Señor Canciller de España; señor ex presidente de Portugal; señores diplomáticos presentes; embajadores, embajadoras; amigos, amigas; Trini, qué gusto verte; señoras y señores: como corresponde vamos a dar comienzo a este Seminario sobre la Mujer, en el marco de lo que constituye esta fantástica idea de Alianza de Civilizaciones, con el relato de un episodio ocurrido entre dos mujeres también.
El pasado día viernes recibí una llamada de mi queridísima amiga María Teresa Fernández de la Vega, Vicepresidenta de España, que estaba muy indignada por una nota que había aparecido en un diario de este, nuestro país, el diario de mayor tirada de nuestro país, que había relatado el hecho de que la Vicepresidenta de España no venía a la Argentina, porque estaba molesta por un episodio con alguna empresa argentina cuyos accionistas son de origen español. Y realmente, María Teresa, mi querida amiga me dijo: "¿cómo pueden publicar cosas como esas?, ¿cómo puede alguien suponer que una amistad como la tuya y la mía, cómo una relación de la profundidad de la de España y de la Argentina puede mutilarse, puede dañarse por actitudes como estas?"
Cuando me dijo esto, le pedí: "María Teresa, yo podría contar esto que me estás diciendo". Porque como ustedes sabrán, una conversación entre una Jefa de Estado y una Vicepresidenta de otro gobierno no es algo que pueda relatarse todos los días como una anécdota, pedí autorización. Y María Teresa, con esa personalidad, con esa impronta que también es del género -permítanme decirlo- me dijo: "no solamente puedes contarlo, sino que además te pido por favor que lo hagas, porque no puede manejarse con tanta liviandad e irresponsabilidad una relación tan profunda como tal vez nunca tuvimos entre un gobierno español y un gobierno argentino".
Por eso quería comenzar este encuentro de civilizaciones con este episodio entre dos mujeres que, más allá de las responsabilidades altas que nos han conferido nuestros pueblos, a una como Presidenta y a otra como Vicepresidenta, nos une por sobre todas las cosas, un mismo concepto en el ejercicio de la responsabilidad institucional.
Y ahora vamos a lo importante, vamos a esta Alianza de Civilizaciones que mi amigo, el presidente del gobierno Español José Luis Rodríguez Zapatero presentara allá por septiembre de 2004, en el seno de Naciones Unidas y que tiene por objeto plantearnos entre todos, un dilema que no es nuevo y que es exactamente la contra cara tal vez de aquello que se presentó como choque de civilizaciones.
Ustedes saben, importantes académicos americanos habían presentado tal vez una hipótesis que era la del choque de civilizaciones a partir de ideas, culturas y de vidas diferentes. Esta idea de José Luis que apoyamos nosotros desde el primer instante, porque nos pareció realmente un hallazgo, pone en el punto de reflexión y de inflexión preguntarnos a nosotros mismos en este momento tan particular de la historia o de esta etapa civilizatoria en la que la inseguridad a partir de las diferencias culturales o religiosas, parece instalarse en el mundo, cuál es la diferencia y cuál es en realidad el fondo, la causa.
Yo diría, como lo he dicho alguna vez en el Bosque de la Memoria, en Jerusalén, que donde anida profundamente esto es en la intolerancia al otro. Y no es una cuestión de raíz religiosa o de género. Tal vez anida en la misma condición humana, el no tolerar al otro que es diferente, que piensa diferente, que reza diferente, que vive diferente.
Recuerdo, aquí veo a nuestro Embajador en España, seguramente él lo recuerda, una magnífica conferencia que dimos con Felipe González y Juan Luis Cebrián hace algunos años en Madrid. Me acuerdo que en aquella oportunidad Juan Luis Cebrián, una cabeza importante, como digo yo, importante porque hay mucho pensamiento adentro, mucha generación de idea propia, sostuvo que tal vez nosotros, y cuando hablaba de nosotros hablaba de Occidente, debiéramos admitir que puede haber pueblos y sociedades que no quieran vivir bajo las formas que nosotros proclamamos como de carácter universal y uniforme que conocemos con el nombre de democracias occidentales, donde la división de los tres poderes, donde la religión en su mayor parte está totalmente separada del Estado, y entonces él planteaba la necesidad, no como una afirmación, sino tal vez como un interrogante, como un desafío a la inteligencia, al pensamiento, a la imaginación, el aceptar que pueden haber sociedades, que pueden haber culturas, que pueden haber pueblos que elijan otras formas de relacionarse, de vivir y fundamentalmente de organizarse como tales. Y que nosotros, deberíamos entonces respetar tal vez, esas diferentes formas de organización, diferentes a la nuestra, a la que concebimos como la idea válidamente universal y casi obligatoriamente aplicable a la vida de los pueblos.
El decía que esto tal vez sería un intento de comenzar a desglosar, separar lo que puede ser y quiere ser presentado tal vez como un choque de civilizaciones por una articulación de civilizaciones.
