El presidente Macri recibió una carta del Rey Felipe VI de España por los 200 años de la Independencia

El presidente Mauricio Macri se reunió en Tucumàn con el rey emérito de España Juan Carlos de Borbón, quién le entregó al mandatario argentino una carta del Rey Felipe VI, por los 200 años de la Declaración de la Independencia.

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En el marco de los festejos por el Bicentenario de la Independencia Argentina, el presidente Mauricio Macri mantuvó un encuentro con el rey emérito de España Juan Carlos de Borbón, quién le entregó al mandatario argentino una carta del Rey Felipe VI, por los 200 años de la Declaración de la Independencia.



Juan Carlos le dio la misiva al Jefe de Estado argentino durante los festejos por la fecha patria que se realizaron en la Ciudad de San Miguel de Tucumán.

Este es el texto de la carta:

Palacio de la Zarzuela, 7 de julio de 2016

     “Querido presidente, quiero unirme con este mensaje a la conmemoración del Bicentenario de la Declaración de la Independencia por el Congreso de Tucumán el 9 de Julio de 1816, culminando el proceso que inició el cabildo de Buenos Aires en la revolución de mayo de 1810. La joven nación argentina abrió de este modo un nuevo capítulo de su gloriosa historia, una historia compleja, como la de todos nuestros países, hecha retazos de encuentros y desencuentros, de paz y conflictos, hasta alcanzar la madurez que vive hoy día.

     Los argentinos celebran el día que su país proclamó al mundo su deseo de ser soberano en el concierto de las naciones, dotándose – a semejanza de lo que ya se hiciera en Cádiz en 1912 “por españoles de ambos hemisferios” – de un nuevo sistema político, basado en el respeto de los derechos del hombre y en la división del poder en sus tres ramas Ejecutiva, Legislativa y Judicial. Ejemplos de compromiso con la patria fueron un excepcional grupo de hombres íntegros como San Martín, como Mariano Moreno, como Monteagudo, como Belgrano… forjados en la fragua cumún de la cultura y las instituciones de nuestro mundo iberoamericano. Muchos estudiaron en universidades españolas, otros lucharon por la libertad junto a otros españoles. Son ejemplos que han inspirado e inspiran a generaciones de compatriotas, por su valor, coraje y amor a la libertad, al imperio de la ley y a la igualdad como bases de un proyecto de vida en común. El 9 de julio se cumplen, pues, dos siglos exactos en los que se separaron nuestros caminos. España y Argentina, que tanto han tenido y tienen en común, siguieron veredas distintas, pero nunca estuvieron lejos en la mente y en el corazón. Mientras en Argentina se enfrentaban federales y unitarios, en España eran liberales contra conservadores. A un lado y otro se sucedieron los regímenes políticos, los movimientos sociales, las innovaciones técnicas. En momentos de zozobra miles de españoles y de argentinos cruzaron el Atlántico desafiando la distancia y el olvido, buscando un mundo mejor y fecundando con esfuerzo, sufrimiento e ingenio las sociedades que tan generosamente los recibieron.

     Somos consecuencia de los aciertos y errores de los que nos precedieron marcando la senda a seguir y seremos responsables de la que dejamos a nuestros hijos. Nuestra realidad viene dada por ese confluir que nos ha engendrado y que nos hace diferentes de otros. Porque España y Argentina están enlazadas en un destino iberoamericano común, donde compartimos mucho más que un idioma o una cultura únicos. Compartimos un sólido acervo de valores éticos plasmado en consensos y acuerdos, que, como la savia de un árbol centenario, nutre vigorosamente a la gran familia de la Comunidad Iberoamericana, y el bienestar y progreso de sus pueblos.

Nuestro presente no puede ser sino fruto de este rico patrimonio común que se manifiesta en todos los ámbitos imaginables. Pensemos que el destino de las naciones no se labra sólo por el prócer o el héroe, sino que se construye día a día, desde el esfuerzo personal y colectivo en un proyecto de país. Esto es lo que significa la independencia, el derecho y el deber de determinar nuestro futuro, como sociedades abiertas y democráticas, donde exista un reparto equitativo de los recursos y la igualdad de las oportunidades para todos. En definitiva, un país más honesto, solidario y justo para con sus ciudadanos.

Como dijo el gran Borges: “Nadie es la Patria, pero todos lo somos/arda en mi percho y en el vuestro, incesante/Ese límpido fuego misterioso”. Como hace cien años la Corona quiere subrayar con la presencia de mi padre, Su Majestad, el Rey Don Juan Carlos, esta efemérides y, en este día tan importante, quiero unir mi voz a la del pueblo hermano español y proclamar bien alto: “Al gran pueblo argentino, ¡Salud!”

Con gran afecto y estima Felipe (firma)

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