El rompehielos Almirante Irízar, que volvió a navegar luego de permanecer inactivo durante diez años a raíz de un incendio que sufrió en 2007, ingresó en Buenos Aires y amarró en el Complejo Industrial y Naval Argentino (CINAR) tras realizar las pruebas de navegación de rutina en aguas abiertas.

Durante el viaje entre la Base Naval de Puerto Belgrano y la ciudad de Buenos Aires, se pudo realizar un nuevo ajuste de la planta propulsora en el mar y se ejercitaron los roles de la tripulación con mayores exigencias.

En su proceso de reconstrucción y modernización, el Irízar se convirtió en un rompehielos de vanguardia, ya que se le incorporó tecnología de última generación y se incrementó en un 600 por ciento la cantidad de espacio dedicado específicamente a la investigación científica, por lo que ahora cuenta con trece laboratorios para esa actividad.

Como parte de los trabajos que se le realizaron, también se renovaron sus sectores de alojamiento, mejorando su calidad y capacidad.

Debido a que puede alojar a más tripulantes, se adecuaron todos los sistemas auxiliares necesarios, como la climatización, las cámaras frigoríficas, la cocina, los destiladores de agua potable y las plantas de tratamientos de residuos, además del sistema de descongelamiento de la pista de aterrizaje.

También se le sumaron cuatro lanchas de abandono, grúas de 16 toneladas y seis balsas salvavidas.

El buque además cuenta con un Departamento de Sanidad con quirófano, sala de terapia intensiva, terapia intermedia, sala de internación y laboratorios de bioquímica y odontología.