A mí me pareció que cuando entonces José Luis Rodríguez Zapatero lanzó esta Alianza de las Civilizaciones anidaba en él esta idea, esta idea del admitir al otro, a la forma diferente de pensar, a la forma diferente de rezar, a la forma diferente de vivir y de organizarse, él, su familia y su pueblo. Y no pudimos menos entonces que sumarnos a la idea que todavía exige mucho ejercicio intelectual, que todavía exige mucha humildad de pensamiento, porque nosotros en occidente, tenemos, y esto también lo hemos discutido en otras oportunidades, una muy fuerte inclinación a que nuestras categorías de pensamiento sean tomadas en forma monocorde, universal por todos; categorías de pensamiento que se generaron hace más de dos mil años y que, entonces creímos que pueden ser aplicables. Pero lo cierto es que frente a estas categorías de pensamiento, hay otras también y que si uno hace un poco de historia en el mundo tal vez sean más antiguas que las nuestras, que son anteriores.
Sin embargo hay en todo occidente o por lo menos en el mundo desarrollado, cierta idea de colonización que no solamente se puede haber dado en la historia en términos militares y territoriales, sino también una suerte de colonización cultural, esto es colonizar, anidar en la cabeza del otro para imponerle nuestra idea propia.
Creo que estas cuestiones son las que hoy anidan en este debate fantástico, desafiante, desafiante porque exige además desprenderse por parte de cada uno de nosotros de ideas preconcebidas, muchas enlatadas, diría yo, y tener la valentía y la apertura intelectual de atreverse a pensar, a mirar y a sentir diferente.
Del tema que nos anida hoy de la mujer tenemos un excelente ejemplo, porque muchas veces pareciera que la suerte de discriminación se da solamente a partir de un choque de civilizaciones o de culturas diferentes. Vemos que en nuestras propias sociedades también anida el tema de la discriminación hacia el otro. Creo que el género es todo un tema dentro de las propias sociedades y universalmente. Uno ve cifras realmente que son escandalosas. Si uno analiza por ejemplo la población no escolarizada infantil del mundo, advierte que el 70 por ciento son niñas. Si uno analiza la cantidad de adultos analfabetos que no saben leer, 960 millones, casi 1.000 millones en el mundo, las dos terceras partes son mujeres. Y si uno analiza los 1.000 millones más pobres del mundo, tres quintos son mujeres y niños.
Como ustedes verán no solamente podemos hablar a veces de choque o diferencias de civilizaciones, sino también de choques y diferencias de género.
Por eso creo que este Seminario que estamos inaugurando hoy en este espacio de Alianza de las Civilizaciones, constituye también un instrumento muy importante para comprender que esto de la discriminación, que este choque que muchas veces se produce hacia el otro, hacia el diferente, no solamente es un producto de las culturas, de las religiones, de las historias diferentes, sino que anida en la misma condición humana. Y no solamente se da en aquellas poblaciones de escasos recursos. Las discriminaciones se dan hasta muchas veces hacia las mujeres que tal vez ocupamos lugares en los sistemas de poder y también hay un comportamiento diferente hacia esa mujer que forma parte de un sistema de poder que cuando son los hombres los que forman parte de ese sistema de poder.
El otro día me tocaba ver escandalizada a la prensa internacional por el escote de una importante política europea. Nunca vi a nadie escandalizado por la calvicie, por ejemplo de ningún importante presidente o político.
Como ustedes verán amigas y amigos, no es un problema ni siquiera de feminismo o machismo. Es apenas de mediocridad, porque en definitiva, la intolerancia hacia el otro, el no tener la suficiente sensibilidad e inteligencia para comprender al otro, más que una actitud de diferencia, revela poca inteligencia, en el mejor de los casos y mediocridad en la mayoría.
Por eso la apuesta de José Luis Rodríguez Zapatero, a esta Alianza de Civilizaciones es una apuesta a la inteligencia, al pensamiento, al intelecto profundo y creo que las mujeres tal vez seamos las que podamos dar con mayor fuerza este desafío, porque también muchas veces somos víctimas de esa falta de intelecto, de inteligencia y esa mayoría por momentos agobiante y aplastante de mediocridad que parece rodear hoy al mundo contemporáneo.
Muy bienvenidos a todas las delegaciones que hoy integran este Seminario, y los invito a eso, al desafío de atreverse a pensar diferente y a ver en el otro, aún con las diferencias que puedan separarnos de él, de género, de culto, de ideas, en fin, no un adversario, no un enemigo, sino parte también de la condición humana, tal vez la otra parte que es la que nos falta a todos nosotros y en la que nos reconocemos en conjunto como ciudadanos y ciudadanas universales.
Muchas gracias y tengan ustedes, todas y todos, muy buenos días. (APLAUSOS)