a largo plazo de nuestro continente, de América del Sur, en la cual Brasil y Argentina son dos actores más que importantes. No son los únicos, no somos petulantes, soberbios ni insolidarios, pero los volúmenes de nuestras economías, las posibilidades de nuestras geografías, las aptitudes de nuestros recursos humanos, nos colocan en una posición no de privilegio, a mí nunca me gustaron las posiciones de privilegio, siempre he optado por las posiciones de responsabilidad, que son las que debemos tener quienes tenemos precisamente, por decisión democrática de nuestros pueblos, la responsabilidad de dirigir los destinos de los mismos y encaminarlos hacia objetivos fructíferos.
Esta integración entre Argentina y Brasil que cada vez adquiere mayor volumen en su intercambio comercial, como bien lo señalara el señor presidente de la Unión Industrial Argentina, necesita también de toda nuestra sinceridad, nuestra franqueza y nuestra operatividad para tornarla más virtuosa. Porque es cierto que tenemos un desequilibrio importante en nuestra balanza comercial, como lo señalara el señor presidente de la Unión Industrial Argentina y que, paradojas del destino, cuanto más se acreciente, profundice y aumente el intercambio, pareciera que aumentara aún más la brecha entre ambas balanzas.
¿Cuál es entonces el primer aprendizaje que tenemos que hacer de esto? La necesidad, como recién lo señalaba el señor presidente de la Federación de Empresarios de San Pablo, de agregarle mayor grado de complementariedad y de integración en las cadenas de valor de ambos países. No pasa ya tanto por venderse uno más u otro menos, sino la calidad de lo que cada uno nos vendemos para que al mismo tiempo, mejorando el agregado de valor en cada uno de los países, adquiramos una potencialidad que nos permita ir a disputar juntos otros mercados, terceros mercados, creo que esta es la verdadera clave de la integración. La integración no pasa solamente por venderse los unos con los otros, sino tengamos allí la maravillosa experiencia de la Unión Europea en el sentido de que realmente el proceso de integración es también para conquistar mercados, para adquirir mayor incorporación de tecnología, mayor innovación, para que entonces con todo ese valor agregado podamos dar mayor calidad de vida a nuestra sociedades.
Eso es un objetivo no solamente social, que los argentinos y los brasileros vivan cada vez mejor no es un objetivo social solamente, es por sobre todas las cosas un objetivo económico ¿Por qué? Porque está probado que todas las sociedades en donde sus integrantes tienen trabajo, y mejor trabajo, y mejor salario, también es una rueda que se autoalimenta, va generando mayor crecimiento de la actividad económica y genera mayor cantidad de riqueza. Que la gente pueda tener educación, salud y vivienda no es solamente un objetivo social, es también un objetivo económico, se capacitan, son mejores recursos humanos, tienen más conocimiento, agregan más valor, y así, como una bola de nieve, van creciendo las economías de los países desarrollados. A eso tenemos que apuntar argentinos, brasileros y hombres y mujeres de los distintos países que integran el MERCOSUR y la América del Sur.
Esto también nos exige una actitud de todos nosotros de planificación, no solamente en la estrategia económica sino en la estrategia de la defensa de nuestros propios intereses como mercados, frente a otros mercados. Porque los mercados existen, los intereses también, ignorarlos o tratar de hablar de ellos con eufemismos nunca nos lleva a buen término. Una de las claves de los grandes países desarrollados es que cuando abordan internamente sus problemas lo hacen desprovistos de adjetivaciones, de eufemismos o metáforas, hablan de intereses. Cuando uno habla con claridad, con franqueza y sinceridad de intereses y de números, casi seguro que si se tiene inteligencia y operatividad se puede llegar a una planificación conjunta, sobre todo en dos países como los nuestros, donde Brasil producto de una política perseverante, de una verdadera política de Estado, que fue la de cuidar y profundizar sus industrias, hoy obtiene una posición privilegiada de materia de potencial económico y financiamiento; y nuestro país, la República Argentina, recuperándose de una larga crisis , con un potencial humano y social muy fuerte, por la calidad de nuestros recursos humanos, por la calidad de su educación, que nos ha permitido ser distintivos en la capacitación de recursos humanos y en disciplinas e industrias que requieren un alto grado de conocimiento y preparación que no se obtienen ni en una ni en dos generaciones, sino que es producto de largos períodos de poder tener cuatro comidas al día e instrucción pública y gratuita desde la escuela primaria hasta la universidad. Esa es también nuestra República Argentina y la que ofrecemos con un potencial único junto a nuestra inmensa capacidad de producción de alimentos, a los que no queremos sin valor agregado, queremos agregar valor aquí en la República Argentina, juntamente con Brasil, y poder salir entonces a competir al mundo. Creo que lo podemos hacer.
Hemos hecho cosas, los unos y los otros, impensables. Hoy recordaba el presidente de Brasil lo que le decían hace unos años, cuando le tocó asumir como presidente, que no iba a poder lograr y lo ha logrado. Qué le voy a contar a usted las cosas que decían los argentinos acerca de nuestras políticas en el 2003 y del fracaso que íbamos a tener con todas ellas. Y aquí estamos, recuperándonos fuertemente y tratando todos los días de seguir agregando gestión y valor a nuestras cosas. Que de eso se trata gobernar en definitiva.
Quiero agradecer la presencia a tantos empresarios del hermano país del Brasil que confían y apuestan por la Argentina; agradecer la presencia de todos los empresarios argentinos y el acompañamiento que hicieron y que hacen en esta lucha que se detiene siempre por defender los intereses del país en todos los ámbitos, en todas partes y en todo momento; agradecer infinitamente al querido amigo el presidente Inacio Lula da Silva por todos los gestos que ha tenido permanentemente hacia la República Argentina. Nunca desde la presidencia de usted y la del anterior presidente hubo una relación de las características que hoy tenemos entre la Argentina y Brasil, y yo quiero reconocerle a usted el compromiso de esa relación bilateral, el compromiso con el MERCOSUR y el compromiso con la América del Sur; y a todos y cada uno de ustedes invitarlos a levantar la copa para brindar por Brasil, por Argentina y por nuestros pueblos que es lo mejor que tenemos. Muchas gracias.